Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988). Valeria L. Carbone
de los Estados Unidos?
Aproximación a la interrelación
entre los conceptos de racismo, raza y clase en el devenir histórico estadounidense (siglos XVII-XX)
La raza – que por otra parte nadie sabe bien en que consiste – no explica absolutamente nada.
Milcíades Peña, 19701
Mi viejo estaba tan lleno de odio [hacia los negros] que no se daba cuenta que lo que lo estaba matando era ser pobre.
Mississippi Burning, 19882
Partiendo de la premisa de que sin una teoría orientadora difícilmente se podrá explicar la historia, en el presente capítulo desarrollaremos un análisis del surgimiento, evolución y reconfiguraciones del racismo y de la noción de raza en el devenir histórico estadounidense, como parámetro para el desarrollo de relaciones de dominación (política, económica, social, e ideológico-cultural). Se analizará tanto la centralidad de las elaboraciones discursivas e institucionales de la noción de “raza” en la historia estadounidense, como el rol central que adquirió la ideología de supremacía blanca en la conformación de los Estados Unidos como república independiente. Se definirán las características del racismo institucional estadounidense desde la revolución de independencia hasta mediados del siglo XX, para dilucidar qué tan intrincados se encuentran los conceptos de racismo, raza y clase en la historia de los Estados Unidos, y cómo delimitaron e influenciaron el accionar de la comunidad negra a la hora de esbozar sus estrategias de lucha de base colectiva. Por último, se esbozará una breve historia del movimiento por los derechos civiles que ubique el análisis del proceso histórico y de los estudios de caso propuestos en esta obra en un contexto general.
Raza como construcción
Corría el año 1977. Susie Guillory Phipps, ante la necesidad de tramitar su pasaporte, solicitó al registro civil de Louisiana una copia de su partida de nacimiento. Fue cuando descubrió, consternada, que según la Oficina estadual del Censo para el estado ella era una persona negra. Descendiente de un plantador francés (John Gregoire Guillory) y de una de sus esclavas (Margarita), se le asignó más de 200 años después la categoría de “persona de color” de acuerdo a una ley de 1970 (cuando el movimiento negro por los derechos civiles se perfilaba ya como una supuesta “victoria ideológica” sobre el racismo de la sociedad estadounidense) que reforzó la noción de que aquel que tuviese al menos 1/32 de sangre negra (“una gota”) sería considerado “de color”.
Phipps inició una demanda judicial para que se modificara su clasificación racial. En el juicio, un genealogista contratado por el gobierno de Louisiana determinó que Phipps tenía 3/32 de sangre negra, por lo que debía ser considerada como tal. En 1982 la Corte Suprema estadual, en un resonante fallo, convalidó la ley de 1970 y sentenció que la clasificación racial en base a la “gota de color” era constitucional. Habiéndose creído blanca durante toda su vida3, Phipps se convirtió, sentencia judicial mediante, en una persona de raza negra.
Ya fuese desde el ámbito legal, científico, filosófico o religioso, históricamente se trataron de establecer definiciones de raza y caracterizarlas de manera tal que se pudiera clasificar a las personas en categorías estancas. La historia de Phipps sugiere que los seres humanos no pertenecemos a una raza determinada, sino que se nos asigna una categoría prescrita que, en el caso estadounidense, está dada por el color de la piel y la ascendencia. Sólo eso podría explicar cómo los que son considerados “negros” en los Estados Unidos (todos aquellos que tengan “una gota” de sangre negra), no lo sean en otros países como Brasil, dónde – dado el alto índice de mestizaje de la población y la existencia de categorías raciales auto-identificativas – la mayoría de la población es “blanca” o “morena”, y “negros” pueden ser todo o ninguno4. En definitiva, se trataría de una cuestión de percepción acorde a un contexto dado. Como diría el politólogo brasilero Fábio Reis “pensar que cualquier persona con una gota de sangre negra es negro, es lo mismo que considerar a cualquier persona con una gota de sangre blanca, blanco”5.
Desde el primer censo poblacional realizado en 1790, las categorizaciones raciales han cambiado incontables veces en los Estados Unidos. Antes del moderno movimiento por los derechos civiles, las categorías raciales predominantes eran principalmente dos (blanco/negro), sólo con algunas excepciones. “Blanco” refiere a aquel de “ascendencia europea, del Norte de África o Medio Oriente… tales como irlandeses, alemanes, italianos, libaneses, árabes, marroquíes, o caucásicos;” y “negro” designa a los descendientes de “cualquiera de los grupos raciales negros de África”.6 Y entre ellos, una serie de variantes ubicadas entre ambos polos (mulattos, quadroon, octoroon, melungeons) que desaparecieron hacia 1900 cuando se estableció el binomio clasificatorio W/B (White/Black). En 1977, el gobierno federal implementó la Office of Management Budget (O.M.B) Directive 15, un modelo para recopilar datos censales que consideró cuatro “razas”: amerindia, asiática o de las islas del Pacífico, negra y blanca, a las que se agregaron dos “grupos étnicos”: hispanos y no-hispanos, los que podían tener cualquier identidad racial.7 Estos dos “grupos étnicos” contaban con una característica particular: los “hispanos” sin “evidente” ascendencia indígena o negra eran “blancos en algún sentido, pero aún podían ser considerados como un ‘otro’”8. En 1994, tres estados establecieron la polémica categoría “multirracial” en formularios públicos y educativos para los descendientes de matrimonios “mixtos”. Para el censo del año 2000, se definieron no cuatro sino siete categorías mutuamente excluyentes: blanco, negro o afro-estadounidense9, amerindio o nativo de Alaska, asiático, nativo de Hawái u otras islas del Pacífico, “alguna otra raza, y dos o más razas. La categoría “dos o más razas” representa a todos los encuestados que declaran pertenecer a más de una raza”10. Fue ese año que la Oficina del Censo de los Estados Unidos reconoció que las categorías raciales “generalmente reflejan una definición social de raza reconocida en este país que no se ajusta a criterios biológicos, antropológicos o genéticos”11.
Si estas categorías raciales no responden a criterios biológicos, antropológicos o genéticos, hemos de interrogarnos a qué responde su surgimiento, evolución y pervivencia. Objeto de continua impugnación sobre su definición y significado, estas categorías raciales se fueron transformando y haciéndose cada vez más específicas y taxativas. Esto demuestra que “raza” como categoría explicativa, no define o por sí sola explica determinados procesos históricos, sino que es un concepto que, al decir de Barbara J. Fields, debe ser “explicado”12.
Entendemos raza como una construcción histórica, producto de una estructura dada por relaciones socio-económicas y de poder político, de dominación y explotación, establecidas en un momento histórico determinado y sustentada por una ideología racial. La noción de raza se encuentra intrínsecamente ligada a la de clase social, por lo que la idea de lucha de clases resulta esencial para entender la centralidad del racismo y de la raza en el devenir histórico estadounidense. Mientras que raza se utilizó como categoría para referir a la existencia de diferencias “innatas” que naturalmente distinguen y separan a los seres