¿Cómo aman las mujeres?. Bettina Quiroga

¿Cómo aman las mujeres? - Bettina Quiroga


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moños rosados en las mangas y en el pecho (2005, p. 23).

      …toda mi alma se concentraba en su persona, el tono, los gestos, y apenas tuve tiempo de recuperarme de esta sorpresa… (2005, p. 24).

      En una de las cartas a su amigo le cuenta: “…he conocido a alguien que me ha tocado el corazón. […]. Y sin embargo, no estoy en condiciones de decirte de qué manera es perfecta y por qué es perfecta (p. 21).

      Werther pasa de la fascinación a dejar de entender las palabras que ella pronunciaba. Cuando estaban bailando queda perturbado y confundido al confirmar que estaba comprometida. “… sumergido en un mar de sensaciones […]. No pude aguantarlo, me incliné hacia su mano y la besé, inmerso en un baño de lágrimas divinas” (2005, p. 31).

      Se refiere a su enamorada como perfecta. La fascinación que ella despierta en él indican perturbación y confusión. Esta la podemos leer con Lacan cuando afirma: “El amor es un fenómeno que ocurre a nivel imaginario, y que provoca una subducción de lo simbólico, algo así como una anulación, una perturbación de las funciones del ideal del yo” (Lacan: 2007, p. 215).

      Volviendo a los argumentos de Werther leemos: “No conozco a nadie a quien pudiera tenerle miedo por ocupar un lugar en el corazón de Lotte. Y sin embargo, cuando habla con tanto cariño, con tanto amor de su prometido, me siento como aquel caballero al que han despojado de su buen nombre, de todos sus honores y ha perdido hasta la espada” (Goethe, 2005, p. 45).

      En otra de sus cartas dirá:

      ¡Desdichado! ¿Estarás loco? ¿Te estás engañando? ¿Qué esperas de esta interminable pasión desenfrenada? Solo a ella dirijo mis ruegos: mi fantasía solo puede imaginársela a ella; y todo lo que me rodea en este mundo lo relaciono con ella. Esto me depara de vez en cuando una hora feliz, hasta que vuelvo a tener que alejarme de ella (2005, pp. 65-66).

      En la segunda parte de la novela, podemos comenzar a ver la perturbación en la que Werther se encuentra. Sus penas, sus pasiones, consumido por su amor a Lotte y su hastío de vivir, muestran que sus ideas de acabar con su vida son cada vez más claras: “Ay, tome el cuchillo ya cien veces para liberar este atormentado corazón. […]. “¡…quisiera abrirme las venas para alcanzar la eterna libertad! (2005, p. 86).

      Más adelante, comparándose con Albert (el esposo de Lotte) expresa que ella hubiese sido mucho más feliz con él, porque este hombre, Albert, no puede satisfacer todos los deseos de ese corazón porque hay cierta carencia, cierta falta de sensibilidad. Y agrega: “Mis lágrimas se han secado. Estoy trastornado…”. (2005, p. 91). En páginas posteriores añade: “No puedo rogar ¡Dámela!, porque pertenece a otro. Mientras tanto me entretengo con mis penas”. […]. “Ella siente lo que estoy padeciendo” (2005, p. 106).

      En uno de los apartados, aparece Lotte dirigiéndose a él, pidiéndole que se modere en su trato con ella en las visitas. Y lo interroga:

      ¿Porqué yo, Werther? ¿Justamente yo, que pertenezco a otro? ¿Justo yo? Sospecho, sí, sospecho que tal vez solo sea eso, la imposibilidad de poseerme la que genera en usted esta exaltación del deseo.

      […].

      … ¿no hay en este inmenso mundo ni una sola mujer que pueda satisfacer los deseos de su corazón? Haga un esfuerzo, sobrepóngase y búsquela, se lo juro, la va a encontrar (2005, p. 123).

      Los dichos de Lotte, expresan muy bien, otra de las características del amor imaginario: el sufrimiento, la desesperación de quien ama. Si el otro tomado como objeto es imposible o no es correspondido, exaltando aún más la pasión que ella llama deseo, se trata del amor condenado y sacrificial.

      El amor narcisista según lo concibe el psicoanálisis es un intento de capturar al otro en sí mismo como objeto y queda del lado de la fascinación imaginaria. Lacan expresa en su Seminario 1 que la fascinación imaginaria no es amor, este implica un don activo que requiere considerar el plano simbólico tal y como desarrollaremos en el capítulo tres del presente libro.

