Conversaciones con Freud. Ricardo Avenburg

Conversaciones con Freud - Ricardo Avenburg


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entre sí. Entiendo y me parece claro lo que dice Freud en lo que se refiere a la acción del superyó, aunque no la separo mucho de la desmezcla instintiva y del hecho de dirigir la destructividad contra el propio yo. Me refiero a que no las separo como formas clínicas, aunque sí como momentos de estructuración de ese superyó con esas características y me acabo de dar cuenta de que, sin llegar a constituir una reacción terapéutica negativa (que es de lo que aquí se trata) en aquellos pacientes con mucha tendencia a la autocrítica, tiendo a investigar recuerdos y/o sucesos ocurridos en la etapa del desarrollo libidinal (etapa sádico-anal) que pudieron haber llevado a una inhibición del sadismo normal en esa etapa, transformándose prematuramente de activo en pasivo. De la vuelta contra sí mismo a la regresión y desmezcla instintiva hay un solo paso. En resumen, entiendo esta discriminación desde el punto de vista metapsicológico pero no la veo como formas clínicas diferentes.

      Luego de una síntesis de lo hasta ahora planteado, dice que depende de la participación de estas dos últimas formas de resistencia la mayor o menor dificultad que presente el tratamiento. Agrega: “Una cierta inercia psíquica, una difícil movilidad de la libido, que no quiere abandonar sus fijaciones, no puede sernos bienvenida…”. Creo que es a lo que antes se refirió como resistencia de lo inconsciente. Pero, ¿por qué querer que la libido se mueva al ritmo que nosotros suponemos es el adecuado y no es bienvenido que se mueva a su propio ritmo? Entiendo que Freud se debe referir a cierta adhesión al síntoma y, por lo tanto, al mantenimiento de las represiones. ¿Es el tiempo que cada individuo tiene para levantar las represiones? Sin embargo Freud no nombra aquí a las represiones sino a las fijaciones y éstas se corresponden con formas de satisfacción sexual, por lo tanto con perversiones. ¿Qué pasa con éstas en relación con el análisis? Pero Freud en este capítulo sólo se refiere al psicoanálisis de las neurosis.

      “La capacidad de la persona para la sublimación instintiva juega un importante papel e igualmente su capacidad para elevarse por sobre la cruda vida instintiva, así como el relativo poder de sus funciones intelectuales”.

      Pienso que la vida instintiva es lo más rico que tenemos (el socio capitalista en los sueños) y que de la libertad que otorguemos al yo depende que pueda canalizar los instintos en las diversas acciones específicas adecuadas en su especificidad para consigo mismo y para con el medio que rodea a la persona.

      “No estaremos decepcionados sino que lo encontramos completamente comprensible si llegamos a la conclusión de que el resultado de la lucha que hemos emprendido depende de relaciones cuantitativas, del monto de energía que podamos movilizar en el paciente a favor nuestro en comparación con la suma de las energías de los poderes que actúan contra nosotros. Dios esta vez, como siempre, está con los batallones más fuertes –ciertamente no siempre alcanzamos a ganar, pero por lo menos podemos, la mayoría de las veces, reconocer por qué no hemos vencido. Quien ha seguido nuestros desarrollos sólo a partir de intereses terapéuticos, tal vez, tras esta confesión, se aparte desdeñosamente. Pero aquí nos ocupa la terapia sólo en tanto trabaja con medios psicológicos, por el momento no tenemos otros. El futuro podría enseñarnos a influir directamente, con particulares sustancias químicas, sobre las magnitudes de energía y sus distribuciones en el aparato anímico. Tal vez se den aun otras posibilidades inesperadas de la terapia; por el momento no tenemos a disposición nada mejor que la técnica psicoanalítica por lo que no la hemos de despreciar a pesar de sus limitaciones”.

      Estamos en el futuro, setenta y dos años después de que fuera escrito este texto (1938). ¿Cuáles son para Freud, los batallones que están en lucha? ¿El yo por un lado, por el otro el superyó, por el otro el ello y los tres enfrentándose con el mundo exterior? Pero es el yo el que a veces se pone de un lado, a veces del otro, por lo tanto la batalla estaría dada entre el yo y las fuerzas que se le oponen; nosotros nos ponemos del lado del yo aunque llega un momento en que, inclusive en oposición al yo, nos ponemos del lado del retorno de lo reprimido. Por lo tanto, simplificando, diríamos que los dos batallones en pugna son el yo versus lo reprimido y nuestra tarea es hacer preconsciente lo inconsciente reprimido.

      El resultado estará dado por si los mayores ejércitos están del lado de la resistencia o de lo reprimido. Pero ¿en qué consiste lo cuantitativo? Freud no lo dice acá, o por lo menos no dice más que lo que acabo de comentar. Lo cuantitativo, en el orden psicológico, está dado por el afecto, en este caso por el monto de angustia. Si ésta es demasiado intensa el yo tenderá a estar aferrado con más intensidad a los mecanismos de defensa logrados. Pero también la angustia, lo cuantitativo, tendrá a su vez sus diferencias cualitativas: angustia de desamparo (biológica o de nacimiento), de pérdida de objeto, de castración (y/o miedo a la pérdida del amor de los progenitores) y del miedo al superyó (o sentimiento de culpa).

      Las angustias que caracterizan a los procesos neuróticos, de los que acá se ocupa Freud, son la de castración y del miedo al superyó. Las angustias de nacimiento o de pérdida de objeto son las que se dan predominantemente en los derrumbes del yo (acá hablo de predominancia, ya que todos estamos expuestos a los diversos tipos de angustia): son aquellos casos que Freud plantea como no accesibles al tratamiento psicoanalítico y en los que actualmente la farmacología actúa disminuyendo el factor cuantitativo (la angustia) poniendo al yo en mejores condiciones para ser abordado por la psicoterapia, llámese a ésta psicoanálisis (tal vez el término análisis en estos casos no sea el más adecuado ya que en general no contamos con una estructura psíquica a analizar, o sea a descomponer) o psicoanálisis aplicado a la terapia de las psicosis. En las neurosis sigue siendo la psicoterapia lo esencial (a veces ayudada por un fármaco).

      ¿Qué era ese color de antigüedad que yo percibí en este capítulo? Ahora me parece que tiene que ver con que aquello que Freud definía como diversos momentos fenoménicos del análisis (primero trabajo intelectual, luego neurosis de transferencia, luego enfrentamientos de las resistencias y la diferenciación clínica de dos tipos de necesidad de castigo) yo no los veo como tales, separados en el proceso, pero sí los veo como momentos estructurales que se dan simultáneamente. ¿Tiene esto que ver con diferentes momentos históricos que se dan naturalmente en el psicoanálisis y tal vez en el desarrollo de la ciencia en general: que lo que aparece en la fenomenología deviene en estructura? ¿O tiene que ver con mi modo particular de ver el análisis?

      1 Abriss der Psychoanalyse. G. W. Tomo XVII. Cap VI.

      2 Yo prefiero llamar, a esto que Freud describe como transferencia, neurosis de transferencia, ya que corresponden a investiduras reprimidas que retornan de lo reprimido; creo que no toda transferencia tiene por qué ser neurótica.

      3 El subrayado es de Freud.

      4 Freud, S.: “Inhibición, síntoma y angustia”, GW, T. XIV, p. 192.

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      Diálogo con Freud: El tema del progreso en la espiritualidad en “Moisés y el monoteísmo”1

      Introducción

      Para aquellos que no hayan leído el texto completo de “Moisés y el monoteísmo” (no es de los trabajos más leídos, o, por lo menos, comentados) quiero transmitirles las conclusiones a que ha llegado Freud y que son las hipótesis sobre las que trabajé en esta última parte, que es a partir de las cuales trato de desarrollar mi diálogo con él.

      La religión judía es la persistencia de la religión del dios Aton, religión monoteísta impuesta por el faraón Iknaton, la cual desplazó al politeísmo anterior. Iknaton fue destituido tras una revuelta y los viejos dioses volvieron a imponerse. Moisés debió haber sido un oficial o sacerdote egipcio del entorno de Iknaton, quien huyó luego de la revuelta y eligió a aquellas tribus que irían a constituir el pueblo judío y les transmitió (o/y se las impuso) como un modo de mantener viva la religión monoteísta de Aton. Supone Freud que Moisés debió haber enfrentado varias revueltas, en una de las cuales fue asesinado, no


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