La Dinámica del Sentir y/o La Esencia del Ser. Leonardo Torres
porque a cada acto o hecho fenomenológico le corresponde su contrario. El ser humano, si adopta una postura a nivel físico o cognitivo, está creando indefectiblemente su opuesto. Necesita diferenciarse de todos los agentes externos, para luego recién direccionarse en concordancia con las fuerzas intervinientes en el sistema.
Para captar la esencia de la vida, tendré que adentrarme en los vericuetos mismos de la consciencia y, desde esta, en la esencia de todo lo existente. Reconociendo que es el lugar a partir del cual se proyectan todas las vivencias y experiencias. Su lugar de residencia se encuentra en un punto y su circunferencia en todas partes, es infinita. No conoce de limitaciones y paradójicamente se la puede definir en palabras. Se manifiesta por doquier y cíclicamente trasciende lo tangible, para resurgir de forma mística, momento en el cual se produce una simbiosis íntima con el universo.
Debo acercarme a su definición a través de la palabra, para que la realidad la acepte y entre a formar parte del sistema. Hay que captarla en letras, signos y símbolos para que de este modo tenga una identidad propia.
La consciencia tiene comportamientos que bien los podría relacionar con la materia misma, ya que todo nuestro organismo está constituido en lo más profundo del ser, a nivel cuántico, de átomos, los mismos que conforman las estrellas y el resto del cosmos (reino animal, vegetal y mineral). La consciencia es esa fracción que no vemos, pero sentimos muy dentro del alma.
Su elemento primordial es la idea, moviéndose en un aparente caos, en la cual hay acciones predecibles como también aleatorias. Está todo en potencia, adoptando tantas direcciones como agentes externos, a los cuales se enfrente o emparente.
Desde esta visión puedo ir al encuentro con la dinámica de mi sentir, en la que confluyen la lógica, la imaginación, el conocimiento, las emociones e inconscientemente también, los mandatos familiares y culturales, recayendo todo sobre mi cuerpo que, como un ser íntegro sufre adaptaciones en diferentes tiempos. Reconociendo que en mi organismo habita todo aquello a lo cual di permiso previamente, para que mi realidad fuera como lo imaginé, algo así como le sucedió a Pigmalión en la mitología griega que, en su búsqueda de la mujer perfecta, crea esculturas y se termina enamorando de una de ellas, Galatea, la más hermosa que el mismo pudo haber creado y en las súplicas de que sea de carne y hueso, Afrodita se lo termina concediendo.
En todas esas fracciones de la vida, se encuentra lo realmente importante, las que están ahí para conectarnos a la esencia y por lo que todo adquiere sentido en el término literal de la palabra.
En este aparente caos presente en la vida (por el misterio que encierra) nos encontramos frente a los diferentes sistemas, como ser: fusiones-fisiones; integraciones-desfragmentaciones; atracciones-repulsiones, emisiones y absorciones de energías e información; oscilaciones permanentes entre acomodación y adaptación. Nuestro organismo también hace esto de forma autónoma y a nivel cognitivo, con la participación de la consciencia.
Para entender cómo evolucionan los procesos de la naturaleza en el tiempo, el ser humano se apoya permanentemente en las ciencias que el mismo creo y fue perfeccionando, obligándonos a observar el mundo con otros ojos. Mi relación con el mundo externo será diferente; ese modo de relacionarme irá cambiando con el tiempo y reestructurándose indefectiblemente. Mi visión del mundo cambiará, aunque el mundo no cambie a mi ritmo o viceversa, el mundo sufrirá procesos y cambios, que mi mente no logre captar.
El problema de fondo para mi sentir no es entender cada uno de los misterios que guarda el mundo, sino reconocer los ritmos, los pulsos y las pausas de los procesos naturales que se producen en determinados momentos de mi vida y comprender también, que son transitorios. Lo importante es cómo me relaciono e interactúo con todos los agentes externos e internos que se me presentan, tanto en las relaciones interpersonales (experiencias) o en mi relación intrapersonal (cognitivo-intangible). Dándome cuenta de que en esas interacciones, ya sean antagónicas, proporcionadas, complementarias e integradas, se produce lo más importante, que son mis vivencias. Mis experiencias me definen como ser, tanto es así que con cada percepción estoy construyendo mi realidad, porque tiene su reflejo en la vida misma. Estoy “creando consciencia”.
