¿Cómo aman las mujeres?. Bettina Quiroga

¿Cómo aman las mujeres? - Bettina Quiroga


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continuación, nos centraremos en algunos de los antecedentes que inspiraron a Lacan para trabajar la temática del amor, específicamente, en tres obras que podemos ubicar como marco para introducirnos en nuestro tema.

      En el Seminario 1, Lacan para referirse al amor se remite a Goethe, autor que pertenece a la época del romanticismo, específicamente al prerromanticismo, al movimiento literario llamado Sturm und Drang, que se centra en una de sus novelas, Las penas del joven Werther y aborda el amor desde esa perspectiva.

      El Sturm und Drang (en español ‘tormenta e ímpetu’), fue un movimiento literario desarrollado en Alemania durante la segunda mitad del siglo XVIII, también tuvo sus manifestaciones en la música y en las artes visuales.

      La rebeldía del Sturm und Drang no estuvo exclusivamente orientada hacia la demolición del racionalismo en el arte. El movimiento sostuvo la posición rebelde en varios órdenes: protestó contra el despotismo político, exaltó la libertad en todas sus formas, buscó quebrar los moldes estrictos de la Ilustración. Desplazado el conocimiento positivista, científico y racional, lo sustituye por la intuición y la metafísica. El irracionalismo se une indefectiblemente al Romanticismo que lo encauza mediante el sueño y la imaginación, la fábula fantástica y lo maravilloso.

      El Sturm und Drang fue revolucionario en cuanto al hincapié que hace en la subjetividad personal y en el malestar del hombre en la sociedad contemporánea. La gran figura de este movimiento fue Goethe, quien escribió la novela más representativa de esta corriente, Die Leiden des jungen Werthers, Las penas del joven Werther (1774).

      A los principales lineamientos del Sturm und Drang, el rechazo del racionalismo y la valoración de lo misterioso, se añade la exaltación de la sensibilidad, en cuanto manifestación del sentimiento, de la pasión y la influencia del amor.

      Werther expone como tema central un amor frustrado que sumerge al personaje en un estado depresivo y melancólico que lo lleva al suicidio. El apartado que lleva por título “Las Incomodidades de Werther” expresa las incomodidades de su autor, Goethe, con su novela. Ya no veía bien una creación entusiasmada e inmediata, libre del peso de una elaboración; ya con un juicio maduro, pasado el torbellino de la juventud, ubica como poco artístico los excesos sentimentales que aparecían en sus obras.

      Sorprendió negativamente a Goethe la influencia que tuvo sobre sus lectores jóvenes, sobre sus pensamientos y sus conductas. Había transformado, sin proponérselo, la realidad en poesía. No se contentaba con que los jóvenes wertherianos adoptaran la muerte por mano propia, como respuesta a un mundo incapaz de contenerlos, y como modo de enfrentar el tedio vital.

      A partir de su Werther, había crecido una generación de hombres muy sensibles, de almas vulnerables y frágiles. Goethe enfrentó esa realidad con una frase que define el pensamiento de una época: “Lo romántico es lo enfermo” (Goethe, 2005, p. XV).

      Lo que lo condujo a escribir el Werther fueron diferentes episodios: anoticiarse que un joven culto se enamoró de la mujer de un colega y ante la imposibilidad de consumar su amor se suicida al enterarse del casamiento de Carlota (su amor imposible) con Ketzner (su prometido) y un amor más reciente que creía haber sentido por una joven que se termina casando. Aunque las penas de amor lo llevaron a escribir otras obras, esta fue, para Goethe, una experiencia no solo literaria sino vital. El tema central es el amor y muestra con su genialidad una vehemencia sentimental.

      El amor a Carlota Buff lo inspira en la escritura de Werther; este amor, esta pasión, llevan a Goethe a un constante sufrimiento que define como el atormentado, el trastornado. En las cartas que podemos ubicar en la novela se resalta no solo el amor por una mujer, sino la fascinación idealizante; y es como si continuara su enamoramiento a través del personaje de Werther (como si él mismo estuviera escribiendo esas cartas). A Werther se lo puede identificar por momentos con el enajenado, con el loco por sus estados de perturbación y por momentos con el niño.

