Resolver los conflictos con la comunicación noviolenta. Marshall B.Rosenberg

Resolver los conflictos con la comunicación noviolenta - Marshall B.Rosenberg


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Recordaban perfectamente cómo era yo en la escuela. Incluso me atrevería a decir que la mayor parte de mi vida he estado furioso. Antes de integrar la Comunicación NoViolenta en mi vida, cada día había algo que me ponía furioso. Cualquier cosa bastaba. Y desde hace unos diez años, casi no me pongo furioso. Tampoco me importa si me pongo furioso. Creo que es normal estar furioso. Pero ahora conecto muy rápidamente con mis necesidades.

       EL LENGUAJE DE LAS NECESIDADES

       “Todo conflicto es la expresión trágica de una necesidad insatisfecha”

       Entiendo que las necesidades son algo muy importante, pero he de reconocer que la palabra me resulta complicada: necesidades. Tiene algo de escasez, de carencia, algo así como estar necesitados. ¿Se ha quejado alguien alguna vez de este concepto?

      Todo el mundo. A mí tampoco me gusta la palabra necesidad, porque tiene muchas connotaciones negativas que no tienen nada que ver con la belleza que veo ahí. Para mí, las necesidades son manifestaciones de la vida. Pero el concepto se suele asociar con “necesitado”, “ansioso”, “dependiente”, “egoísta” y otras cosas desagradables. Durante mucho tiempo he buscado una palabra que describa lo que quiero expresar. Pero no he encontrado ninguna que sea mejor. Resulta significativo que en nuestro idioma y en nuestro entorno cultural no exista otra palabra más positiva para ello. No hemos aprendido a contemplar nuestras necesidades como un regalo hermoso y valioso.

      Por eso digo siempre que se trata de estas dos preguntas:

      • ¿Qué está vivo en ti? Y,

      • ¿Qué haría más rica tu vida?

      Para mí es importante que la gente entienda este planteamiento. ¿Qué está vivo en ti? Se trata de eso. Yo hablo sobre sentimientos y necesidades, porque me parece el camino más lógico de ocuparme de estas preguntas. Pero, si a alguien se le ocurre algo mejor, estoy abierto a sugerencias.

      Además propongo integrar en nuestro vocabulario expresiones sobre nuestras necesidades. No es tan difícil, porque en principio sólo tenemos nueve necesidades básicas. Por lo menos es lo que opina el economista chileno Manfred Max-Neef, cuya teoría global está basada en las necesidades humanas. En mi libro (3) he incluido una lista de 20 a 30 necesidades, pero estoy de acuerdo con Max-Neef de que hay sólo nueve categorías generales en las que caben prácticamente todas. Por supuesto que existen muchas expresiones para hablar de las necesidades y compartirlas y es importante encontrar las palabras con las que uno se identifique.

       ¿Nueve necesidades? Así de pronto se me ocurren ya tres necesidades: comer, beber, dormir …

      Podemos agruparlas todas bajo la necesidad de cuidado corporal, junto con el bienestar corporal y algo así como protección y alojamiento. Las demás son: la necesidad de seguridad, la necesidad de comprensión (yo también la llamo empatía), necesidad de creatividad, de amor, (a mí me gusta más hablar de la necesidad de intimidad), la necesidad de juego, descanso, autonomía y sentido, y también se podría hablar de una necesidad espiritual.

      Hablar el “lenguaje jirafa” implica emplear en cualquier situación palabras para expresar lo que nos pasa interiormente. Y para ello resulta muy útil generarse un vocabulario personal para poder describir estas nueve necesidades.

      El ser humano es un ser gregario, es decir, necesitamos los unos de los otros para poder satisfacer nuestras necesidades. Y al mismo tiempo soy responsable de mis sentimientos y de la satisfacción de mis necesidades.

      Hay una necesidad que oigo muchas veces y que utilizo, la necesidad de respeto. Todo el mundo sufre si no es tratado con respeto. Lo mismo vale para el reconocimiento. Tengo la impresión de que, al utilizar estas palabras para designar la necesidad, se pone de manifiesto un dilema: depende del otro que yo sea tratada o no con respeto, es el otro quien decide si satisfacer o no mi necesidad de respeto.

