Nosotros no estamos acá. Jorge Rojas
vive los beneficios del inmigrante “legal”, la vida opuesta a la de Alexánder, la aspiración por la que todas las mañanas este se rearma en Tacna, luego de chocar una y otra vez contra la frontera, que ya no es solo un muro de papel, el desierto y la policía. También hay mafias.
“Ya necesito que esté aquí. Ha bajado de peso y tuvo que dar la ropa que tenía como parte de pago en el hospedaje. Hoy, con el favor de Dios, todo saldrá bien”.
23 de julio, conversación por WhatsApp
(04:20)
Alexánder: Misión fallida.
Fernando: ¿En serio?
Alexánder: Sí, un policía me dijo que ya me conocía, que tuviera cuidado si me pillaba otra vez. Estuvimos a un minuto de que llegara el taxi y nos agarraron.
Fernando: No jodas, qué ladilla, marico.
Alexánder: Mañana vamos a intentarlo por la puerta grande.
Fernando: ¿Cuál es la puerta grande?
Alexánder: Por el frente, pero en taxi.
Fernando: Alexánder, pero ya es demasiado.
Alexánder: Todos los días voy a intentarlo, porque quiero estar contigo.
Fernando: Ya vas por la octava vez.30 Lo que tienes que ver es qué están haciendo mal. Alexánder: Tú ves todo fácil, todo es cuestión de suerte, más nada. Pero bueno, allá tú, que yo soy el que estoy pasando roncha aquí. Fernando: Y tu suerte, ¿dónde la dejaste? ¿En Cúcuta? Alexánder: ¿Y tú? En vez de ponerte relajado te pones gafo [tonto]. Fernando: Es jodiendo, Alexánder. Alexánder: Sí, claro, ahora es jodiendo. Estamos hablando. La próxima vez que te escriba será cuando llegue a Arica. Fernando: Dale, pues, si eres gallo, muchacho. Si no me interesara no me quedaría hasta esta hora despierto esperando que escribas. Y sí, no me digas nada más. Ya vas a ver que lo lograrás, porque según tú, yo soy el que te tiene frenao.
(11:40)
Fernando: Buenos días, disculpa lo de anoche. Es que también estoy preocupado con esta vaina.
Alexánder: Tranquilo, tonto, está bien. Tú ni te imaginas cómo me siento, pero igual tengo muchas fuerzas para seguir adelante.
Fernando: Disculpa.
(21:09)
Fernando: Pasen hoy, chamo.
Alexánder: Vamos a esperar a ver. Hay que cuadrar bien todo.
Fernando: Bueno, mejor no digo nada más porque ahora yo soy el que está frenando la broma.
Alexánder: No eres tú, pero tomas una actitud que no es la correcta.
Fernando: No es eso, tonto. Yo sé que tú estás haciendo tu sacrificio por allá, pero yo también estoy haciendo un sacrificio aquí. Yo tampoco la he tenido fácil. Yo no te cuento nada para que tú no te sientas mal, pero hasta de peso he bajado por la pela [falta de dinero] que me estoy metiendo aquí. A veces como una vez al día, ni en Venezuela, pues. Me estoy matando y no joda, ando con los zapatos rotos, con la misma ropa, los mismos dos bóxer que me traje de Venezuela. Ya no tengo ni teléfono. Lo único que me hace sentir bien es que, coño, tú vas a estar bien aquí.
Alexánder: Yo sé que tú estás así porque yo estoy aquí, pero tranquilo que todo va a estar mejor.
24 de julio, conversación por WhatsApp
(11:08)
Fernando: Te mandé 50 soles. ¿Con eso pagas la habitación?
Alexánder: Sí, son 50 soles, porque somos siete y ninguno tiene.
Fernando: No jodas, ¿entonces no te alcanza para comida?
Alexánder: No, pero no importa, aquí yo veo.
(21:17)
Alexánder: Tuve que vender los zapatos para pagar la carrera de ahorita. La pobreza extrema.
