Resolver los conflictos con la comunicación noviolenta. Marshall B.Rosenberg
final pregunto a los alumnos:
-“¿He respondido a vuestra pregunta? Si no es así, decidme qué más necesitáis saber”.
Y de esa manera iniciamos la conversación.
Imagino que les debe de llevar tiempo elaborar la lista de los “chacales”. A partir de ahí, ¿cómo continúan?
Pido a las personas con las que estoy trabajando que describan el comportamiento de los chacales y que digan exactamente qué es aquello del comportamiento del otro que les quita calidad de vida.
La Comunicación NoViolenta es un medio para establecer una conexión empática con nosotros mismos y con el otro. La empatía es una cualidad muy valiosa y profundamente humana que todos podemos desarrollar. Lamentablemente, la comunicación que hemos aprendido nos distancia de nuestra verdadera naturaleza humana. La Comunicación NoViolenta nos ayuda a recuperar de nuevo nuestra capacidad natural de escuchar con el corazón. Y creo sinceramente que el mayor placer que hay en la Tierra para nosotros, los seres humanos, es el de contribuir al bienestar de nuestros iguales.
La verdad es que, cuando leo el periódico, tengo la impresión de que estamos muy lejos de lograrlo.
Soy consciente de la violencia. En mi trabajo estoy permanentemente en contacto con ella. Pero eso no me impide creer que la alegría de dar y recibir empáticamente forma parte de nuestra esencia. Y, ¿por qué surge entonces la violencia?
Durante toda mi vida me he hecho esta pregunta. Empecé en mi infancia, cuando en el año 1943 mi familia se trasladó a Detroit, Michigan, justo a tiempo para vivir la violencia racial que se desencadenó en nuestro barrio. Durante días no salimos de casa, mientras a nuestro alrededor tenía lugar una guerra racial.
A mis ocho años de edad, fue una experiencia que me marcó. Aprendí que la gente puede agredirse y matarse por el color de su piel. Y cuando fui al colegio empecé a notar que mi apellido judío violentaba a otros. Así que crecí con la pregunta. ¿Qué lleva a las personas a agredir a otros? ¿Qué les aporta ver sufrir a alguien?
Al mismo tiempo tuve la suerte de vivir justo lo contrario en mi familia. Cuando mi abuela estaba a punto de morir –tenía todo el cuerpo paralizado–, mi tío venía todas las tardes y ayudaba a mi madre a cuidar de ella. Yo veía resplandecer a mi tío; parecía que esto le llenaba de una profunda alegría. Y pensaba: ¿por qué hay personas como mi tío y otras que son capaces de matar al prójimo? Al hacerme adulto seguía planteándome estas preguntas. Estudié Psicología porque pensaba que así comprendería algo al respecto. Terminé mis estudios con un doctorado, pero sin encontrar respuestas tranquilizadoras a mis preguntas. En Psicología aprendí que las personas que son violentas tienen un trastorno. Sin embargo, creo que considerar la violencia como una enfermedad es un punto de vista simplista y peligroso. ¡Ojalá fuera tan sencillo!
Mientras tanto, he llegado a la conclusión de que todo esto tiene que ver con el lenguaje y la comunicación. La respuesta a la pregunta sobre la causa de la violencia está, creo, en la manera en que hemos aprendido a pensar, a comunicarnos y a gestionar las relaciones de poder.
Cuando salí de la universidad no tenía claras estas interrelaciones de causa y efecto y monté mi propia consulta como psicoterapeuta. Tuve bastante éxito; de repente tenía una gran casa, mis tres hijos iban a colegios privados y yo llevaba una vida agradable. La mayoría de mis pacientes eran mujeres con depresión. Poco a poco iba aumentando mi sensación de que como terapeuta sólo estaba tratando síntomas aislados, cuyas causas más profundas se ocultaban en otra parte, concretamente en las estructuras de las relaciones, en nuestro lenguaje, en las relaciones de poder. Esas mujeres no estaban deprimidas porque estuvieran enfermas. Creo que el papel que jugaban las mujeres en esa época hubiera llevado a la depresión casi a cualquiera. Por eso me planteé: ¿por qué no cambiar las estructuras, si son dañinas para las personas que viven en ellas?