      Respeto no es una buena palabra para expresar la necesidad que hay detrás. Y al mismo tiempo se trata de una necesidad importante y por eso la utilizamos tanto.

      Muchas veces, cuando la gente usa la palabra respeto, en realidad se refieren a algo distinto, lo que buscan es ser reconocidos por lo que son. Apuesto a que, si nos tomáramos tiempo para determinar lo que hay detrás de la necesidad de respeto, descubriríamos que en el fondo, a un nivel más profundo, hay una necesidad de empatía. Pero para eso es necesario un nivel de conciencia elevado y por eso muchas personas sintetizan todo esto en la palabra “respeto”.

      El problema es que, como las necesidades ocupan un lugar menor en nuestra forma habitual de comunicarnos, no tenemos muchas palabras para designarlas. Las culturas desarrollan un gran vocabulario para aquellas áreas a las que dan mucha importancia. Así, en los países donde hay mucha nieve, existen diferentes palabras para designar todo tipo de nieve. Ése es el problema fundamental de las necesidades. Nuestra cultura no presta demasiada atención a las necesidades y por eso no hay un vocabulario extenso para ellas. A menudo, en las palabras que utilizamos para designar las necesidades hay encerrada una estrategia; eso pasa, por ejemplo, en palabras como “respeto” y “reconocimiento”. Así, cuando hablamos de la necesidad de respeto, en realidad esa palabra está describiendo lo que debe hacer la otra persona, y eso no es una necesidad, sino una estrategia.

      Una estrategia es, por tanto, una representación muy concreta o la forma favorita de satisfacer una necesidad. Por ejemplo, cuando tengo la necesidad de descansar y recuperarme, una de mis estrategias favoritas consiste en dar un largo paseo. Existen otras muchas estrategias para satisfacer esa necesidad: algunas personas hacen deporte, otras se dan un baño. Todos tenemos las mismas necesidades, pero ideas y estrategias totalmente diferentes para satisfacerlas. Y creo que la cosa se complica en el momento en que hay más de una persona implicada.

      La cosa funciona cuando conocemos nuestra necesidad y no nos aferramos a una estrategia concreta. Cuando tengo claro esto, puedo preguntarle a cualquiera si me ayuda a satisfacer mis necesidades. Pero doy por sentado que sólo lo hará si lo quiere hacer. No tengo ninguna expectativa, sólo le digo lo que me gustaría.

      ¿Ninguna expectativa? Suena más fácil de lo que luego es en realidad. ¿Qué ocurre si tengo una crisis y tengo la imperiosa necesidad de que mi mejor amiga esté ahí, dándome empatía? Si soy sincera, tengo la esperanza de que no me deje en la estacada. O en una relación de pareja, ahí también tenemos expectativas.

      Según mi definición, la necesidad no se dirige hacia una persona concreta o a una conducta determinada. En su situación está mezclando la necesidad con la petición. Es muy importante diferenciarlas claramente. Porque sólo entonces podremos reconocer que vivimos en la abundancia. Cuando contemplo las necesidades que tengo sin asociarlas a una estrategia concreta, entonces el mundo entero se ofrecerá a mí para satisfacerlas.

      En cuanto confundimos la necesidad con la petición y pensamos que nuestra necesidad sólo puede ser satisfecha por una persona determinada o de una manera concreta, nos estamos limitando y transformamos la abundancia en escasez. Además, la persona a la que le decimos:

      -“Necesito empatía y tú tienes que dármela”.

      Escuchará una exigencia. Nadie tiene ganas de darme algo cuando la satisfacción de mis necesidades depende sólo de él. Imagínese la carga que sería para usted, si fuese la única persona que pudiera satisfacer mis necesidades.

      Así, si puedo disociar el cumplimiento de mis necesidades de determinadas personas, encontraré a alguien –y hay 6000 millones de personas en el mundo– que pueda hacer algo por mí. Si me incluyo yo, también puedo hacer algo: me puedo dar autoempatía para satisfacer mi necesidad de empatía.

      Por supuesto que algunas veces tenemos una fuerte preferencia a la hora de dar satisfacción a nuestras necesidades. Por ejemplo, cuando se trata de la necesidad de ternura o intimidad, puede ser que esté pensando en una persona en concreto. Pero eso no cambia en nada el hecho de que esa necesidad la puedo colmar a través de múltiples


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