Vida después del covid-19. Francisco Javier González

Vida después del covid-19 - Francisco Javier González


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a nuestro ser superior. Despertar al espíritu con el dominio de uno mismo supone servir y ofrecerse voluntarios por vivir un proyecto más grande que nosotros mismos.

      Ama tu vida cada día

      Las personas sabias se recuerdan a sí mismas que cada día de su vida podría ser el último. Si pensamos así, nos comprometemos amar en lugar de temer durante todos los días de nuestra vida. Es tan sólo una opción, y eso nos permite dejar de ser personas ordinarias y convertirnos en personas extraordinarias.

      Amar la vida cada día, cada cosa que hagamos, y cada situación que nos encontremos hará que nos conozcamos más profundamente, y eso nos permitirá tomar decisiones auténticas para hacer el vuelo de vuelta aquel lugar que siempre hemos conocido y con el que siempre hemos soñado, el viaje a nuestro yo interior, ese lugar donde siempre hemos querido estar. Es por ello que ya en la Antigüedad y concretamente en las entradas de los Templos Grecorromanos nos encontrásemos con la inscripción «Conócete a ti mismo y conocerás los Secretos del Universo y de los Dioses». Amar la vida implica conocernos a nosotros mismos, a valorar lo que tenemos y no lo que deseamos, porque sólo así será posible hacer realidad nuestros sueños, siendo auténticos con nosotros mismos.

      Crece sin temor

      Hay momentos en los cuáles el crecimiento llega por caminos difíciles, pero el crecimiento siempre es bueno. Si pudieras contemplar tu vida desde una altura de quince mil metros, verías que todo lo que sucede en ella es simplemente mágico. De hecho, podrás comprobar sin miedo como su valor es incalculable.

      Ahora bien, tenemos miedo realmente de quiénes somos. Es difícil pensar que lo que tememos es nuestra propia luz, nuestra luminosidad hacia todo aquello que nos rodea. Nos asusta el brillo que mostramos y tenemos miedo de las grandes posibilidades e incluso muchas veces de las oportunidades. Tenemos miedo de caminar con la cabeza en alto dejando que la luz que desprendemos ilumine todo aquello que nos rodea, al mundo, a lo externo a nosotros. Los grandes dones traen consigo grandes responsabilidades. La mayoría de la gente no quiere ver su don, ya que todas esas personas no quieren aceptar la responsabilidad que conlleva, que no es más que la responsabilidad de vivir sin miedo y de marcar una diferencia en el mundo. Cuando hacen esto dejan de lado a la grandeza, y es por ello que tenga tanta importancia crecer cada día sin temor a convertirnos en todo aquello que deseamos, porque es ahí donde está nuestro don, y es lo que nos hace verdaderamente grandes.

      Siente tu destino

      Cualquier conversación profundiza en tu convicción. Cuanto más puedas hablar de las cosas que deseas ser, en convertirte en el dueño de tu destino, más capaz serás de dedicarte a hacer lo que tienes que hacer. Ese es el poder de las palabras, trata de usarlas confiando en ti mismo y podrás controlar tu destino.

      Cuando escuchas los murmullos de los lugares más profundos del corazón llegas a descubrir las llamadas que provienen de lo más profundo de tu ser. Es muy frecuente que escuchemos esos susurros cuando estamos totalmente conectados con la naturaleza, por ejemplo, mientras damos un paseo solitario por el campo un magnífico día de verano. En otras ocasiones escuchamos esos murmullos cuando experimentamos el silencio, meditando o recurriendo a otra forma de contemplación. Además, hay otras veces en las que esas llamadas nos llegan en los momentos más difíciles y aparentemente duros de la vida, como cuando muere alguien querido o cuando no vemos cumplido uno de nuestros sueños. La clave de la sabiduría está en prestar atención y ser consciente de nuestra voz interior, del poder interno de las palabras que nos conducirán por el camino de nuestro destino. Es por ello que sea tan importante escuchar a nuestro corazón, que sintamos lo que nos dice que hagamos. Esa es la esencia de cada persona, ese es el compromiso de vivir nuestro destino para dejar un legado inolvidable.

      Supera la adversidad

      Nuestras heridas pueden convertirse en sabiduría. Si así lo decidimos, los obstáculos pueden convertirse en peldaños, en escalones hacia nuestro éxito. No debemos perder nunca la oportunidad que nos ofrece la adversidad, e incluso los acontecimientos desagradables. Las cosas que nos rompen el corazón pueden mejorar nuestra vida.

