La Dinámica del Sentir y/o La Esencia del Ser. Leonardo Torres
marcan una retroalimentación constante y el camino para seguir. La función de los individuos es reconocerse como personas completas desde un principio y con todo el potencial de crecer ilimitadamente. No hay nada ni nadie que se interponga o interfiera en ese crecimiento; basta de estructuras, de modelos, de comunismos y de neoliberalismos; solo hace falta conocimiento aplicado a las necesidades humanas y naturales, conociendo las fuerzas circundantes y las interconexiones múltiples, que escapan muchas veces a la razón del hombre. Basta de moderación (interpretado en el mejor de los sentidos; Friedrich Nietzsche, filósofo alemán, se cansó de repetirlo, quizás el modo en cómo lo decía resultaba ofensivo o hiriente y producía por tal motivo rechazo, viéndolo desde el título de algunos de sus libros, por ejemplo El hombre mediocre o en una de sus frases “Dios ha muerto”); demos todo el potencial en cada momento de la vida. El problema no está en las economías, sino en los intérpretes y de cómo en las interrelaciones van surgiendo las interpretaciones de mi conexión con el medio externo. El dinero es algo ficticio en definitiva y es un medio más para conectarme con el medio externo. No es más poderoso quien tiene más dinero, sino el que mejor lo administra. Es saber qué hago con el dinero que tengo a disposición; a nivel individual, ese dinero se llama tiempo y también se refiere a los recursos intrapersonales y a la conexión que establezco con mi realidad. El poder económico tiene que descentralizarse y reestructurarse permanentemente.
Las células se unen a otras siguiendo reglas, pero sin restricción “ideológica” (porque no la tienen, obviamente). Sí lo hacen siguiendo pautas químicas y físicas y el deseo ardiente de multiplicarse. De la manera más creativa posible, creando canales de comunicación y eligiendo lo mejor de cada momento. Se ramifican, se expanden, se multiplican, redoblan sus energías si es necesario, para lograr “lo bello y perfecto”. No hay esfuerzo en el sentido de lucha y sacrificio.
Cada obstrucción que impide el libre desarrollo o crecimiento, siempre encuentra una vía de escape, que le permite reestructurarse. Los sistemas se regulan permanentemente. Hay algo invisible a los ojos, pero no a la intuición o al inconsciente colectivo que va más allá de toda razón y “consciencia consciente“. En definitiva, no somos muy diferentes de cada célula de la que estamos hechos y hasta me atrevería a decir, de animales y plantas; todos tenemos un mismo deseo.
Si el deseo es interno todas las fuerzas confluyen para que se realice o se materialice. “Metafóricamente, podría decir que todo lo que vemos ya estaba ahí difuminado en el aire y faltaba que alguien se lo imaginara, para que se transforme en un todo coherente”.
Las mariposas pueden adaptarse a varios medioambientes y adoptar formas y colores diferentes, mimetizándose con el ambiente e imitando a otros animales (algo sorprendente). Soportan temperaturas de 20 grados bajo cero, porque tienen anticongelantes de sangre naturales. Así como muchos otros animales, que se adaptan perfectamente al medio ambiente que les toca vivir. Sus células interpretan lo que sucede a su alrededor y de esa forma van cambiando imperceptiblemente, como si hubiera un feedback que lo van incorporando con el tiempo y se les hace “carne”, en esas imitaciones magistrales. Esto se nota más con ciertos animales pequeños como, insectos, reptiles y pájaros. Como que les cuesta menos lograr esa adaptación, no necesitan nada externo como sí lo hace el hombre artificialmente, con varios objetos que él mismo inventa para los fines de subsistencia. Interpretan la realidad como si estuvieran leyendo un texto en el mismo idioma, y quien lo lee no es la mente de la mariposa, sino todo su cuerpo compuesto de células. El comportamiento del hombre, ese que en última instancia modifica las células y nos refleja cómo debe ser en escala nanométrica el interior de nuestros cuerpos. Y a nosotros, los humanos, nos cuesta aceptar que a través de nuestros pensamientos podemos modificar los comportamientos y con los comportamientos o conductas, el funcionamiento de cada célula. Si esto sucede se pueden revertir ciertos “males” o hasta incluso romper con patrones que entorpecerían el normal funcionamiento. Si las mariposas lo pueden hacer, imagina tu cuerpo que está compuesto por billones de células más, que este otro animal. Tenemos que pensar bien para elevarnos, cada célula de nuestro cuerpo nos lo agradecerá. La mariposa representa lo etéreo y la esperanza, reflejado en esas alas desplegadas en un vuelo sin desparpajos, que nos lleva y nos acerca a lo esencial, a lo ínfimo, y nos conecta a otros mundos, y tantas otras connotaciones; en economía se habla del “efecto mariposa” que, trata de cómo algo tan pequeño, con su vuelo si se quiere insignificante, pueda estar afectando el funcionamiento en el otro hemisferio del planeta, mostrándonos lo complejo de las interconexiones.
