Mi trabajo ideal y cómo encontrarlo. Carole Viaene
enfadados con los políticos y las empresas por no comprometerse lo suficiente, y nos sentimos totalmente impotentes ante la magnitud del problema. Sí, podemos reciclar más y hacer más a nivel individual, ¿pero qué más puedo hacer yo? ¿Y cómo de nimia es esa huella?
Entiendo que hay una dicotomía mental. Cuando haces frente a esa ecoansiedad, siempre tomas una decisión. Tu primera opción es mostrarte indiferente, olvidar, acallar los pensamientos, criticar o atacar al mensajero, distraerte o confiar en que otro lo hará por todos nosotros, que hay otras personas más «capacitadas». ¿Qué demonios podrías hacer tú, pobre infeliz?
O puedes elegir la segunda opción: tener miedo y no combatir esa ansiedad. Eliges admitir que ha llegado el momento y que necesitamos a todo el mundo, y que, al reinventar tu trabajo, tú también podrías ser un ecologista, un activista, un líder destacado o una persona inspiradora. Sí, puedes repercutir más. No hay que hablar de si el cambio climático es un hecho o no; lo que hay que hacer es pensar en ideas para aportar nuestro grano de arena, aunque no lo arreglemos todo de una tacada.
Al terminar la presentación de Pauli, asumí que todos tenemos la responsabilidad y la ocasión de aprovechar nuestras privilegiadas vidas y carreras. Si estás leyendo este libro, es muy plausible que seas un habitante acomodado de un país occidental o industrializado. Ahora quizá nos consideremos privilegiados, pero ¿por cuánto tiempo? Somos los que lo tenemos que arreglar, o al menos intentarlo. Y una manera de dejar huella es hacer algo bueno con nuestro trabajo diario y redefinir nuestras condiciones del éxito a corto plazo.
Nuestra emergencia climática exige pensar a lo grande y de todas las formas posibles, pero no hay una única solución elegante, ninguna panacea para un futuro habitable. Infravaloramos el poder de contribuir, de actuar en nuestra esfera de influencia para abordar una parte del problema que tenemos delante de las narices.
ABIGAIL DILLEN, presidenta de Earthjustice3
Pensando en esto, empecé a buscar soluciones relacionadas con el cambio climático, consulté a gente y entrevisté a expertos en sostenibilidad y economía regenerativa, gurús de la innovación, profesores, ejecutivos, escritores, coaches y emprendedores sociales.
Me topé con términos y jerga como: bienestar en el trabajo, responsabilidad social corporativa (RSC), empresas B Corps, sostenibilidad humana, programas Human Flourishing, moonshot thinking, cathedral thinking, lugares de trabajo regenerativos, economía regenerativa, finanzas verdes, economía azul, formación en resiliencia, reinventar organizaciones, desinversiones, liderazgo ético, pensamiento a largo plazo, inversión para la descendencia, fondos de inversión sostenibles, buscadores de empleos RSC, el Gran Reinicio, empleos y competencias verdes... y la lista continúa con un montón de palabras que empiezan por «re»: reinventar, reimaginar, revertir, regenerar, reiniciar y demás.
A modo de ejemplo, la directora económica de LinkedIn, Karin Kimbrough, dice que, «a raíz de los compromisos estatales y empresariales para alcanzar la neutralidad de carbono, se crearán millones de nuevos empleos y los trabajos de hoy cambiarán. Con esta transformación habrá que “descontaminar” el mercado laboral, añadiendo veinticuatro millones de empleos nuevos en todo el mundo antes de 2030, y exigiendo aptitudes ecológicas en las vacantes existentes».
Hay un clima muy favorable para la economía regenerativa y hay un movimiento de gente que trabaja con el mismo afán: hacer lo que al mundo le conviene a través de nuestra economía y el empleo. Ahora creo que podemos buscar nuestro trabajo ideal pensando en nuestro propio bien y en el del mundo. Nos puede ir mejor en un futuro, pero necesitamos que nos planteen retos. Ahora, más que nunca, tenemos la responsabilidad de elegir y cultivar nuestro rumbo profesional con inteligencia. A mi entender, el trabajo es un lugar en el que invertimos mucho tiempo y energía y tiene un potencial enorme, aunque no aprovechado, para hacer del mundo un lugar mejor. Y no solo para el mundo, sino para ti también. Y para ser clara, mi trabajo no es perfecto. Mi vida no es una «empresa B Corps»4. Y el propósito no es ser feliz en todo momento. El fin no es convertirse en hippies. Mi profesión cambia constantemente y, por ahora, no estoy modificando mis hábitos por completo. Pero encontré una manera de estar en paz con mi trabajo, de estar sana y de disfrutar de la vida. Y eso es mucho decir.
