Colombia frente a los escenarios del pacífico. Ricardo Mosquera Mesa
de carbono para el año 2050 y a frenar el calentamiento global por medio de la reforestación y la compra de bonos de carbono. La nota positiva es que por primera vez Rusia participa de este evento y asume este compromiso, mientras que tres de los países más contaminantes del mundo EE. UU., India y China, —influyentes en el selecto club de países ricos del G20—, brillaron por su ausencia. En esta cumbre retumbó la voz de los jóvenes que, en las palabras de Greta Thunberg, señaló: “La gente está sufriendo, la gente está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva”. Esta joven líder decidió hace un año faltar los viernes a su escuela para protestar por la pasividad del Parlamento en la lucha contra el cambio climático. Hoy es una figura internacional que rechaza la politización del tema ambiental. Greta Thunberg sostiene que “El clima y la crisis ecológica están más allá de la política de los partidos, y nuestro principal enemigo en este momento no son nuestros oponentes políticos. Nuestro principal enemigo es la física, y no podemos hacer “tratos” con la física. La crisis climática es una causa universal” (El Tiempo, 2019).
Contrasta esta mirada con la del presidente Jair Bolsonaro del Brasil, quien en la misma cumbre, refiriéndose a la tragedia que vive la Amazonia por la deforestación y los incendios, y haciendo alarde de un nacionalismo cínico y de una ignorancia crasa, exclamó: “Es una falacia decir que la Amazonia es un patrimonio de la humanidad, no representa los pulmones de la Tierra” (Portafolio, 2019).
Colombia ha transitado de la Apertura Económica iniciada con César Gaviria y continuada por los siguientes gobiernos, hasta Juan Manuel Santos, quien entendía la existencia de una comunidad internacional heterogénea, en tanto la política exterior se basa en el multilateralismo y el respeto por los procesos de cada país, siempre buscando consensos por la vía diplomática y la no intervención. Pero, hoy con el regreso de los nacionalismos y patrioterismos liderado por Donald Trump (EE. UU.), Boris Johnson (Gran Bretaña) y Jair Bolsonaro (Brasil), se ha alineado nuestra política exterior, ignorando a los nuevos protagonistas de la geopolítica universal como Rusia, China e India, entre otros. Este desprecio por el multilateralismo con un regreso al bilateralismo asimétrico, con chantajes económicos y militares que privilegian la fuerza, nos recuerda la política militar intervencionista de los llamados “halcones” en Norteamérica. Lo preocupante es que esta política compromete asuntos de carácter estratégico para nuestro país, como en el caso de la crisis en Venezuela y la política bilateral de la lucha contra el narcotráfico. Tal parece que Duque le apuesta a una equivoca política exterior con resultados muy pobres. El gobierno se matricula entonces con una hostilización permanente al gobierno Maduro y, en los escenarios internacionales, se convierte en corifeo de la política imperial de un nacionalismo torpe que maneja Donald Trump, conveniente para él en su política de reelección. Si el gobierno Duque “quiere de verdad encontrar salidas al creciente deterioro del entorno internacional, en el que se desenvuelve el país, debe considerar seriamente un cambio de paradigma. Sería indispensable diseñar una nueva estrategia internacional construida sobre un gran consenso nacional alejando a los guerreristas” (Silva, 2019).
Referencias
Cerca de 80 países se comprometen a generar cero emisiones para 2050. (24 de septiembre de 2019). El Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/vida/medio-ambiente/jovenes-denuncian-a-5-paises-por-no-combatir-el-cambio-climatico-415612
Para Bolsonaro, la Amazonía no es el pulmón del mundo. (24 de septiembre de 2019). Portafolio. Recuperado de https://www.portafolio.co/internacional/para-bolsonaro-la-amazonia-no-es-el-pulmon-del-mundo-533880
Silva, J. (16 de septiembre de 2019). Bolton, Holmes, Pacho… El tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/gabriel-silva-lujan/bolton-holmes-pacho-columna-de-gabriel-silva-lujan-412770
Stiglitz, J. (1 de septiembre de 2019). ¿Volvió realmente el “capitalismo de las partes interesadas”? El Espectador. Recuperado de https://www.elespectador.com/opinion/volvio-realmente-el-capitalismo-de-las-partes-interesadas-columna-878761
Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
INTRODUCCIÓN
No se requiere ser experto en economía internacional para comprobar que el mercado global tiene nuevos nichos y nuevos protagonistas. Basta con mirar un centro comercial en alguna de las capitales europeas o incluso en Norteamérica para evidenciar cómo la publicidad está dirigida, en imagen y lenguaje, a los compradores asiáticos, quienes según algunas revistas financieras como Forbes o su equivalente chino Hurun, son los nuevos ricos del planeta, así como los mayores compradores de paquetes turísticos, quienes en su mayoría proceden de China, Hong Kong, Macao y Taiwán (EFE, 2016).
Este fenómeno es uno de los tantos que actualmente mantienen los mercados de bienes, servicios y capitales a la expectativa, pero también a la deriva, ya que desde la crisis financiera del 2008 quedó demostrado que ninguna economía es “estable” en el largo plazo, ni está blindada frente a una crisis financiera que implica desaceleración de la producción y el ingreso al ciclo recesivo con bajo crecimiento, desempleo e inestabilidad de los mercados. Los cambios institucionales como consecuencia de las alianzas o divisiones políticas y económicas, el resurgimiento de tendencias nacionalistas, los conflictos político-religiosos, la corrupción y el terrorismo son fenómenos que hacen que las economías alrededor del mundo tengan que enfrentarse a nuevos y continuos retos, dado un proceso de globalización que también internacionaliza estos eventos. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de la primera economía del mundo, Occidente entendió que el populismo no es exclusivo de Europa ni de los llamados países tercermundistas o producto de la inmadurez de los que salieron del bloque soviético. Nos dice León Tolstoi que cuanto más lejos se está de los acontecimientos, más inevitables le parecen, que es lo que ocurre hoy con el populismo. Y el exministro polaco Radoslaw Sikorski señala que en la actual oleada populista “no era inevitable que el partido Ley y Justicia de Polonia llegara al poder con el 38 % de los votos en 2015; ni era inevitable que Trump ganara la presidencia de USA, pese a recibir casi tres millones de votos menos que Hillary Clinton. En ambos casos influyó la incompetencia de los competidores, así como en la llegada al poder de fuerzas liberales en Francia en 2017”, explotando así el malestar de los ciudadanos ante un Establishment incapaz (El Espectador, 19-01-2018). Al inicio del 2018 la oleada populista retoma nuevos bríos, pues a fin de cuentas este fenómeno se ha expresado en democracias antiguas o modernas, y tampoco es casual que, explotando los fallos de la globalización, la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea haya dividido a este país (Brexit).
El proceso de globalización y su propuesta de acercar más a las economías por medio de la creación de bloques económicos y comerciales, ha sido tema de debate constante. Actualmente el mundo está a la expectativa de las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y de la nueva versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ahora conocido como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), de cara a las nuevas y controversiales medidas del gobierno Trump, quien con su llamada “guerra comercial”, desconoce la realidad del contexto comercial en el que China como cabeza de las economías emergentes, conocidos como los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), así como del bloque asiático. Este es indudable el nuevo protagonista del comercio mundial, no solo como principal productor de bienes (también de capital), sino de servicios e inversiones que evidencian una expansión sin límite alguno a pesar de las provocaciones y tensiones que Estados Unidos genera en la esfera del comercio mundial. China reacciona abriendo más su mercado, expandiendo sus importaciones, dando trato por igual a la inversión extranjera