¿Cómo aman las mujeres?. Bettina Quiroga
topológicas que le permitieron sostener la imposible relación entre los sexos y la diferencia de estos en su relación con el goce. Por último, el período de la ultimísima enseñanza que por el alcance de nuestra investigación nos conduce hasta los umbrales de este período.
Sobre la particularidad del amor en las mujeres, si nos remontamos a Freud, encontramos una respuesta posible a qué quieren las mujeres: las mujeres necesitan ser amadas. En “Inhibición, síntoma y angustia” (1926) introduce la idea de que para la mujer lo que representa la castración es la pérdida del amor. Esto la conduce a quedarse clavada a un objeto. Como expresa E. Laurent, se trata de la presencia de la angustia cuando pierde al otro del que toma lo que le falta. El hecho de que no tenga nada que perder la deja más abierta a la dimensión del estrago.
Es importante destacar la famosa frase la anatomía es el destino para hablar de las consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos. Si bien podemos leer en Freud el pene como órgano, es importante leerlo a la luz de toda su obra para no caer en un determinismo biológico. Evidentemente se separa de una referencia naturalista tomando la presencia o la ausencia de pene como un dato significante.
La teoría freudiana sostiene la distinción entre los sexos en función de cómo se juega en cada uno de ellos la relación con el falo, marcando así una asimetría de la vida amorosa entre hombres y mujeres.
Lacan se desprende de las referencias fenoménicas por las cuales los lazos amorosos no quedan subsumidos a las coordenadas del Edipo y así es posible para ambos, hombre y mujer, acceder a un amor más allá de los límites alcanzados por Freud. Entonces, ser hombre o mujer dependerá de la posición del sujeto respecto a la castración. De allí que no podamos sostener la anatomía es el destino, ya que esta no define ninguna posición sexuada; además de que no hay órgano adecuado para ninguno de los sexos.
Desde lo biológico se nace hombre o mujer, pero estos deberán, mediante identificaciones, realizar sus elecciones a un tipo sexual que puede o no coincidir con el sexo biológico. La lógica fálica distribuye la partición sexual entre tenerlo o no tenerlo a condición de renunciar a serlo.
Miller, en La pareja y el amor (2005), menciona diferentes articulaciones posibles del lazo amoroso, una de ellas es la que implica una oposición entre la dimensión del goce autoerótico y la dimensión del amor que se abre al Otro. Y expresa: “El amor es lo que diferencia al partenaire de un puro síntoma” (p. 20).
A partir del texto de Lacan, “Ideas directivas para un congreso sobre sexualidad femenina” (1960), tal vez empiece a esbozarse una línea para investigar los interrogantes planteados acerca de la particularidad del amor en las mujeres. De su lectura podemos extraer como idea principal que la importancia de la presencia del amor y del deseo de un hombre para la mujer radica en que para poder ser Otra para sí misma necesita el relevo de un hombre. Este desdoblamiento le permite no quedar a solas con su goce, aliviar lo ilimitado del goce femenino y no quedar avasallada por este.
En esta misma línea, Lacan, en reiteradas oportunidades, destaca diferencias entre hombres y mujeres poniendo el acento en lo femenino: como lo Otro, como alteridad; incluso a la lógica significante de los géneros.
En relación con lo anteriormente expuesto, hemos ordenado el presente libro en cinco capítulos y tres apéndices: El capítulo uno se refiere a los antecedentes lacanianos del amor; el capítulo dos lo dedicamos al amor en Freud; el capítulo tres al amor en Lacan; el capítulo cuatro al amor en las mujeres en Freud y en Lacan y, por último, el capítulo cinco lo dedicamos a la Enseñanza de los testimonios de pase de analistas mujeres respecto del amor.
Los apéndices se titulan:
1. Acerca del amor en Occidente;
2. El reino de las mujeres y el amor; y
3. El amor y las mujeres hoy.
Preliminares
Partimos de una inquietud: ¿Por qué las mujeres hablan del amor? Es habitual en las reuniones de ellas que este tema esté presente; también en nuestra práctica clínica nos encontramos con mujeres que llegan al consultorio, en un alto porcentaje, por temas de amor.