¿Todavía me enfrento a ideas limitantes? Pues claro. ¿Tuve que superar muchas inseguridades para escribir este libro? Mmm, sí. Podría escribir un libro entero sobre los escarceos mentales a la hora de decidirme a escribirlo. Pero vamos a darle a esas dudas la patada en el trasero que se merecen, juntos.
Se trata de utilizar la (eco)ansiedad y la ira que pueda tener, de una buena manera. «La ira que se hunde en la desesperación es impotente para hacer un cambio. La ira que se convierte en convicción es imparable»5.
Además, he optado adrede por escribir un libro accesible, breve y sencillo. He incluido tantos recursos y referencias como he podido al final, tantos como me ha permitido mi conocimiento y capacidad. He tomado prestadas muchas palabras de grandes pensadores, pues los considero aliados en esta empresa, y siempre he reconocido el mérito cuando hay que hacerlo. No soy científica ni catedrática.
Os pido perdón por las veces en que generalizo y digo cosas que podrían no ser correctas desde un punto de vista científico. Soy una ignorante en una pila de cosas. No quiero que sea un libro científico, sino una mera obra de intuición basada en un puñado de artículos, libros, entrevistas con profesionales y experiencias reales con personas, tanto científicas como legas. También es una obra llena de contradicciones, por las que pido disculpas. Mi excusa, aunque barata, es que he sido maestra de filosofía y he encontrado la belleza en las paradojas.
Y no cabe duda de que estos recursos y referencias están sesgados, se refieren predominantemente a los EUA y a Europa y me sirven para encontrar otros argumentos parecidos más allá de mi intuición y de mi experiencia. Sería igual de interesante encontrar argumentos y teorías contrarios que discrepen con mi texto, así como diversificar y añadir recursos de otros países y continentes y escritos en otros idiomas. Pero reitero que no soy una académica ni una catedrática o científica. Y no puedo dejar mi trabajo diario, ¡así que también tengo un tiempo limitado! Y como el escritor Howard Nemerov tuvo la agudeza de señalar en su día: «Escribe lo que sepas. Así habrías de tener tiempo libre de sobra».
Una parte importante de este libro son las preguntas y sugerencias. Las considero sin duda mucho más importantes que toda mi jerigonza de autoayuda, que, aunque sentida e intuitiva, no deja de ser seudopsicología. Y reconozco que hablar de «jerigonza» es mi prerrogativa como escritora no científica. O como dijo la periodista sobre ciencia y escritora Jennifer Margulis en un artículo de abril de 2020, aparecido durante la cuarentena por la covid-19:
La censura es peligrosa. Dialogar y debatir es sano. Sé que todos somos lo bastante inteligentes para leer y barajar varios puntos de vista. Es mezquino tratar de usar la palabra «ciencia» para que la gente se calle, como si estuviera escrita en piedra6.
No quiero dar a entender que he descubierto la verdad. Simplemente he encontrado algo que tenía valor para mí y que espero que te inspire. Este libro no es una enciclopedia con ejercicios profesionales, no es un manual solo para descubrir lo que quieres. Ante todo, es un llamamiento a que pienses en tu salud y actúes en beneficio del mundo.
Espero que paséis el libro a cualquier persona que esté padeciendo, sufriendo o dudando. Si estás buscando un trabajo o una vida relevante, satisfactoria, responsable y saludable, espero que encuentres alivio, esperanza y éxito en estas páginas. Al fin y al cabo, tu profesión moldea mucho tu vida. Espero que este libro te inspire a soñar, hacer el bien y gozar de felicidad y salud. Yo te estaré animando.
«Cuando echo la vista atrás, vuelvo a quedar
realmente atónita con el poder de la literatura para
dar vida. Si hoy fuera una persona joven que tratara
de hallar mi lugar en el mundo, volvería a hacerlo
leyendo, tal como hice en mi juventud».
MAYA ANGELOU