Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra. Pilar Illanes Vicioso
la actitud crítica de una parte de la sociedad, puesto que existía cierto recelo con respecto a las ayudas y los beneficios económicos de los que los veteranos podían disponer. Van Ells hace un inciso sobre este punto, y señala que los estadounidenses estaban dispuestos a pagar por los programas de reinserción para veteranos, pero se mostraban descontentos ante el abuso de estas ayudas por parte de los beneficiarios (247). Van Ells añade que estos programas también encontraban resistencia cuando afectaban, por ejemplo, a los intereses personales de los poderosos (247). Por su parte, en The Veteran Comes Back (1944), el sociólogo Willard Waller abogó por la creación de un programa para rehabilitar al veterano, en vez de ofrecerle ayudas en forma de pensiones o prestaciones por desempleo (304).
En cualquier caso, es evidente que las medidas destinadas a reintegrar a los veteranos tenían como fin facilitar el acceso al empleo y la vivienda, para que así pudiesen formar una familia o seguir manteniendo a la que ya tenían. En películas como The Best Years of Our Lives (1946) o Till the End of Time (1946), podemos observar que el trabajo es uno de los pilares primordiales sobre los que se asienta este proceso de volver a integrar al veterano en la sociedad. No obstante, regresar al mismo puesto que habían desempeñado antes de su marcha no parecía justo en algunos casos, dada la magnitud del sacrificio de estos hombres, quienes habían puesto sus vidas en peligro por defender a su país. The Best Years of Our Lives (1946) ofrece otro ejemplo que pone en evidencia este problema, a través del personaje del veterano Fred Derry. Fred no quiere volver a servir bebidas y helados, oficio que desempeñaba antes de su servicio en la guerra. Cuando vuelve al lugar en el que trabajaba, ve que la tienda ha sido absorbida por una empresa aún mayor y ahora es una gran superficie. Fred habla con el nuevo jefe, quien le dice que al haber cambiado de dueño, no está en la obligación de devolverle su trabajo. Finalmente, le ofrece trabajar en un puesto de la misma categoría y en el que ocasionalmente tendrá que servir bebidas, tal y como hacía antes. Fred rechaza esta propuesta, ya que piensa que se merece algo más, pero al ver que no hay posibilidades de obtener un trabajo mejor en ningún otro lugar, termina aceptando la oferta. Además, cabe destacar que durante la escena en la que va a buscar trabajo y a continuación lo rechaza, uno de los supervisores que solía ser su asistente expresa su preocupación por el ingente número de soldados que demandan un puesto de trabajo. Aunque el comentario es breve y podría pasar desapercibido, es poderoso en cuanto a que refleja las preocupaciones de la sociedad con respecto a los veteranos.
Por otra parte, el matrimonio y la familia también representan pilares fundamentales sobre los que cimentar la vuelta a la vida en sociedad. Muchos hombres tuvieron que separarse de sus esposas o novias para ir a la guerra, otros estaban solteros pero deseaban casarse e iniciar una vida familiar en su regreso a casa. Sin embargo, lo que en principio parecía el camino lógico a seguir, y para el que el Gobierno había dispuesto las medidas necesarias, se terminó convirtiendo en un reto difícil de superar para aquellos que no lograban encontrar la felicidad dentro de esos parámetros.
La realidad era que, durante la participación de estos hombres en la guerra, la nación había necesitado diseñar una propaganda de celebración del poder de las mujeres para sostener a la patria, de manera que ellas habían estado haciendo el trabajo que los combatientes habían dejado de realizar, por lo que en cierto sentido se produjo una especie de abandono de la conceptualización de la familia como pilar básico de la nación. Esta realidad es la que encuentran los veteranos: no solamente ellos han experimentado un tipo de vida totalmente diferente a la que habían tenido antes del conflicto, sino que al llegar a casa, las vidas de las mujeres que se habían quedado también habían sufrido cambios profundos.
En este sentido, la vuelta de los combatientes produjo un giro radical en la interpretación de las identidades masculina y femenina, adoptando una renovada ideología de la separación de las esferas que retornaba a celebrar las condiciones femeninas y masculinas como opuestas en un eje binario, una ideología que se encargaron de expandir los productos de Hollywood junto a la literatura y otros discursos no literarios de la época.