      El amor sacrificial lo leemos en Werther cuando exclama:

      “… ¡quiero morir! No es desesperación, he pergeñado una convicción, y me voy a sacrificar por ti. ¡Si, Lotte! ¿Por qué he de callarlo?”. […]. “Al empezar estaba tranquilo, ahora lloro como un niño, todo se aparece tan vivo ante mí” (2005, p. 125). “¡Quiero hacerlo, debo hacerlo! ¡Oh, qué bien me siento sabiendo que me he decidido!” (p. 127).

      “¡Me ama!, ¡me ama! […]. Mi corazón vuelve a gozar ese delirio”. Respecto a unas flores que ella le envió manifiesta: “¡Oh pasé media noche mirándolas, sabiendo que eran testimonio de tu amor! Pero, ¡ay!, esas impresiones fueron pasajeras…” (2005, p. 139).

      Lotte pensaba en Werther perdido para ella, al que no podía dejar, pero debía abandonar a su suerte: “…una vez que la sintiera perdida, no le iba a quedar nada más”. “¡Cómo le pesaba ahora algo de lo que no se había percatado en su momento, la parálisis de sentimientos que había surgido entre los dos” (2005, pp. 141-142).

      Ya al final de la obra y en relación a las armas que le mandó a pedir vía su criado a Albert (esposo de Lotte) manifiesta Werther:

      ¡Y tú, Lotte, me entregas las armas! […]. ¡Temblaste al entregárselas, no dijiste adiós! ¿Ningún adiós? ¿Me has cerrado tu corazón, solo por culpa de ese instante que me unió a ti para toda la eternidad? ¡Lotte, no habrá milenio que pueda borrar ese recuerdo! ¡Y lo siento, eres incapaz de odiar a aquel que tanta pasión ardiente siente por ti! (2005, p. 144).

      Y continúa: “¡Oh, Lotte!, ¿qué habrá que no encierre un recuerdo tuyo? ¿No estás presente en todo lo que me rodea?” (2005, p. 145). “¡Cómo me he apegado a ti! ¡Desde el primer momento ya no te pude dejar! ” (p. 146). Como desenlace final Werther se quita la vida.

      Este final ilustra lo que Lacan llama el apego mortal como una característica del amor imaginario ya que en este se ama al propio yo realizado a nivel imaginario; y así como se lo ama también se lo puede aniquilar o aniquilarse.

      Consideramos a partir de lo desarrollado que Lacan encuentra en la novela de Goethe un antecedente del amor que responde a las siguientes características: culto a la imaginación; una ternura ideal y mística; la imposibilidad y el sufrimiento que ilustran el amor condenado. De esto se desprende que el amor (en este caso, por una mujer) equivale a la fascinación idealizante, a una pasión imaginaria, con todo lo que ella implica. Manera ejemplar de exponer la cara imaginaria del amor.

      Otro de los antecedentes que inspiraron a Lacan para trabajar la temática del amor y en especial lo relacionado con el amor cortés es el Heptamerón de Margarita de Navarra.

      Margarita de Navarra, hija de Carlos de Angulema y Luisa de Saboya, hermana mayor del rey Francisco I de Francia, nació en Angulema en 1492. Gran lectora, poetisa y cazadora, se casó a los diecisiete años, por razones políticas, con el duque de Alençon, Carlos IV, en el año 1509 y, en 1527 en segundas nupcias con Enrique II de Albret, rey de Navarra. Manifestó simpatías por Lutero y Calvino y fomentó el movimiento hugonote, aunque al momento de su muerte (acaecida en Odos, Bigorre, en 1549) había vuelto al seno de la religión católica.

      Fue una mujer con grandes inquietudes intelectuales, una verdadera humanista: protectora de las letras, siempre rodeada de humanistas y escritores. Escribía sobre mística y sobre los debates en torno a la nueva religión. También estaba interesada en el Decamerón de Boccacio, cuya traducción al francés data de 1544. Su obra se distingue de la italiana por un rasgo principal: no contiene historias inventadas, solo historias verdaderas.

      Se propone escribir una obra, cuyo proyecto, era reunir diez cortesanos entre los más destacados de la corte, señoras, caballeros, jóvenes de ambos sexos, cada uno de los cuales elegiría otros diez hasta lograr llegar a cien. Su finalidad era contar historias de parejas verdaderas y contemporáneas.


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