El arte de educar jugando. Silvia Álava

El arte de educar jugando - Silvia Álava


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A partir del primer año, cuando ya caminan con más facilidad, es posible estimular la marcha autónoma a través del juego de las pistas. Consiste en esconder algunos objetos por una habitación y pedirles que vayan de un sitio a otro buscándolo. Podemos ir diciéndoles el nombre del objeto y el lugar en el que está escondido para estimular a la vez el lenguaje.

      3. A partir de los 12-18 meses de edad es posible jugar con él proponiéndole distintos retos, como llevar su paquetito de pañal a la basura o recoger sus juguetes. Podemos complicarle estas tareas pidiéndole que haga pequeñas marchas rápidas o que se desplace de un modo diferente (por ejemplo, de lado a lado, dando saltos, despacio como un caracol…).

      4. A partir de los 24 meses de edad podemos jugar con ellos a construir una tienda de campaña o un supermercado o una cocinita en el salón con distintos materiales como cojines, objetos, sábanas, cajas grandes y pequeñas, pinzas de la ropa…, dado que además de desarrollar las áreas del movimiento, también estimularemos el razonamiento y la creatividad.

      Cuándo. En los momentos de ocio, especialmente los días que no se puede salir a la calle porque hace mal tiempo, por ejemplo. También es posible durante algunas de las rutinas diarias.

       Mi primer razonamiento

      Para qué. En esta etapa los niños comienzan a realizar sus primeros razonamientos, siendo ya capaces de establecer relaciones entre cosas y de hacer agrupaciones o clasificaciones según las características físicas de los objetos. Así, el proceso de clasificación representa los primeros pasos hacia razonamientos posteriores más complejos porque generan relaciones mentales entre objetos y distintos criterios: forma, color, tamaño…

       Cómo

      1. A partir de los 12-18 meses de edad los niños son capaces de relacionar objetos con imágenes. Para estimularles, te sugiero imprimir unas tarjetas con fotos de distintos objetos cotidianos y pedirle al niño que ponga encima de cada foto el objeto real que corresponde.

      2. A partir de los 18-24 meses los bebés ya son capaces de distinguir los colores, por lo que podemos jugar con ellos a que hagan bolas de plastilina de distintos colores y las introduzcan en los botes que están pintados del mismo color. Esto también se puede hacer con otros materiales para que los niños clasifiquen según la forma o tamaño de los objetos.

      3. A partir de los 24 meses los niños ya pueden clasificar aspectos más complejos, como por ejemplo, el hábitat de los animales, por lo que se puede jugar a que coloquen distintos animales de juguete encima de imágenes o libros donde se represente la playa, la selva, la granja, etc.

      4. A partir de esa edad, también podemos elaborar una «carpeta de plásticos de cosas bonitas» donde es posible exponer con su ayuda durante un tiempo representaciones de cosas que queramos que el niño aprenda, como fotos o dibujos de frutos del otoño o fotos de las vacaciones de medios de transportes, etc. Esto también podemos exponerlo en una cuerda (colgando las fotos o dibujos con pinzas), en la pared o en un corcho.

      5. Con los niños cercanos a los 3 años se puede empezar a realizar con ellos experimentos sencillos como, por ejemplo, echar una gota de colorante en un vaso de agua para que vean cómo se mueve el color dentro del vaso o sembrar una lenteja para ver cómo crece a través de los cuidados que le damos.

      Cuándo. En momentos de ocio o cuando queráis reforzar algunos aprendizajes del colegio o escuela infantil.

       Explosión de vocabulario

      Para qué. Los niños aprenden a hablar escuchando hablar a las personas de su entorno, por lo que en esta etapa es imprescindible estimular el lenguaje de nuestros hijos hablándoles mucho. Por otro lado, suelen comenzar a decir sus primeras palabras alrededor de los 12 meses de edad, y mientras que alrededor de los 18 meses suelen utilizar unas veinte palabras, a los dos años los niños ya tienen un vocabulario de unas doscientas palabras aproximadamente y a los 3, de unas mil palabras, por lo que es fundamental estimularles con actividades como las siguientes para favorecer esta capacidad:

       Cómo

      1. Durante los primeros meses de vida les estimula a hablar el hecho de que respondamos con palabras cariñosas a los intentos comunicativos que realizan a través de sonidos o balbuceos.

      2. Desde los primeros meses de vida también les podemos introducir en el mundo de la lectura. Por ejemplo, narrarles cuentos muy cortos, de una forma sencilla, señalando los dibujos, gesticulando y haciendo onomatopeyas de los objetos o seres que aparecen. Cuanto más llamativo lo hagamos, mejor.

      3. A partir del primer año de vida, empiezan a decir sus primeras palabras y podemos estimular su vocabulario nombrándole sus juguetes, sus partes del cuerpo, las acciones que hemos hecho en el día, imitar los sonidos de los animales y decir cómo se llama cada animal. Después, iremos pidiéndole que lo hagan ellos.

      4. A partir de los dos años también es posible hacer juegos simples como pedirles que terminen las palabras que les vamos diciendo o que acaben las frases de sus cuentos favoritos, ya que, a esta edad, además les encanta ver y escuchar las cosas de forma repetida, lo que también ayudará a su memoria.

      5. A partir de esta edad ya son capaces también de seguir instrucciones sencillas, así como de imitar al adulto. Por ello, es muy buena idea estimularles con canciones como «Soy una taza», que requieren hacer lo que dice la letra de la canción, porque, además de estimular el lenguaje y el seguimiento de órdenes, también estimula el sentido del ritmo, el movimiento y el autocontrol.

      Cuándo. En momentos de ocio o cuando queráis reforzar algunos aprendizajes del colegio o escuela infantil.

      En esta etapa, los niños ya no son tan dependientes como en la etapa anterior, dado que han adquirido un mayor tono muscular general y una mayor fuerza, habilidad y destreza en sus movimientos, lo que les permite ser más autónomos y poder manipular objetos para experimentar el mundo. Esto, junto al hecho de que la percepción visual ya está madura al finalizar la etapa preescolar, hace que los niños tengan una mejor coordinación ojo-mano y más facilidad para dibujar y escribir.

      En esta etapa los niños también empiezan a desarrollar la imagen mental de su cuerpo en relación con los objetos que le rodean y mejoran su capacidad para orientarse en el espacio. Al mismo tiempo, perfeccionan la capacidad para razonar y entender las consecuencias que siguen a algunas acciones. También aparece la capacidad para hacer dibujos sobre las cosas y pensar sobre temas concretos que pueden percibir.

      De igual modo se produce una mejora en el lenguaje, lo que permite la aproximación a la lectura a partir de los 4-5 años. La lectura a su vez hará que los niños puedan a acceder a nuevos aprendizajes y enriquecerá aún más su lenguaje.

      A lo largo de estos años, también se desarrollan otras capacidades cognitivas muy importantes para el aprendizaje, como son la atención (véase Capítulo 2, «Consigue que presten atención») y la memoria. Así, por ejemplo, entre los 2 y 3 años, los niños ya son capaces de retener dos ítems en su memoria a corto plazo.

      Igualmente comienza a desarrollarse algunas funciones ejecutivas, que son aquellas actividades mentales que permiten a los niños controlar, planificar y regular su comportamiento para adaptarse mejor al entorno.

       Yo te superviso

      Para qué. En esta etapa ya podemos trabajar con los niños la capacidad de supervisar la conducta de los demás y la suya propia, porque así practican la «reflexión de la acción», que es un aspecto fundamental para que realicen adecuadamente sus actividades cotidianas y les permite darse cuenta de los errores para corregirlos.

      


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