Ideas en educación III. Ignacio Sánchez D.
el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas del Ministerio de Educación (Chile, 2018), dando visibilidad a cada una de las culturas que nos constituyen como país. Como señala un estudio realizado en la Novena Región (Lohndorf, Vermeer, Cárcamo, De la Harpe, & Mesman, 2019), aún es necesario seguir avanzando en la educación intercultural, de manera de disminuir prejuicios y disparidad social.
4. Rol mediador del adulto educador
En relación con lo anterior, estamos de acuerdo en que el enfoque de la educación en la primera infancia se basa en la perspectiva de aprendizaje y juego, lo cual ineludiblemente desafía a los educadores a centrarse en los párvulos y, al mismo tiempo, en potenciar el logro de los objetivos de aprendizaje.
El rol de la educadora es igualmente relevante en los procesos de aprendizaje y de juego. Es importante para apoyar, para desafiar y alentar la disposición y el deseo del niño y la niña de continuar el proceso de dar sentido al mundo. Esto significa que el enfoque debe estar en la comunicación e interacción. Ser capaces de integrar el juego y el aprendizaje en los niveles de educación parvularia orientados a objetivos significa ver a los párvulos que aprenden jugando y, al hacerlo, permitir la expresión de su creatividad, las elecciones, las iniciativas, las reflexiones, etc., en ellos. También significa ser consciente de los objetivos de aprendizaje y utilizar cada momento y todas las experiencias para desarrollar su comprensión de diferentes aspectos del mundo circundante (Pramling Samuelsson, 2005).
La educadora mediadora de aprendizajes elige y organiza los contenidos (formas de saber) y los métodos (formas de hacer) más pertinentes para propiciar el desarrollo del pensamiento transformándose, entonces, en una constructora de puentes entre el medio y los niños y niñas, posibilitando la incorporación de una amplia gama de estrategias cognitivas y procesos que derivarán en comportamientos considerados como prerrequisitos para un buen funcionamiento cognitivo y afectivo (Román & Díez, 2008). La educadora mediadora lleva al párvulo a focalizar su atención no solo en el estímulo seleccionado, sino en las relaciones entre este y otros estímulos y hacia la proyección de resultados. El adulto mediador describe, agrupa y organiza el mundo junto a los niños y niñas mediante experiencias pedagógicas y a las cuales ellos responden, generándose un proceso interaccional relevante para el desarrollo cognitivo profundo.
Son varios los autores que describen el rol mediador del educador de párvulos; uno de ellos es Tébar (2007), quien plantea que el docente mediador debe ser pensador, reflexivo y crítico, configurándose como modelo de referencia, capaz de configurar su acción pedagógica a partir de un paradigma sólido y de base científica, inspirado en valores y en una ética sensible a la diversidad. Por otro lado, para Lo Priore y Rubiano (2005), la educadora mediadora es una estratega, una guía y conductora de procesos de aprendizaje, una investigadora que procesa su propia experiencia y una productora de su propia acción educativa, reflejada en la concreción de los roles anteriormente señalados.
Aquí invitamos a la reflexión sobre el tipo de iniciativas educativas para los párvulos, con la convicción de que no da lo mismo el tipo de propuesta formativa. Ya hemos desarrollado, en forma muy simple, aspectos como el paradigma que sostiene un tipo de educación u otra, el que dependerá además de la idea de niño o niña que sustenta nuestras creencias. En este sentido compartimos nuestra necesidad y urgencia de una pedagogía más sostenible para el presente y futuro, una pedagogía que no separe el juego del aprendizaje, sino que se centre en lo importante, en lo que va a marcar la vida de tantos niños y niñas. De esta forma, estaremos en mejor pie para promover una infancia saludable y feliz que constituya la base de nuestra sociedad.
En esta misma línea, reiteramos la necesidad de que el juego sea el eje central de la pedagogía, ya que es una de las actividades inherentes al ser humano. En múltiples ocasiones se declara que es la principal actividad que caracteriza a la infancia, pues supone una manera espontánea y natural de aproximación a la realidad (Lancy, 2014); en definitiva, un modo de socializar e interactuar con la cultura.