Para darle forma a esta interrogación inicial tenemos en cuenta la complejidad y transversalidad que el amor ha adquirido a lo largo de la historia y en la actualidad; transversal por la multiplicidad de disciplinas que lo abordan.
El amor ha sido y es objeto de estudio no solo del psicoanálisis, sino de múltiples teorías y modelos del conocimiento que intentan dar una explicación del “por qué” nos enamoramos y a su vez intentan responder qué es el amor.
Cada abordaje ofrece, a su modo, una respuesta a estos interrogantes y propone ciertos elementos que le son propios. Así, por ejemplo, la biología intenta explicarlo desde una base psicofísica o fisiológica argumentando que el amor es “producto” de la acción de determinas hormonas sobre el sistema nervioso; desde la filosofía, de la mano de Sócrates y tantos otros, el amor es el más fuerte de todos los deseos, el amor sería una pasión; parte del deseo humano de lo bello y lo bueno, nace del ansia de felicidad e inmortalidad. El amor es carencia y deseo. La unión más ideal, de acuerdo al esquema del amor socrático, es la que se da entre un alma bella y un cuerpo bello.
El psicoanálisis no es la excepción a todo esto y tanto Freud como Lacan también se ocuparon del tema e identificaron conceptos y construcciones que funcionan como determinantes de la vida amorosa: el narcisismo, el objeto a, el goce, el deseo, la no relación sexual, entre muchos otros. A la vez, nos confrontamos con que la caracterización del amor ha ido variando a lo largo de los desarrollos de la elucidación teórica psicoanalítica. Desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana, encontramos una lectura inédita del amor que produce distinciones fundamentales respecto a su conceptualización y modos de abordaje.
En los comienzos de esta teorización, el amor es un fenómeno de carácter ilusorio detrás del cual se esconde la verdadera naturaleza inconsciente de la elección de objeto. Este hecho determinará al sujeto en el continuo devenir de sus relaciones amorosas. Es el recorrido de Lacan el que demuestra que la experiencia analítica apuesta a la transformación del lazo de amor para acceder a un ‘nuevo amor’.
Tempranamente el amor está “capturado y adherido” en una intersubjetividad imaginaria, pero, la exigencia de ser amados conlleva la renuncia a cierta libertad del otro y a un compromiso no tan libre. Esto exige la participación del registro simbólico que implica “el intercambio libertad-pacto que se encarna en la palabra dada” (Lacan, 2007, p. 316). Esto es, una palabra que implica un acuerdo, un compromiso, un pacto, con lo cual el amor de la intersubjetividad imaginaria supone la dimensión simbólica.
El amor es situado por Lacan –junto con el odio y la ignorancia– como una de las pasiones del ser, pasiones de la relación con el Otro. Partimos del sujeto como falta en ser que busca colmar su carencia demandando recibir el complemento del Otro. En el Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud, ubica el amor como pasión del ser en la unión entre lo simbólico y lo imaginario. Destaquemos, no obstante, que las pasiones del ser no se confunden con las pasiones del alma que son las pasiones del objeto, a las que nuestro autor se refiere a partir de la llamada última enseñanza donde el sujeto es definido como parlêtre.
Para Freud la sexualidad infantil y la elección de objeto amoroso tienen su origen en la constelación Edípica y su lectura del amor queda ligada a esta, pero vislumbramos, inclusive, que va más allá. Lacan en sus Seminarios retoma el trabajo hecho por Freud sobre este tema para darle su lectura a partir de su experiencia clínica. Se refirió al amor de diferentes maneras: amor pasión, amor ilusorio, amor como don, amor cortés, amor como acontecimiento: dos medio decires que no se recubren, el amor es vacío.
Los diferentes modos de conceptualizar el amor nos orientan en nuestra práctica analítica donde escuchamos a los analizantes, muchas de ellas mujeres, que consultan por sus sufrimientos respectos a sus enredos en el amor, por los encuentros y desencuentros con el partenaire.
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