Nosotros no estamos acá. Jorge Rojas
de ese mismo año, cuando una dentadura con coronas de plata y una estrella de oro incrustada en los incisivos apareció en medio de un campo minado, en el sector de la Quebrada de Escritos, donde están las minas desplazadas. El hallazgo ocurrió a 350 metros de la carretera y junto al cráneo había otros huesos esparcidos en un radio de cinco metros. Se pensó que sería fácil identificar los restos, por las marcas tan características en los dientes, pero aunque se publicaron avisos en los diarios con la foto del hueso, nadie los reclamó. Lo único que se supo es que la persona había muerto al menos diez años antes. Hasta ahora, aquella mandíbula sigue en el Servicio Médico Legal de Arica como NN.
Pienso nuevamente en Alexánder. Pienso que en cualquier momento, mientras el tren avanza, puede aparecer un cuerpo tirado en medio de la tierra, y se me vienen a la cabeza decenas de imágenes de fallecidos que he visto en mi vida: restos frescos, quemados, descompuestos, disecados y ahuesados. Pienso que en esta frontera morir reventado por una bomba es una realidad azarosa, y el riesgo mayor es perderlo todo, hasta la propia identidad, como le pasó a la persona de las coronas de plata.
El tren pasa frente al obelisco en el Hito 9. A un costado, escoltándolo, hay dos camionetas marca Dodge de Carabineros, con las balizas encendidas. Todas las noches, dos unidades de la policía se instalan ahí a realizar patrullajes. Llevan cámaras térmicas, visores nocturnos, pistolas calibre .40 y fusiles Colt M4, que son considerados armas de guerra, con un alcance superior a los 700 metros. Los coyotes que cruzan con grupos de indocumentados son lo menos preocupante; lo peligroso son las caravanas de contrabandistas y los traficantes de drogas.
Hay trece destacamentos de frontera en la Región de Arica, entre retenes y tenencias, que dependen de la IV Comisaría de Chacalluta, para vigilar 169 kilómetros. No hay claridad sobre la cifra exacta de carabineros que patrullan este territorio. La información ha sido declarada de “seguridad nacional”.24 Lo que sí se sabe es que ayer, 19 de julio, el Ministerio de Defensa promulgó el Decreto Supremo 265 que autoriza a las Fuerzas Armadas a prestar apoyo logístico en actividades que se vinculen con el control del narcotráfico y el crimen organizado. Parece ser cosa de tiempo para que esta facultad también incluya el tráfico ilícito de personas25 y el ingreso clandestino voluntario.
Por ahora, sin embargo, todos los procedimientos donde hay migrantes involucrados los realiza Carabineros. Cuando un indocumentado es sorprendido cruzando por un paso no habilitado, son ellos los que lo detienen, argumentando faltas al artículo 69 del decreto ley 1.094, conocido como ley de migraciones: “Los extranjeros que ingresen al país o intenten egresar de él clandestinamente serán sancionados con la pena de presidio menor en su grado máximo”.26 Tras la detención es la Fiscalía la que determina si imputa el delito o les otorga protección, en el caso de que sean víctimas de tráfico de personas.
Solo la experiencia y la observación permiten a la policía vigilar un territorio tan extenso. Para eso tienen un catastro de pasos no habilitados que de forma permanente están chequeando y actualizando. Analizan las huellas humanas, los rastros de vehículos o la basura arrojada al lugar para saber si los caminos están activos, tal como ocurre todas las noches en la línea del tren. Tal vez, el más activo de todos los pasos.
El autovagón continúa su viaje a Arica, ya en territorio chileno. Miro en todas las direcciones explorando cada cuadro dentro del marco de la ventana. Busco objetos ajenos al paisaje: huellas de zapatos o maletas. Las rutas ilegales también están sembradas de equipajes abandonados, algunos de ellos a medio enterrar, como esos contenedores que caen de los barcos durante las tormentas y que se pasan años flotando en el mar. El frío, cuando las temperaturas pueden llegar a -15 grados, y el “chuscal”, como llaman los aimaras a ese arenal que te come las piernas hasta las rodillas como si caminaras sobre la nieve recién caída, hacen que muchos migrantes decidan dejar sus pertenencias antes de desfallecer de cansancio. Pienso que algo de valentía hay que tener para desprenderse de lo único material que se carga. O simplemente es la desesperación de quitarse un peso de encima, para llegar al menos con el cuerpo a salvo al otro lado.