Empatizar con la infancia consistirá entonces en tener la capacidad de jugar, pues el juego permite simbolizar o crear realidades, simular la propia vida. El juego es, por excelencia, un elemento imprescindible en el desarrollo infantil y está comprobado que a través de él se estimula la capacidad de explorar, indagar y descubrir en los niños y las niñas; en definitiva, los pequeños aprenden porque juegan. En las últimas décadas se ha robustecido la investigación acerca de la importancia del juego en el desarrollo integral en la infancia (Linaza, 2013).
El juego da la oportunidad de esforzarse, de inventar, de imaginar, de ensayar y dar solución a diversas situaciones problema de la vida. A través de él, los niños y las niñas conocen en profundidad el entorno que los rodea, adoptan ese entorno y aprenden sus valores. Jugar les facilita el respeto a ciertas normas, a coordinar acciones, a confrontar intereses, formando la base de la convivencia, e incluso una iniciación en los valores de una vida democrática (Jover, Prieto y Sánchez-Serrano, 2017).
Por su presencia en distintos escenarios históricos y culturales, se han realizado diversos estudios que evidencian diferencias y similitudes entre las formas de juego infantil de diversas culturas (Whitebread y Basilio, 2013). Las variaciones en las actitudes hacia el juego existentes entre las culturas y las subculturas se explican en función de los valores culturales sobre la infancia, el género y las relaciones con el mundo (Whitebread, Basilio, Kuvalja y Verma, 2012). Pero, con independencia de la cultura en la que crezcan, resulta indudable que todos los niños y niñas se encuentran involucrados en dinámicas lúdicas. Es un patrón universal.
5. La institucionalidad que sostiene la Educación Parvularia actual
El Sistema de Aseguramiento de la Calidad en Educación Parvularia (SAC EP) se fundamenta en los referentes curriculares del nivel. Estos son: las Bases Curriculares de la Educación Parvularia (BCEP), el Marco para la Buena Enseñanza de la Educación Parvularia (MBE EP) y los Estándares Indicativos de Desempeño de la Educación Parvularia (EID EP).
Las Bases Curriculares de la Educación Parvularia (Chile, 2018) constituyen el referente que define principalmente qué y para qué deben aprender los párvulos desde los primeros meses de vida hasta el ingreso a la educación básica, según requerimientos formativos que emanan de las características de la infancia temprana, contextualizada en nuestra sociedad actual. Incorporan condiciones y requerimientos sociales y culturales que enmarcan y dan sentido al quehacer educativo en esta etapa. Son premisas indiscutibles de su contenido, el reconocimiento de niñas y niños como sujetos de derecho, junto al derecho de la familia de ser la primera educadora de sus hijos e hijas.
El Marco para la Buena Enseñanza de la Educación Parvularia (Chile, 2019), por su parte, busca orientar las prácticas pedagógicas que debe desarrollar cada educador/a de párvulos, para fortalecer su ejercicio ético profesional y generar las mejores oportunidades de aprendizaje de todos los niños y niñas, desde los primeros meses de vida hasta el ingreso a la educación básica, teniendo como fundamento principal las Bases Curriculares de la Educación Parvularia (Chile, 2018).
Los Estándares Indicativos de Desempeño de la Educación Parvularia, a su vez, son un conjunto de referentes que constituyen un marco orientador para la evaluación de los procesos de gestión educacional de los establecimientos y sus sostenedores, buscando apoyar y guiar el proceso de mejora continua.
Estos referentes se sustentan en ciertos enfoques esenciales, basados en los principios que releva la educación parvularia y que están directamente relacionados con la calidad. Entre estos, y como elemento imprescindible para hablar de calidad, está el enfoque de derechos de la Infancia, el cual se desprende de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y el enfoque de derechos humanos.
Fuente: Elaboración propia.
El Consejo Nacional de Educación (CNED), como institución constituyente del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, aprueba los referentes curriculares principales de la Educación Parvularia, en un proceso que ha sido intenso a partir de 2018, creándose y/o actualizándose los siguientes documentos orientadores: Bases Curriculares de la Educación