Prosiguiendo con los cambios a los que los veteranos tuvieron que adaptarse, hay que prestar especial atención a la recuperación de la individualidad. En Soldier to Civilian: Problems of Readjustment (1944), libro escrito por el médico y especialista en psiquiatría George K. Pratt, el autor expone que uno de los propósitos del servicio militar es despojar al individuo de, precisamente, su condición de ser único, capaz de tomar sus propias decisiones. Pratt habla de tres cambios que el civil tiene que sufrir cuando comienza su instrucción militar, el primero habla de adaptarse a la pérdida de la individualidad, el segundo alude al abandono de los hábitos y las relaciones personales que haya podido mantener hasta entonces, y el tercero hace referencia a la adaptación a un tipo de vida en la que no podrá gozar de la libertad que la vida de civil le otorgaba (35). De repente, el civil pasaba a un régimen de vida en el que no se le permitía pensar por sí mismo ni en sí mismo, obedecía órdenes, nunca estaba solo, y formaba parte de un grupo, algo que por otra parte, tal y como explica Pratt, servía para compensar la pérdida de la individualidad (38).
Tras la euforia inicial del regreso, los familiares que rodeaban al veterano volvían a su rutina diaria, esperando que él se sumase a ella sin más. Cuando esta incorporación resultaba ser difícil o simplemente no tenía lugar, la familia no alcanzaba a entender exactamente cuál era el motivo, veían que su hijo, padre o marido se sentía inseguro y un tanto perdido, por lo que este estado era motivo de preocupación e incluso de frustración. Pratt también tiene en cuenta a las familias y recalca la importancia de que estas se muestren comprensivas, para así poder ser más pacientes con la indecisión y las dudas que el veterano tiene cuando se trata tanto de asuntos triviales como de asuntos importantes (118). Respecto a esta falta de seguridad a la hora de tomar decisiones, Pratt señala que la individualidad es la posesión más preciada que tiene el ser humano, y añade que reducirla puede llevar a una baja autoestima, ansiedad, y sentimientos de inferioridad (35), elementos que consecuentemente pueden aumentar la inseguridad del veterano.
En la película Till the End of Time (1946), dirigida por Edward Dmytryk, el veterano Cliff W. Harper experimenta dificultades a la hora de poner su vida en orden. Cliff estaba estudiando cuando tuvo que marcharse a la guerra, así que al volver le ofrecen la posibilidad de seguir sus estudios, pero este la rechaza. No sabe exactamente qué quiere hacer, y esto hace que sus padres se preocupen por él, ya que piensan que un trabajo le ayudará a comenzar el proceso de adaptación a la vida civil, sin embargo Cliff parece reacio. Por otra parte, en su primer día de vuelta ha conocido a una chica, Pat, a la que besa pero luego rechaza porque es la viuda de un militar que falleció en la guerra, e intuye que ella sigue enamorada de su marido. Posteriormente, Cliff intenta hablar de su experiencia en la guerra, pero su madre se lo impide. Además, durante la primera noche que vuelve a pasar en su habitación, hace pensar a sus padres que duerme plácidamente, sin embargo, una vez estos cierran la puerta, Cliff abre los ojos y rompe a llorar silenciosamente. Ha sido un primer día bastante intenso, y el protagonista empieza a darse cuenta de que la idílica vuelta a casa no era lo que él tenía en mente, ya que ni su familia ni él mismo están reaccionando como él esperaba. Esta visión idealizada de la vuelta al hogar que tenía el soldado se veía intensificada, o incluso provocada, por influencias externas, tales como las marchas, la propaganda, y las costumbres militares (Pratt 123-124).
Volviendo a The Best Years of Our Lives (1946), vemos que en este caso el matrimonio es lo que ayuda a los protagonistas a seguir adelante con sus vidas como civiles. En el caso del personaje de Al Stephenson, quien tiene problemas ocasionales con la bebida, es su esposa Milly la que le sirve de apoyo para no caer del todo en el alcoholismo. Milly es una mujer fuerte que ha criado a sus hijos y se ha ocupado de su hogar mientras su marido estaba en la guerra, se muestra como una persona inteligente, paciente, comprensiva, y que, sobre todo, sabe devolverle a Al el lugar de cabeza de familia. Por lo tanto, son estas cualidades de Milly las que ayudan al personaje a encaminar de nuevo su vida. Paralelamente, la mutilación sufrida por otro de los personajes, Homer Parrish, hace que se distancie de su prometida, ya que no quiere que ella eche a perder su vida cuidándole. No obstante, ella le demuestra que no será una carga y que quiere casarse con él a pesar de todo, por lo que Homer decide seguir adelante con el compromiso y acaban contrayendo matrimonio. Así pues, parece que el matrimonio heteronormativo