Fernando: Alexánder, te dije que me avisaras si necesitabas algo.
Alexánder: Tampoco quería estar pidiéndote, porque sé que no tienes.
Fernando: Yo no tengo mucho, pero si necesitas yo resuelvo.
Alexánder: Lo importante es pasar.
Fernando: Cuando llegues cuadramos para comprar unos. Disculpa, yo te iba a mandar más pero tuve que pagar unas cosas y también hay que tener para cuando llegues a Arica.
(22:23)
Alexánder: [Manda una foto] Mira el gentío que se va.
Fernando: Así es mejor, verdad.
Alexánder: No sé, pero vamos con el chamo que se sabe la vía.
Fernando: Ay, pero esa gente hace mucho bulto.
Alexánder: Sí, eso es verdad.
Fernando: ¿De verdad son 7 horas caminando?
(06:36, del 25 de julio)
Alexánder: [Tres caritas llorando]
Fernando: ¿Qué pasó, niño?
Alexánder: Me están regresando para Tacna. Tantas veces que me agarraron, piensan que soy traficante de personas.
Fernando: No, niño, ¿en serio? ¿Y qué te dicen? ¿Muéstrales los papeles?
Alexánder: Tranquilo, ¡estoy en Arica!
Fernando: No te creo.
Alexánder: De pana, desde las 20:00 de ayer caminando. Y de paso con este niño. [Manda una foto del chico adentro de un auto, cuando iban rumbo al desierto, antes de cruzar a Arica].
Fernando: ¡Felicitaciones!
Alexánder: Fue la locura más grande de este mundo.
Fernando: Lo importante es que ya estás aquí.
Alexánder: ¿Cuánto me vas a mandar? ¿Me puedes pasar 80 mil? Para comprarle el pasaje a un pana.
Fernando: Mierda, niño, es que no los tengo. Voy a mandarte 55 mil.
Alexánder: Está bien, con eso alcanza.
(18:42)
Alexánder: Voy en la vía.
Fernando: ¿A qué hora llegas?
Alexánder: Mañana a las 22:00. ¿Tienes donde me pueda quedar?
Fernando: Yo te acompaño para donde mi amigo. Ya cuadramos un colchón y eso.
Alexánder: Está bien, tranquilo. La gente con la que estaba tiene seis meses aquí en Chile y se la pasan pidiendo y vendiendo caramelos y les va bien. Yo esta mañana salí sin zapatos del terminal de Arica y un taxista me dio unos azules, talla 43, y en la plaza una señora me dio un pan y un café.
Fernando: Qué locura. Aquí no quieren mucho a las personas que hacen eso, porque rayan a todos los demás. Más bien, la gente dice “gracias a Dios cerraron las fronteras, para que no entre el perraje de Perú y Ecuador”. Yo peleaba con todo el que decía eso, pero ya pasaste, que digan lo que quieran, jaja. Esta mañana casi lloré cuando me dijiste que te habían devuelto. Sentía que si te devolvían, ya no lo ibas a intentar más.
Alexánder: Fue una locura. Venía un gentío de venezolanos. Salimos a las ocho de la noche y no paramos de caminar. Los coyotes allá dicen que cuando ves la luz verde del faro, en el horizonte, ese es el lugar donde tienes que llegar. Se ve cerca, pero caminas y caminas y no llegas nunca. Antes de eso pasas los campos minados y de ahí para allá empiezan las montañas. Al cruzar el faro, tomamos a mano derecha, subimos y bajamos cerros, hasta que caímos en la playa. Ahí ya estábamos en Chile. Caminamos por la orilla, por la arena y por el mar, pasamos el aeropuerto y una academia militar. Para adelante no había alcabalas. Yo iba con un niño en brazos, de una venezolana que no podía más. Las olas eran fuertes, me llegaban a la rodilla. Cuando pasé a Arica se me quitó todo el cansancio y el sueño, de la emoción que tenía.
Fernando: Una cosa te fue llevando a otra y a otra, hasta llegar a la gente con la