De ahí que tuviera tanto éxito mi trabajo con pacientes depresivas, porque las escuchaba. Podría haberlas diagnosticado y haberles recetado antidepresivos, pero lo que las ayudaba de verdad era que ofrecía empatía a su increíble dolor y desesperación. Y esto fue lo que las ayudó, lo que les dio la fuerza para hacer algo por cambiar su situación vital.
Cada vez me costaba más identificarme con mi papel como terapeuta y finalmente dejé mi consulta y busqué formas para cambiar las estructuras de pensamiento y de poder, quise desarrollar un método capaz de transformar nuestra educación. Y así surgió la Comunicación NoViolenta.
La Comunicación NoViolenta también se conoce como “el lenguaje jirafa”. En sus talleres usted no sólo utiliza al chacal como símbolo de comunicación desconectada de nuestras emociones, sino también a la jirafa como símbolo del lenguaje del corazón. Las jirafas tienen un corazón enorme con el que bombean la sangre a lo largo de su cuello hasta la cabeza; no tienen enemigos naturales y están fantásticamente bien dotadas para simbolizar toda clase de cualidades positivas. Por el mundo entero podemos encontrar marionetas en forma de jirafas o de chacales animadas por formadores en CNV. ¿Qué es lo que hace de la Comunicación NoViolenta un método de resolución de conflictos tan eficaz?
Al principio la gente piensa que la Comunicación NoViolenta es muy sencilla. Luego descubren lo difícil que es. Sin embargo, la idea básica del método es muy sencilla.
• En primer lugar, obsérvate a ti mismo: ¿qué está vivo en ti?
• En segundo lugar, ¿cómo mejoraría tu calidad de vida?, ¿qué es lo que enriquecería tu vida?
• Luego, aprende a comunicar estas dos cuestiones, con sinceridad, sin ningún tipo de crítica.
Todo está incluido en estas dos preguntas. El ejercicio consiste en compartir esta toma de conciencia con otros seres humanos y en escuchar de manera empática lo que expresa nuestro interlocutor.
Responder a estas dos preguntas requiere manejar un lenguaje particular, que permita decir las cosas con precisión. Cuando nos molesta algo en el comportamiento de otra persona, es importante ser preciso. En el lenguaje jirafa hay cuatro componentes que me parecen muy útiles.
En primer lugar, observa sin juzgar. El primer paso en la Comunicación NoViolenta es, por tanto, transmitir a la otra persona lo que no nos gusta, sin juzgar ni interpretar su comportamiento. Una observación clara implica mantenerse fiel a los hechos.
Por ejemplo, un hombre le dice a su mujer: “tú no sabes administrar el dinero”. Y ella le responde: “siempre me tienes que estar controlando”. Esto no son observaciones. Son interpretaciones y juicios respecto a un comportamiento.
El filósofo indio Krishnamurti dijo: “la forma más elevada de inteligencia consiste en observar sin juzgar”. Los estudios sobre racismo y sexismo demuestran que las personas que tienen un pensamiento discriminatorio no tienen en cuenta esta distinción. Creen que sus juicios responden a la realidad.
Esto quiere decir que con la Comunicación NoViolenta deberían desaparecer todos los prejuicios. Pero, ¿cómo podemos ir por la vida sin valorar las cosas? La capacidad de valoración es en realidad una habilidad necesaria para sobrevivir.
Sí, desde luego que es esencial saber valorar las cosas. Se trata de que encontremos una forma de valoración que esté al servicio de la vida. Cuando, por ejemplo, juzgo el comportamiento de otra persona, lo puedo hacer sin ponerme por encima de ella. Todo depende del uso que hago de mi poder. Quiero tratar a las demás personas de modo que nos beneficiemos conjuntamente de dicho poder.
Desgraciadamente, observo que, con frecuencia, tienen otra forma de ejercer el poder: intentan dominar al otro. La culpa, por ejemplo, es una forma usual y perversa de utilización del poder. Asumimos que son las otras personas las que crean nuestros propios sentimientos. Y hago a mi prójimo responsable cuando me siento mal. Le digo por ejemplo: “me haces daño”. O: “me has decepcionado”, “me pones furioso”.
Un aspecto central de la Comunicación NoViolenta es la toma de conciencia de que los demás no son responsables de nuestras emociones. Lo único que puede influir en nuestras emociones es la actitud interior