Existen muchas hipótesis de cómo deberían ser las cosas; estas van y vienen y lo único que quedan son datos desapareados y hechos realizados. Algo así sucede con las ideas nobles, que traídas a la mesa se amalgaman y nacen formas bellas. Con el tiempo se reprograman o se reacomodan, dando lugar a formas nuevas. Hay un medio de conciliación y también de lo etéreo, que no permite que todo siga igual, el aire. Su esencia es la de permitir el paso de lo inmaterial a lo visible (tangible) y que excita nuestros sentidos y los moviliza y los movilizaría aún más si no existirían dichos impedimentos con las “reacciones químicas”, o sea con las ideologías estandarizadas en los humanos.
Las ideas siempre estarán de paso, algunas interferirán en el desarrollo y serán toxicas (tal cual sucede en el interior del organismo) por analfabetismo, incompatibilidades o por simple desconocimiento de causas y efectos. Otras estarán latentes, solapadas, para fusionarse con ideas del mismo género en un salto cualitativo, atravesando transversalmente a otras y materializadas en hechos u objetos tangibles, pero transitorios también. Las ideas son como un sexto sentido, conectadas sin interrupciones con el exterior y el ambiente que nos rodea, se lo refina, por una continua retroalimentación en forma contigua con los otros sentidos, y no solamente de una manera consciente.
No pretendas abrazar y aferrarte con ahínco a una porción de la realidad, y como quien dice, tener “la vaca atada” y defender lo endeble, creyendo que hay una única manera para hacer las cosas. Muéstrate receptivo a todo lo que se te brinda, esa es la forma natural de evolucionar en conjunto, con el ambiente. No pretendas controlar las ideas en un ciento por ciento, para eso está el subconsciente que es el gran reservorio de los sentidos e irán tomando forma, siempre y cuando lo nutramos correctamente, le brindemos lo mejor a nuestros sentidos.
Durante años, siglos y milenios, las ideas naufragaron en océanos inconmensurables (con las coerciones incluidas), supusieron erróneamente, sumaron puntos, avanzaron diez casilleros y retrocedieron otros tantos, porque la razón humana (máximo exponente de la evolución) tiene la capacidad de predecir lo predecible, la perogrullada y el destino en manos de los chantas. Hay muchas cosas que escapan a la razón, porque la capacidad de procesamiento no es la adecuada. Además, la razón se hizo para sobrevivir e ir adaptándose a los cambios, no para vivir suponiendo. Son errores previsibles, como eslabones valiosos en esta espiral de crecimiento. Como las teorías extravagantes y una en particular del siglo XVI o XVII, en el campo de la geología, en la que sostenían que la petrificación o calcificación de los animales se debía a que debajo de la capa de la tierra (suelo), habrían de encontrarse sustancias que corrían como fluidos, desconociendo la “mineralización” de las sustancias orgánicas.
Existe la falacia y por ende, embusteros que siguen (y seguirán) haciendo el cuento a la gente y manipulando la mente, como si estuviéramos en el siglo III antes de Cristo, y la información de punta manejada por unas pocas personas. Es tan fácil engañar, manipular la mente, hacer sentir culpable al otro o que está en falta y sus actos son impuros tanto como para ir al infierno. No quiero ser tan cruel con lo que digo, porque siempre hay que contextualizar la situación y porque entiendo que el ser humano no es muy distinto de aquello que la historia, ya con sus hechos consumados y aberrantes refleja. Entiendo que mientras seamos humanos seguiremos cayendo, como ángeles que somos, en los mismos infiernos.
“Solo necesitamos poner en marcha nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico, que permita al mismo tiempo proveer el bienestar común, pero sin malgastar los recursos naturales ni provocar la contaminación ambiental, que suele correr parejo con el mal concebido progreso”. Isidoro Carlevari
Atenuado quizás, si a la consciencia la ponemos al servicio nuestro primero y luego de la sociedad en su