Resolver los conflictos con la comunicación noviolenta. Marshall B.Rosenberg
necesidad de atención y conexión genera muchas veces conflictos en las relaciones de pareja.
Muy bien, el sentimiento podría ser de soledad. A partir de ahí puedo expresar mi necesidad con tres actitudes diferentes.
Así, una opción es: me siento solo porque mi necesidad de conexión no está satisfecha y llego a ti y te digo algo como “oye, ya llevamos todo el fin de semana juntos en esta casa y no puedo recordar una sola vez en la que hayamos cruzado una palabra … y, sabes, me había hecho muchas ilusiones de pasar estos días juntos. Ya sé que tienes muchas cosas que hacer y que por eso estás todo el día con el ordenador … y no quiero ponerte nervioso, pero hace poco que he leído que la pareja media pasa muy poco tiempo juntos, quiero decir, tiempo verdaderamente compartido …, sabes, y cuando pienso esto, me recuerda a mis padres, ellos tampoco tenían tiempo para dedicarse el uno al otro …”
Gracias, ya es suficiente. Creo que he entendido a qué se refiere:
“no ser pesado”. La verdad es que esta forma de hablar le pone a uno realmente furioso.
Sí, porque cuando estoy en esa energía no tengo la sensación de que mis necesidades sean un regalo. Pienso que tener necesidades significa ser dependiente y vivir una situación de carencia. Entonces me construyo la imagen de un ser humano que no tiene derecho a tener necesidades. Y como me censuro y me prohíbo tenerlas, temo que los demás me enjuicien. Así que me justifico durante dos horas para convencerles. Esto, naturalmente, pone al otro nervioso y reacciona con: “ya, ya, luego”, o algo parecido, lo que me confirma que no tiene ganas de pasar tiempo conmigo.
¿Y cuál es la alternativa eficaz?
Para ello es imprescindible tener conciencia de que nuestras necesidades son regalos. Yo lo llamo energía de Papá Noel, porque suena como: -“Ho, ho, ho, afortunado. De entre los seis mil millones de personas de la Tierra te he escogido a ti para satisfacer mi necesidad de atención y conexión”. Y lo digo en serio. Si contemplamos nuestras necesidades como regalos, le damos al otro la oportunidad de realizar lo que más le gusta hacer a las personas: ayudar a que la vida sea más rica y hermosa. Y como jirafa, sólo quiero que el otro satisfaga mi necesidad si él lo desea. Es difícil de imaginar por qué alguien no querría satisfacer mis necesidades, pero si decide no hacerlo, tendrá sus buenos motivos.
La imagen de la necesidad como un regalo es muy gráfica, porque pone en evidencia la alegría que da salir al encuentro del otro sin expectativas. Incluso cuando no quiero satisfacer la necesidad del otro, lo puedo tomar como un regalo y apreciarlo.
Me decía que había tres actitudes diferentes; tengo curiosidad por conocer la tercera.
Está relacionada con la primera variante.
-“Apaga el maldito ordenador. Si no me dedicas tiempo de verdad, me marcho”.
Esto quiere decir que planteo exigencias. Cuando expreso así mis necesidades, seguramente es porque durante mucho tiempo no me he atrevido a hacerlo y cada vez me he ido poniendo más furioso y entonces me sale algo así. Pero obedece al mismo principio que en el primer ejemplo: no creo que mis necesidades sean importantes. Yo llamo
• A la primera variante, “no aburrir”,
• A la segunda “Papa Noel” y
• A la tercera “o esto, o lo otro”.
Tengo la sensación de que mucha gente piensa que son responsables de las necesidades de otras personas y por eso tienen miedo a decir que no cuando les piden algo. Y esto les lleva a decir “sí” a algunas cuestiones que verdaderamente no desean.
Realmente es lo más grave: “decir que “sí” cuando pienso “no”. Esto es muy peligroso, déjeme que le explique por qué.
Una madrugada, a las dos de la mañana, sonó el timbre de mi casa; llovía y al abrir me encontré con una mujer embarazada que estaba hecha un mar de lágrimas.
-“Mi marido me ha echado. Le he pedido una cosa y ha empezado a gritarme: ¡fuera, vete, vete!’”
Hay otras formas más agradables de despertarse. No tenía una idea clara de qué se trataba, y le dije:
-“Pase usted. ¿Es usted vecina nuestra?”
-“No, vivo al otro lado de la ciudad”.
-“¿Y cómo ha llegado usted hasta aquí?”
-“He llamado a mi madre, que vive en California (por aquel entonces yo vivía en Texas) y le he contado que mi marido me ha echado. Hace poco que ha participado en un taller suyo y pensó que sería bueno que viniera hasta aquí y hablara con usted”.
-“Ah, de acuerdo”.
-“Llevo casada ocho años y mi marido ha cumplido siempre todos mis deseos, ha hecho siempre todo lo que le he pedido con una sonrisa en los labios. Y de repente le pido algo, una tontería, y empieza a gritarme: ¡fuera!”
En ese momento supe dónde estaba el problema: durante ocho años, él había estado diciendo que “sí”, pero pensando que “no”. Había dicho que “sí” a todo, porque tenía miedo de decir que “no”. Todo lo hizo no porque quisiera, sino para comprar su amor y no sentirse culpable. Esto tiene un precio muy alto, porque la persona que siempre dice que “sí” está pasando permanentemente por encima de sus necesidades, generando poco a poco dentro de sí una rabia enorme.
Al final resultó ser así, tal y como yo me había imaginado.
¿Cómo está usted tan seguro?
Porque desperté al marido. Pensé, ¿voy a estar yo aquí sentado con esta mujer, en mitad de la noche, mientras este tipo está tan tranquilo durmiendo? Así que le llamé y le invité a nuestra pequeña reunión. Estuvimos hablando toda la noche y averiguamos que el problema estaba en que él no tenía ni idea de cuáles eran sus necesidades. Era una persona agradable. Cuídese de las personas agradables. Las jirafas no son agradables.
Déjeme hacer un resumen general del tema de las necesidades: son muy importantes y si las tomamos como un regalo podemos alegrar a los demás. Esto quiere decir que la actitud con la que comunicamos nuestras necesidades es más importante que nuestro lenguaje. Y, además, mi felicidad no depende de que los demás satisfagan mis necesidades.
Buddha lo expresó de una manera muy bonita: nunca dependas de tus estrategias.
¡Qué bueno que cite a Buddha! Siempre he pensado que los budistas consideran deseable liberarse de sus necesidades.
He tenido largas charlas con budistas acerca de esto. Yo valoro mucho el budismo, he extraído gran parte de mis ideas de Buddha. Peo no creo que Buddha haya dicho nunca: “no tengas necesidades”. No puedo imaginarme que haya dicho nunca algo tan absurdo; pienso que no podríamos vivir sin aire. Pero algunos budistas con los que he hablado lo ven de otra manera, consideran que no tener necesidades es en cierto modo sagrado.
Quizás esté uno liberado de necesidades cuando está iluminado.
Incluso entonces hay que hacer pis y estoy seguro de que los iluminados también comen en algún momento. Nadie me cuenta que no beba o que no coma. No lo creo.
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