Espacios y emociones. Lorena Verzero
en la configuración formal y semántica de dos poemarios del poeta, ilustrador, fotógrafo y diseñador gráfico argentino Juan Lima.
La cuarta y última parte del volumen convoca los aportes que giran en torno a “Materialidades, artes y afectos: las proliferaciones discursivas”. En el primer artículo, Claudia Darrigrandi investiga el rol que juegan los retratos y las biografías en la configuración de una sociabilidad afectiva en la La Lira Chilena, una revista ilustrada del cambio del siglo XIX al XX. El trabajo de Dulce María Dalbosco, por su parte, confronta la presencia de “emociones negativas” como los celos, la envidia y la bronca en las letras del tango y el fado, dos músicas populares asociadas al espacio portuario. Tras un salto de casi cien años, los dos últimos trabajos del libro reflexionan sobre el potencial político del arte en dos registros diferentes, el del neodocumental posdictatorial y el del artivismo contemporáneo. La contribución de Milena Gallardo Villegas examina los recursos estéticos que vehiculizan la transimisión transgeneracional de la memoria y el trauma de la violencia política en la producción fílmica de “hijas” y “nietas” en Chile y Argentina. Finalmente, el artículo de Lorena Verzero hace foco en el desarrollo del artivismo en tiempos de pandemia, cuando asistimos al surgimiento de nuevos modos de producir emocionalidad colectiva a través de las “ágoras” que posibilita la interfaz digital.
Como este breve repaso permite advertir, coinciden en este volumen miradas provenientes de diferentes disciplinas y cronotopos de lo más variados que se inscriben en el campo de los Estudios Latinoamericanos. Una lectura transversal del libro podría reparar en determinados hitos que, como nudos en un telar, van conformando una historia cultural desde la colonia hasta nuestros días, abrevando en los imaginarios literarios y sociales, las creaciones del arte y los usos de la memoria que signan tanto el pasado como el presente de nuestras sociedades. Es nuestro deseo que quien se acerque a sus páginas se vea confrontado/a por interrogantes, problemas y textos claves para pensar América Latina en el cruce teórico y vivencial de los espacios y las emociones que la conforman. En este sentido, creemos que las duras realidades que nos interpelan como investigadores/as nos reafirman “en el proyecto colectivo de pensar conceptos, de inventar objetos de estudio, de idear dinámicas para entender mejor el mundo donde vivimos, para imaginar un mundo más justo y habitable” (Cámpora y Puppo, 2019: 17).
Un libro colectivo es siempre el resultado de una conjunción de mentes, voluntades y afectos. Este, en particular, se sabe en deuda con los autores y las autoras que, primero, aceptaron participar del Coloquio y, después, cedieron los textos que recogen importantes avances de sus investigaciones en curso. Mi agradecimiento va ante todo para ellos, queridos y queridas colegas de distintas generaciones y procedencias institucionales que con su inteligencia y entusiamo nos alientan a trazar redes y confirman la importancia de las comunidades intelectuales que nos dan fuerza y animan en nuestro trabajo, que a veces puede resultar tan solitario. En segundo lugar, corresponde agradecer a las autoridades que desde un principio brindaron su apoyo y colaboraron, en diversas instancias, para que fueran posibles la consecución y el financiamiento de este proyecto: Dra. Clara Zamora, Vicerrectora de Investigación e Innovación Académica de la Universidad Católica Argentina; Dra. Olga Lucía Larre, Decana de la Facultad de Filosofía y Letras; y Dra. Magdalena Cámpora, Directora del Centro de Estudios de Literatura Comparada “M. T. Maiorana”. Debo agradecer también a Gerardo Miño y todo el equipo de editorial Miño y Dávila por su atenta e impecable labor. Y, last but not least, llega acaso lo más obvio, mi agradecimiento profundo a las integrantes del equipo que tuve el honor de dirigir y con cada una de las cuales me une, además, una amistad que atesoro: María José Punte, Dulce María Dalbosco, Laura Gherlone, Rossana Scaricabarozzi, Marina di Marco y Maira Scordamaglia. Es mi deseo que en futuras actividades tengamos la oportunidad de seguir investigando juntas sobre espacios y literaturas, en la encrucijada incómoda pero necesaria donde los saberes se topan con la impredecibilidad de la vida.
Referencias bibliográficas
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Atmósferas y emociones colectivas: descolonizar los espacios emocionales
Laura Gherlone
Universidad Católica Argentina
Introducción2
La centralidad de las emociones para el ser humano y, posiblemente, para algunas especies animales no es un descubrimiento del actual “giro afectivo”; por el contrario, tiene una trayectoria mucho más larga: basta pensar en los antiquísimos rituales de luto. Lo que este horizonte de pensamiento ha puesto de manifiesto es que, en un mundo moldeado por la acción colectiva de los individuos –una acción a menudo depredadora y maléfica para el viviente y la materia inerte (tanto que hoy se habla de “antropoceno”, véase Coughlin y Gephart, 2020)–, es urgente entender el papel activo asumido por las emociones en nuestra historia. Lejos de ser un apéndice de la razón, los estados afectivos3 son ellos mismos una forma de inteligencia con una fuerte agentividad que puede afectar concretamente nuestras acciones, tanto a nivel individual cuanto a nivel comunitario, más aún si dichos estados se convierten en formas culturales (es decir, altamente codificadas y consolidadas) de descifrar el mundo. En las ciencias políticas-internacionales se está incluso comenzando a reinterpretar enteros períodos históricos (como la Guerra Fría) en clave emocional (Clément y Sangar, 2018), desvelando cómo este aspecto ha sido tradicionalmente subestimado, en detrimento de una compresión profunda de ciertos eventos.
El presente capítulo pretende ofrecer una mirada sobre el giro afectivo en su estrecha relación con el “problema del espacio” –fundamental para entender la acción del ser humano sobre el ambiente que lo hospeda y viceversa–, sin dejar afuera el tiempo en su dimensión mnemo-imaginativa. En el primer apartado abarcaré el concepto de “sociedad afectiva” mientras que