Historias del hecho religioso en Colombia. Jorge Enrique Salcedo Martínez S J
y Panamá), circunscripción geográfica que “sirvió de base y punto de partida o de tránsito para las primeras expediciones a Tierra Firme”14. Esta comunidad religiosa
[…] había demostrado una experiencia diferente, si no en el terreno de la preparación doctrinal sí en materia misional. Había realizado y lo seguía haciendo la gran compañía de evangelización en el antiguo reino nazarí, en el norte de África y en Canarias. Estuvieron pronto en México (los famosos doce apóstoles) y su afán misionero les llevaba pocas jornadas y menos leguas por detrás de las huestes de conquista, cuando no iban a la par o incluso les precedían.15
Acerca de la creación de obispados en Latinoamérica, Pacheco señala que
[...] en los comienzos se establecieron sedes episcopales en aldeas que prometían convertirse en ciudades; como un factor importante no solo para la vida religiosa de la región, sino también para su progreso material se buscaba además con el nombramiento de un obispo darles a los indios un protector interesado en la conversión de estos al cristianismo.16
Los obispados, por tanto, se configuraron como los centros administrativos autónomos encargados de los sacramentos, los nombramientos y la función judicial de la Iglesia, además de ser la figura responsable del trabajo misionero y de la formación de los seminaristas. La llegada de los prelados a Hispanoamérica trajo consigo un nuevo panorama y una nueva tarea de evangelización:
Los obispos seculares se encontraron con una feligresía indígena a la que a duras penas entendían, una sociedad blanca española que les consideraba poco menos que extraños y era adversa al control social que, desde las sedes, estos nuevos obispos —peninsulares todos— pretendían ejercer sobre una élite en trance de solidificarse […]. En fin, unos prelados seculares enfrentados inclusive a las autoridades civiles por problemas de jurisdicción o protocolo.17
En estos primeros años de establecimiento, las instituciones religiosas en América no solo se vieron opacadas por los enfrentamientos con el poder civil, sino que a la vez afrontaron disputas en el seno de la organización eclesiástica, pues, como muestra Castañeda, los conflictos entre el clero regular y secular no se hicieron esperar, en parte porque: “las órdenes empiezan a cobrar importancia en el episcopado, creciendo hasta límites que el clero secular entendió casi como oprobiosos, y en clara contravención a lo establecido por el código canónico. Sumando todos los obispos seculares, su número quedaba por debajo del de los obispos nombrados en el seno de una sola orden religiosa”18.
Después de este primer panorama general, véase como se concreta la llegada de los primeros franciscanos en el Nuevo Reino.
PRIMEROS FRANCISCANOS EN EL NUEVO REINO
El historiador franciscano Gregorio Arcila señala que el primer franciscano que tocó tierra colombiana fue fray Alejaldre, capellán de Colón en 1502. Para 1509 llegó un nuevo grupo de religiosos con Diego de Ojeda, a la Nueva Andalucía, territorio que se extendía desde el Golfo de Urabá hasta el Cabo de la Vela19.
Por otro lado, el jesuita Juan Manuel Pacheco expone que el 14 de abril de 1508, el rey Fernando envía una carta al Capítulo General de los franciscanos que se celebra en Barcelona, pidiéndole destinar a las Indias un número de religiosos20. Finalmente, el 22 de septiembre de 1508 se embarcaron en la nao “guecha” ocho religiosos dirigidos por el padre Antonio de Jaén. A los 3 meses les seguían 4 franciscanos más, entre ellos fray Pedro de Avilés y fray Fernando de Sepúlveda.
En esos primeros años del siglo XVI, fundan los franciscanos un pequeño convento en Santa María la Antigua del Darién: “Hay hecho un monasterio de franciscos muy devotos por los primeros que pasaron a Tierra Firme antes que fuese la armada. Son los frailes muy devotos y muy pobres”21. En dicho convento viven para los años de 1512 y 1517 entre 3 o 4 franciscanos.
Poco después de instalado este convento, el rey Fernando le pide al Papa León X crear el obispado de Santa María la Antigua del Darién, presentando como candidato a dicho cargo al religioso franciscano Juan de Quevedo, superior de la provincia de Andalucía y predicador de la corte. Del padre Quevedo, Gregorio Arcila menciona que era natural de la diócesis de Santander; es el primer obispo residencial en el Nuevo Mundo y luego es primer obispo de Panamá, cuando el obispado del Darién se traslada a esta ciudad22.