¿Será Alexánder un sobreviviente?
21 de julio, conversación por WhatsApp
(01:54)
Alexánder: Nos regresaron.
Fernando: No jodas, Alexánder. Mentiroso.
Alexánder: De pana.
Fernando: ¿Qué pasó?
Alexánder: Iba a llegar un taxi y se tardó. Y bueno, ya tú sabes. Tengo ganas de meterme yo solo.
Fernando: ¿Ahorita mismo?
Alexánder: Dentro de un ratico.
Fernando: No jodas, Alexánder.
Alexánder: …
Fernando: ¿Niño?
(05:38)
Alexánder: Me volvieron a regresar.
Fernando: No jodas, Alexánder. Ya van cuatro veces, chamo. ¿Qué más se puede hacer?
Alexánder: Estoy acá en el terminal, quédate tranquilo. Me siento mal. Todo el mundo pasa, menos yo.
Fernando: ¿Qué pasó? No te vayas a desesperar, quédate ahí y no inventes. Ya estamos metidos en este peo y tenemos que seguir llevándola.
Alexánder: Sí, voy a buscar a un señor para ver dónde dormir.
(09:31)
Alexánder: Le di al señor esta planchita de cabello que tenía y él me pagó una habitación. No es muy buena, pero sirve para descansar un rato e intentarlo otra vez.
Fernando: Dale, descansa. Te voy a hablar claro. Me siento burda de mal porque pienso que hicimos las vainas a lo loco, pero a pesar de todo algo me dice que hoy sí vas a entrar. Trata de no dar el teléfono como pago, porque ahí sí que va a ser un peo para comunicarnos. No te desanimes. Ya sabes cómo es el camino y estás con gente que parece ser seria.
(16:02)
Alexánder: Me acabo de despertar.
Fernando: ¿Lograste descansar?
Alexánder: Me están cobrando el teléfono cuando llegue a Arica.
Fernando: ¿Y qué vas a hacer? Qué chimbo que entregues el teléfono.
Alexánder: Niño, ¿pero cómo lo hago? Me siento cansado. Hoy cumplo una semana aquí.
Fernando: El coyote me escribió esto: “Tu pana está sin plata, lo único de valor que tiene es su celular”.
(23:25)
Fernando: Hoy me he sentido burda de mal.
Alexánder: ¿Por qué?
Fernando: Por toda esta paja.
Alexánder: Yo igual, pero me da risa que tú lo que haces es regañarme, como si yo no tuviese ganas de pasar.
Fernando: Jajaja… no, no es por eso. Yo sé que quieres entrar, es el desespero, marico. Estoy súper presionado. Yo sé que estás haciendo tu sacrificio por allá, pero yo tampoco la he tenido fácil aquí.
Alexánder: ¿Presionado por qué?
Fernando: Por todo. No quiero que estés más ahí. Estoy cansado también de este trabajo, que es súper explotador. Humillan mucho.
Alexánder: Apenas yo consiga trabajo te sales de ahí.
Fernando: Hoy [en Tarragona] me dijeron: “Fernando, lava la chancha”. Esa es una vaina como una caja grandísima que va debajo de los lavaplatos y ahí quedan todos los residuos de comida. Es un agua horrible que huele a mierda y tengo que lavarla hasta que quede brillante. Tenía ganas de irme, de pana.
Alexánder: Verga, verdad que hoy es domingo. Yo sé que no es fácil para ti.
Fernando: Acá donde mi tío se fueron a la nieve todos y andaban con la vaina de que fuera con ellos, que no todo era trabajar. Lo que no saben es que no tengo ni para el pasaje.
Alexánder: ¿Cuánto cobran?
Fernando: Como 15 mil por persona. El 15 de agosto es feriado, podríamos ir.
Alexánder: