¿Cómo aman las mujeres?. Bettina Quiroga

¿Cómo aman las mujeres? - Bettina Quiroga


Скачать книгу

      La filosofía es el camino de retorno hacia la reconquista de nuestra naturaleza. Una vida armónica y el amor a la sabiduría conducen al triunfo de lo mejor que hay en nosotros. La filosofía es una locura divina, es el amor a la sabiduría. El Eros, como el alma, y como el filósofo, pertenecen a ese linaje de seres medianeros entre el mundo de las Ideas y el de las cosas materiales. Su misión consiste en poner en comunicación ambos mundos.

      Después de hacer referencia a lo dicho por Diótima sobre el amor Sócrates expresa:

      Por eso no solo sostengo yo que todo hombre debe venerar al Amor, sino que también venero lo que tiene relación con él y lo practico de modo preferente, incito a los demás a hacer lo mismo y ahora y siempre hago la alabanza del poder y de la valentía del Amor, en la medida de mi capacidad (Platón, 1985, p. 99; 212 b-c).

      Diótima considera que el amor es el amante, a diferencia de Sócrates quien creía que el amor era el amado. Ella le dice: “Por este motivo, creo yo, te parecía sumamente bello el Amor, porque lo amable es lo que en realidad es bello, delicado, perfecto y digno de ser tenido por feliz y envidiable. En cambio el amante tiene una naturaleza diferente, que es tal como yo la describí” (1985, p. 85; 204c).

      Para Platón y su maestro Sócrates el amor es una carencia: el hombre desea lo bueno y lo bello, bienes que no posee. Siguiendo a Diótima, al contar el mito del amor donde Eros, al ser engendrado en el día del natalicio de Afrodita, el amor siempre está en el cortejo de la diosa, y por ser Afrodita supremamente bella, corresponde al amor ser amante de lo bello.

      Sobre lo expuesto hasta aquí, de que para Sócrates el amor podría leerse como el amado y a partir del discurso de Diótima el amor quedaría del lado el amante; el primero como el que tiene; el segundo como el que no tiene, la cuestión que es importante introducir, es si eso que tiene el amado guarda relación con lo que le falta al amante.

      Podemos ubicar, entonces, la importancia para Lacan de recurrir a El Banquete para trabajar el amor en relación a la falta, al deseo, al tener y al ser; el amor como don y el objeto a como ágalma, aquello que se busca en el campo del Otro; el amor de transferencia y el lugar del analista.

      Pero este juego de términos no cambia la posición sobre el amor que plantea Diótima. Para ella el amor es idealizante, y si Sócrates queda convencido por ella, entonces, el amor sería la metonimia ascendente a lo bello. El Banquete no termina ahí, sino que después del discurso de esta diosa, Platón introduce a Alcibíades, el hombre borracho, el de los excesos, el del escándalo, y que podemos decir, presentifica la verdad del discurso idealizante de Diótima y la respuesta de Sócrates a este.

      Entonces, El Banquete, en el Seminario La transferencia le sirve a Lacan para trabajar el amor de transferencia, cuyo modelo lo encuentra en el amor de Alcibíades por Sócrates; y la metáfora del amor que le permite ubicar el lazo analítico y la posición del analista.

      Lacan afirma que Sócrates sabe del amor y además, sabe reconocer las funciones del amado/eromenos y del amante/erastes. A partir de ellas, ubica que mientras uno no sabe lo que le falta, el otro no sabe lo que tiene. No hay ninguna coincidencia, hay desgarro, discordancia, hiancia; este es el problema del amor. Lacan plantea la cuestión del amor en términos significantes, es una metáfora en tanto la articulamos como sustitución.

      Con su discurso “Sócrates ha introducido el giro decisivo al presentar la falta en el corazón de la cuestión del amor. El amor, en efecto, solo se puede articular en torno de esta falta por el hecho de que, de aquello que se desea solo se puede obtener su falta” (Lacan, 2008, p. 149). Luego, sobreviene la renombrada irrupción de Alcibíades en la escena. Lacan dice a partir de su entrada que lo que queda plasmado en la respuesta de Sócrates es: “No es para mí para quien has hablado, sino para Agatón” (p. 163).

      Para trabajar el amor de transferencia se remite a un término clave del Banquete que es el ágalma. ¿Cómo se presenta el ágalma en el texto? Alcibíades empieza su elogio diciendo que va a desenmascarar a Sócrates, quiere que este le manifieste su deseo, aún sabiendo que siente deseo por él, quiere un signo de su deseo. Lo compara con un sileno que guarda en su interior un objeto precioso, agalmático y eso es lo que busca en Sócrates.

      Hay un desvío respecto de la dialéctica de lo bello de los discursos anteriores, la forma de captura de lo deseable. Es comparado inclusive al sátiro desvergonzado y al flautista quien, dice Alcibíades: “…sin instrumentos, con tus simples palabras, consigues el mismo efecto. […]. En cambio, cuando se te escucha a ti […], quedamos transportados de estupor y arrebatados por ellas” (Platón, 1985, pp. 105-106; 215-d).

      Ágalma interesa aquí en el sentido de tesoro, inclusive de brillo. Lacan señala la relación entre estos objetos que provocan una subversión, que hace caer a quien sea bajo las ordenes de quien los posee con la pregunta: “¿Qué quieres?” A esta altura la pregunta es por el deseo, “¿Hay un deseo que sea verdaderamente tu voluntad?” (Lacan, 2008, p. 165).

      Lacan se pregunta, si Alcibíades sabe que es un amado de Sócrates. ¿Para qué necesita obtener el signo de su deseo? ¿Y por qué Sócrates no quiere entrar en el juego del amor? La respuesta de Sócrates lo dirige a Agatón, a un tercero, diciendo que allí donde él ve algo, no hay nada, “yo no soy nada”. Así lo expresa: “…no se te vaya a escapar que yo no valgo nada…” (Platón, 1985, p. 111; 219) Este es el saber de Sócrates. Por lo tanto, si este mostrara un signo de su deseo estaría admitiendo que tiene lo que al otro le falta y sería posible la metáfora del amor (que es la sustitución de eromenos/amado por erastes/amante). Pero no, él se niega porque sabe que su esencia es vacía, que no hay nada en él digno de ser amado.

      Él sabe qué es el amor. Sin embargo, Lacan sostiene: “… y precisamente porque sabe está destinado a engañarse, o sea, a desconocer la función esencial de ese objeto, el ágalma, que constituye la meta” (2008, p. 187). Desconoce que ese es el resorte del amor. Sócrates, sin saberlo, cuando pronuncia el elogio a Agatón, devuelve a Alcibíades su alma, haciendo nacer a la luz el objeto de su deseo. En este punto Sócrates viene a representar el lugar del analista: lugar vacío, y desde este lugar, señalar y ser causa de deseo.

      A partir del desarrollo anterior, destacamos la importancia de esta obra ya que nos orienta respecto al lugar del amor en la escena analítica vía la transferencia, y, fundamentalmente, en la temática de nuestra investigación. Además, nos permite caracterizar el amor en la vertiente simbólica: el amor como ágalma, el signo de amor como don de lo que no se tiene, lo que se busca en el objeto de amor es su falta, es esa nada y eso es lo que se ama en el otro.

      Consideramos necesario el camino recorrido en este capítulo para situar algunos antecedentes fundamentales que sirvieron de marco para que Lacan pudiera abordar la temática del amor. Son ellos los que, de alguna manera, permitieron que en su obra se pudieran ir trazando los diferentes movimientos que la conceptualización del amor va a sufrir desde el inicio hasta el último período de su enseñanza.

      Con Las penas del joven Werther situamos la dimensión imaginaria del amor, el amor pasión. Con el Heptamerón destacamos la importancia del amor cortés y la posibilidad, a partir de este, de pensar la cara real del amor. Con El Banquete, no solo ubicamos la vertiente simbólica del amor; sino que todo el diálogo de Sócrates nos sirve para destacar algo que él mismo sostiene: “Yo no sé nada de eso”, pregúntenle a Diótima, ella sabe. Es decir, ubica el saber sobre el amor del lado de una mujer.

      A partir del amor como ágalma, amor cortés, amor y romanticismo a continuación, nos detendremos en la teorización de Freud sobre el amor.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу


Скачать книгу