Esa dinámica de la vida, aunque nos parezca caótica por momentos, avanza sincronizadamente. Y aunque veamos solo eventos repetitivos, en otras ocasiones la naturaleza se encarga de introducir, por fuerzas y energías imperceptibles, algún otro tipo de comportamiento diferente o no periódico.
Deduzco que el caos es comparable, metafóricamente hablando, con la segunda ley de la termodinámica (la entropía), que no está regida por ninguna ley o función, sino más bien por un hecho probabilístico. Que manifiesta que un sistema en una condición improbable tendrá una tendencia natural a reorganizarse a una condición más probable. Donde desde lo simple surge lo complejo, en un aparente caos. La entropía alcanzará un máximo cuando el sistema se acerque al equilibrio y asimismo a una configuración de mayor probabilidad (aumento de la entropía). La entropía describe lo irreversible de los sistemas termodinámicos. Se infiere que, a mayor número de componentes en un sistema, comienza espontáneamente la organización como un hecho inexorable.
Por todo lo expuesto, me surge el dilema de si las leyes que rigen el cosmos son del universo o de la mente de quien lo observa. Puedo concluir diciendo que las ciencias nos seguirán ayudando a interpretar el mundo y los procesos naturales, cada cual haciendo avances en sus campos de estudio por separado y plasmados en la realidad. En cambio, la visión del mundo seguirá solapada por las interpretaciones individuales, reguladas por un feedback incesante de intercambio de información y agrupadas en mi interior por la consciencia. Esta tendrá la misma dinámica que los procesos naturales por los que tuvo que atravesar el cosmos. Poder diferenciarse para luego encajar en la realidad y es justamente en la Integración de mis experiencias vivenciales, que la consciencia se expande.
Todas estas visiones de la realidad son indispensables y necesarias para el avance biológico y cultural. Vistas así, ciencias y pensamiento se entrecruzarán transversalmente siempre, tocando puntos en común. Afirmando ahora que lo mismo que nos une nos puede separar; a través del pensamiento puedo por igual conectarme a otros individuos, a la naturaleza y a la realidad vivida o desconectarme y desfragmentar dicha realidad. Por eso, es condición sine qua non reconciliarme con mi pasado, con la historia, con el diálogo que siempre existió entre el misterio del verbo encarnado y la creación. Hay una abstracción poética en todo lo creado por el ser humano, en todas las ciencias y las meta ciencias (me refiero a las seudo ciencias y a las que están en gestación potencial, en el interior de cada consciencia). La misma pureza presente en las matemáticas existe en todas las “filosofías”, en el diálogo incesante por querer interpretar la realidad que se nos presenta de manera fascinante y recurrimos, una y otra vez a la abstracción, para seguir descubriéndonos y reinventándonos.
Capítulo I
Polaridad
En la agudeza sensorial lo vemos reflejado en una interiorización y una exteriorización, como una relación binaria complementaria En un estado, estamos sumergidos en las profundidades de nuestras mentes (interiorización), en el otro, tenemos nuestros sentidos orientados hacia el mundo exterior (exteriorización) y en la conjunción de ambos estados en acción aparece la consciencia, en la cual estamos tan conectados con la experiencia vivida que la energía fluye y lo que sentimos se entrelaza a lo que pensamos; la realidad circundante cambia acompasadamente. En la interacción, nos encontramos más vulnerables o más fuertes (según sea el marco de referencia que queramos darle) porque logramos establecer el vínculo necesario para sentirnos vivos. Cada experiencia sin embargo será diferente, porque el sistema representativo preferido varía de un individuo a otro. He aquí la importancia que tienen los modelos mentales que supimos crear individual y colectivamente. Ser conscientes es comprender la alternancia que sufre nuestro ser, en los diferentes momentos de nuestras vidas y durante el día mismo. Que cuando estamos atascados en un estado sin poder salir, recurrimos una y otra vez a nuestro subconsciente y a la intuición de forma inducida en todos los casos, aunque no lo percibamos de ese modo explícitamente. Comprender que los grados de consciencia son diversos como en una escala cromática y que pueden ser reformados