      A menudo, justo antes de una gran victoria se sufre una contundente derrota. La clave está en mantener la concentración y no dejar de creer. De esa forma superaremos la adversidad, con lo cual nunca debemos darnos por vencidos. Da lo mismo lo que suceda en nuestra vida, porque somos los únicos que tenemos la capacidad de elegir cómo reaccionar. Cuando nos creamos el hábito de buscar lo positivo en cualquier situación, nuestra vida avanzará hacia otra dimensión, al encuentro de nuestros sueños. Esta es sin lugar a dudas una de las mayores leyes de la naturaleza y que nos confirman el éxito y la plena felicidad. Alcanzaremos nuestros sueños superando la adversidad.

      Ahora es tu momento

      La vida no ignora los deseos de tu corazón. La parte del plan escrita para nosotros nunca nos incitaría a hacer nada que nos perjudicara. La idea y el motivo general es que seamos felices. Nuestro destino nunca nos obligará a hacer algo que nos haga infelices. Ahora es el momento de decidir, y cada momento de nuestra vida sucede en el ahora.

      Las leyes de la naturaleza han determinado el funcionamiento del mundo desde sus orígenes. Incluyen principios básicos como «ayuda siempre a otros a obtener lo que desean mientras obtienes lo que quieres», «sé intachablemente íntegro», «vive en el ahora», «conviértete en la persona más amable que conoces», «hazlo lo mejor que puedas y aspira a la excelencia en todo lo que hagas», «sé fiel a ti mismo» y «atrévete a soñar». Lo cierto de todo esto, es que la mayoría de nosotros conocemos todos estos principios, los sentimos ahora y en cada momento de nuestras vidas, pero muy pocos los aplicamos. Esa es la mejor virtud que podemos tener, ser fiel con nosotros mismos cada día de nuestra vida, y vivir en el momento deseando y ayudando a los demás para sean felices al igual que nosotros, porque esas circunstancias nos harán ser mejores personas. En definitiva, ahora es el momento de ser maravillosos y de guiar a los demás a que también lo sean.

      El sufrimiento nos hace fuertes

      En la vida no hay errores, sólo lecciones. Esas lecciones a veces traen sufrimiento, pero sufrir nos hace más fuertes. No existen las experiencias negativas, sólo las oportunidades para crecer, aprender y avanzar por el camino del dominio de nosotros mismos. La fuerza se crea luchando y el dolor puede ser un maestro maravilloso.

      El sufrimiento siempre ha sido un vehículo para el profundo crecimiento espiritual. Quienes han soportado un gran sufrimiento son, por lo general, las personas que evolucionan y se convierten en grandes seres. Aquellos a quienes la vida ha herido gravemente son, normalmente, quienes pueden sentir el dolor ajeno más rápidamente. Todos aquellos que soportan y, han soportado los momentos negativos y adversos de la vida les han hecho más humildes y, en consecuencia, son personas más abiertas, compasivas, leales, respetuosas y por supuesto auténticas. El sufrimiento les ha hecho sentirse fuertes y, se han desarrollado de tal forma, que han logrado convertirse en personas más brillantes.

      La alegría interna

      Puede que el sufrimiento no nos guste cuando viene a visitarnos, pero nos presta un gran servicio porque consigue por encima de todo hacer brillar a nuestra alegría interna. Con ella rompe el cascarón que envuelve nuestro corazón y nos vacía de las mentiras a las que nos hemos aferrado, mentiras sobre quienes somos o de por qué estamos aquí.

      Cuando nos enfrentamos a un mal momento, pensamos que la forma en la que vemos el mundo refleja cómo es de verdad. Es una suposición errónea. Lo que sucede es que vemos el mundo desde una perspectiva basada en la desesperación. Miramos las cosas con ojos tristes y sin esperanza. La verdad es, que cuando empezamos a sentirnos mejor, nuestro mundo cambiará de aspecto. Cuando volvamos a recuperar nuestro estado de alegría interna, nuestro mundo exterior nos devolverá ese sentimiento como si de un eco se tratara. Hacer brillar a nuestra alegría interna es algo que está en nuestra mano y si creemos en nosotros mismos


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