El Papa accede a dicha candidatura y por la bula Pastoralis officii debitum, del 28 de agosto de 1513, crea dicha diócesis y nombra a tal obispo. Respecto del nuevo obispo, Pacheco menciona que
Fray Juan de Quevedo había nacido en la pequeña población de Bejorís, en la actual provincia de Santander (España). Recibió el hábito franciscano en el convento de San Francisco de Sevilla. En 1502, en el capítulo provincial celebrado en Ecija, había sido elegido definidor provincial, y en el de 1507 ministro provincial. Era amigo del cardenal Cisneros. Las Casas le llama “solemne y afamado predicador”.23
El nuevo obispo Quevedo se embarca en la expedición de Pedrarias de Ávila, el 11 de abril de 1514, junto a 17 clérigos, 2 capellanes y 6 franciscanos, para ayudar en el proceso de adoctrinamiento indígena, que traía como comisario a fray Diego de Torres. Arcila muestra que entre estos frailes se encontraban: fray Juan de Escobar, fray Sebastián de Rivadeneira y fray Juan de Mendaña. Además, como lo menciona este autor, “desde el año inicial de 1509 habían seguido arribando a diversos lugares y provincias que después entrarían a formar el Nuevo Reino de Granada, exploradores, capellanes y misioneros de la orden seráfica, pero sin constituir, por supuesto, aquí, cuerpo orgánico y jerárquico aparte, supuesto que dependían aún de sus respectivas provincias españolas”24. En 1532 el rey envía seis religiosos a Santa Marta.
Después de seis meses de su llegada a Santa María, el obispo Quevedo describe en una carta al rey la situación tan precaria de su obispado: “Son muertos más de la mitad de la gente; otra parte es vuelta a Castilla. De 17 clérigos que fueron solo han quedado cinco; unos se han ido, otros muerto de hambre”25. Con la llegada de esta expedición, el convento franciscano de Santa María adquiere nueva vida, aunque su situación inestable y frágil no varía por las muchas necesidades que pasan los frailes que lo habitan: “Se ha hecho un monasterio de San Francisco, en que hay seis religiosos, escribían las autoridades de la Colonia a la corte en mayo de 1515, y pasado han muchas necesidades; suplican que porque son personas que han hecho y hacen mucho provecho les manden dar limosna en dinero o en otra cosa”26.
Frente a esta situación, el gobernador de Santa María la Antigua, Pedrarias de Ávila, informa el 28 de diciembre de 1515 que “el monasterio de San Francisco está en muy buen lugar y bien hecho, y que el padre fray Diego de Torres lo hace muy bien y los religiosos también, y que le parece que vuestra alteza los debe proveer de alguna limosna y les hace merced de algunos indios pequeños de los que se hubieren en las entradas”27.
El fin del obispado de Santa María la Antigua se da en 1515, cuando muchos de los franciscanos del convento, por enfermedad, parten hacia España; el obispo Quevedo viaja también en 1519 y finalmente en 1524, por decisión del rey, la primera ciudad fundada en las Indias es trasladada a Panamá. Respecto a este traslado, Gregorio Arcila Robledo comenta:
Ha habido en Colombia solo dos diócesis que han desaparecido rigiéndolas aun su primero y único prelado: la de la Antigua del Darién y la de Casanare, ambos obispos eran franciscanos, a saber: Fr. Juan de Quevedo en la primera, y Fr. Antonio José de Chávez en la segunda. // También es curioso que dos de nuestras sedes episcopales que han sido trasladadas de una ciudad a otra, esto es: la del Darién a Panamá, y la de Santa Marta a Santa Fé de Bogotá, lo hayan sido en personas de dos frailes de San Francisco como lo fueron el señor Quevedo, trasladado de la Antigua a Panamá, y al excelentísimo señor Barrios, a quien le tocó pasar la silla episcopal de la ciudad de Bastidas a la de Quesada.28
FUNDACIÓN DE LA CUSTODIA DE SAN JUAN BAUTISTA
Para el 1.° de julio de 1549, el emperador Carlos V fijaría la constitución y estructura