      La escritura salvó a Goethe ya que pudo pasar a la pluma sus pasiones, su estado de tormento y casi enajenación. La moda Werther consistía en el uso de chaleco amarillo, la costumbre de largos paseos espirituales por el campo, la conducta suicida de algunos enamorados, y los juicios estéticos y éticos. Por momentos, pareciera que la obra se convierte en un elogio del suicidio y la locura.

      Como sostiene Jorge Warley, en la Introducción de la edición de la editorial Colihue: “Werther es el poeta, el artista, el filósofo, […]. Los más felices, dice Werther, son aquellos que, como los niños, viven el presente” (2005, p. LXI). La poesía amorosa, prepara el trágico final del héroe y adelanta la noción de genio tan importante para el romanticismo. El suicidio que se comete a causa de las penas de amor, y que el escritor imaginó en la ficción, encontró eco en la vida misma. Un crítico expresa que para leer el Werther hay que haber amado, para no parecer ridículo.

      Es importante mencionar que, en lo anteriormente expuesto, se destaca la palabra pasión como un afecto prevalente en este movimiento literario. Lacan aborda el amor en su primer Seminario desde la vertiente de lo imaginario, concepto que se convertirá en pilar del andamiaje teórico del corpus lacaniano. Por eso, podemos inferir que se sirvió del movimiento romántico para sus iniciales desarrollo sobre el amor.

      Desde el lugar de lo imaginario, la situación del sujeto y la transferencia, expresa que respecto al amor no hay en el plano psíquico diferencia entre el fenómeno artificial de la transferencia y el fenómeno espontáneo del amor. Habla del amor pasión, tal como lo vive el sujeto, como una catástrofe psicológica, y sostiene que el carácter narcisista de la relación de amor es imaginaria. Se confunde el objeto amado, sus atributos, con el Ideal del Yo del sujeto. Lacan sostiene que: “el amor imaginario participa en el fondo de la ilusión” (2007, p. 174). Este aspecto del Seminario 1 lo desarrollaremos en el capítulo tres de este libro. Desde ahí, intentaremos rastrear cuáles de estas características del amor, podemos ubicar en Las penas del joven Werther.

      En la primera parte de la obra encontramos las características del protagonista y conocemos cómo piensa. En una de sus cartas expresa: “…quiero mejorarme, ya no deseo volver a probar una y otra vez esos pequeños sin sabores que nos depara el destino como siempre lo hice, quiero gozar el presente, que el pasado sea pasado. Seguro, tienes razón, querido las penas del ser humano serían mucho menores si los hombres no se dedicaran con tanto afán –solo Dios sabe porque nos hizo así– a empeñarse con la imaginación en volver a recordar los dolores del pasado, en vez de soportar aceptablemente el presente” (Goethe, 2005, p. 5).

      Respecto del amor dice:

      Un joven corazón se enamora de una muchacha, pasa todas las horas del día con ella, desperdicia todas sus fuerzas, toda su fortuna, sólo para expresarle en cada momento que su entrega es total. Y en eso llega un filisteo, un hombre […], y le dice: «Distinguido señor, amar es humano, solo que usted tiene que amar como un humano. …».

      Si el joven le hace caso, se convertirá en un hombre de provecho […]. Solo que su amor se habrá terminado, y si es artista, también su arte (2005, p. 17).

      De la cita extraemos lo que supone la entrega total de un joven que se enamora, que pareciera que sin esa entrega total, sin esa vehemencia, el amor se termina. Esto nos permite desetacar qué concepción del amor es la que predomina; de ahí, Sturn und Drang, tormenta e ímpetu (o fuerza), pasión.

      Sobre Lotte (Carlota), la mujer de quien Werther se enamora, yendo a una fiesta, expresa:

      …


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