Conflicto armado y organización campesina. Raquel Méndez
que todavía quedaban, lejos de los márgenes del río Cimitarra. De esta manera, en el Magdalena Medio, la colonización, la «recolonización» y el desplazamiento forzado trajeron consigo distintas formas de movilización y organización social: creación de comités de tierras, juntas de acción comunal, cooperativas y asociaciones que, entre otras, permitieron garantizar las condiciones de vida de los campesinos en sus territorios y proteger sus derechos.
Este valle ha mantenido un flujo irregular de entrada y salida de población de orígenes ribereño, sabanero y de ladera lo que ha permitido la consolidación de focos de colonización, veredas, corregimientos y municipios sobre las riberas del río y en el interior de las selvas. De esta manera, la llegada a la región de gente proveniente de los departamentos de Antioquia, Caldas, Huila y Bolívar configuró un proceso de poblamiento contemporáneo marcado por elementos naturales, espaciales y económicos que configuraron la región4. En ese contexto, la vereda Puerto Nuevo Ité se desarrolló como uno de los focos de colonización que surgió del encuentro de campesinos desplazados y colonos en busca de madera y tierra. Allí se fundó, a comienzos de 1980, un proceso organizativo que se extendió sobre el río Cimitarra y que años más tarde dio origen a la ACVC.
Este capítulo busca indagar sobre las condiciones bajo las que se dio el proceso de colonización y la génesis del proceso organizativo y comunitario de la ACVC, así como su relación con procesos políticos y la violencia derivada del avance de los grupos armados en la zona entre 1980 y 2016. El trabajo parte principalmente de los testimonios de los campesinos y campesinas que han estado ligados a la ACVC. Intentan visibilizar elementos internos y externos que han marcado la trayectoria de esta organización, así como la relación de estos acontecimientos en los ámbitos local, regional y nacional.5 De este modo, se evidencian las transformaciones vividas en medio de fenómenos de migración, desplazamiento, colonización, exclusión y violencia contra los campesinos, y los distintos logros, resistencias y propuestas de la asociación en la construcción de su territorio. Asimismo, se pretende identificar cuáles han sido sus intereses, cómo se han gestionado sus demandas ante el Estado, los hechos de violencia que los han afectado colectivamente y las formas de lucha en defensa de sus intereses económicos, políticos, sociales y culturales.
Esta investigación se enmarca en un esfuerzo de reconstrucción de memoria histórica. Por ello, se centra en los recuerdos colectivos como un entretejido de memorias individuales en flujo constante, una evocación volcada al presente de una organización social, cuya visión en conjunto trae interpretaciones sobre el conflicto, proyectos y aprendizajes en un territorio en construcción. La memoria histórica no es un dato, es un proceso de construcción que, en el caso de este capítulo, surge de talleres colectivos, de entrevistas a líderes y de documentos producidos por la propia asociación. De este modo adquieren sentido más de treinta años de historia, un pasado que en el acto de rememorar/olvidar fue cobrando significado en su enlace con el presente y de cara al futuro, proceso subjetivo y activo construido socialmente, en diálogo e interacción.
En esta reconstrucción, múltiples experiencias dan cuenta del proceso organizativo y comunitario de la ACVC. Sin embargo, debido a las características que adquirió el conflicto armado, sus protagonistas recuerdan con vehemencia las acciones violentas por parte de los diversos actores armados (entre 1980 y 2016) en contra de las comunidades, de sus líderes y de los proyectos comunitarios. El impacto de los operativos militares, los bloqueos alimentarios, la destrucción de asentamientos, los bombardeos, las ejecuciones extrajudiciales, la persecución y los asesinatos de líderes están presentes recurrentemente en los testimonios de los protagonistas de esta historia (ver capítulo 2). Asimismo, las conquistas y aprendizajes a partir de los cuales se configuran las expectativas que a futuro tienen los miembros de la asociación, principalmente con los recientes diálogos de paz adelantados entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC-EP y la implementación de los acuerdos firmados. En este sentido, vale la pena aclarar que los talleres con las comunidades se hicieron en un momento en que los diálogos entre el Gobierno nacional y las FARC-EP situaban en el centro del debate a las víctimas. Verdad, justicia, reparación y no repetición fueron las palabras más apropiadas por los movimientos sociales de la región, recurrentemente mencionados en los diferentes encuentros organizados en las salidas de campo.
Por lo anterior, aquí se narra con la voz de los campesinos una historia cargada de resistencia y de ganas de vivir. Los protagonistas evocaron el pasado de forma oral en medio de encuentros, ejercicios de memorias, entrevistas individuales y colectivas desarrolladas en los municipios de Remedios, San Pablo, Cantagallo, Yondó y Barrancabermeja, durante el segundo semestre del 2017 y el primero del 2018. En medio de una guerra que se ensaña con las personas más débiles y donde el Estado sobresale por su ausencia, las narraciones se escriben con las voces de sus protagonistas. Experiencias que en muchas ocasiones nos fueron trasmitidas en múltiples encuentros en las cabeceras municipales, pero también recorriendo las veredas, los caminos y los ríos que surcan este paisaje que todavía se muestra exuberante, a pesar de la tala indiscriminada. Un ejercicio de etnografía e historia oral contrastado con la bibliografía existente sobre la región y con el periódico virtual Prensa Rural, un medio de comunicación alternativo impulsado por la misma organización campesina (ver capítulo 3).
El capítulo se centra en los antecedentes del proceso social de la ACVC durante el periodo 1980-1995. Bajo esa óptica se reconocen las características, atributos y percepciones sobre el valle geográfico del río Cimitarra, el poblamiento, los focos de colonización y la recolonización de las tierras baldías. Así se describen las primeras experiencias organizativas en el territorio: comités de tierras, juntas de acción comunal y la cooperativa; también se hace una aproximación a las vías de participación política que los campesinos utilizaron para elevar sus demandas en los ámbitos municipal, regional, nacional e internacional. De manera transversal también se abordan las percepciones sociales en torno a los grupos armados en el territorio donde la asociación tenía algún tipo de injerencia o influencia; Fuerzas Militares, guerrillas y paramilitares se comportaron de manera diferente con los campesinos, avanzando sobre el territorio de manera simultánea con múltiples consecuencias. El texto finaliza ubicando las acciones colectivas que la asociación realizó después de 1998 en torno a los derechos humanos y la defensa del territorio. Con ello aparecen los logros y desafíos que han surgido del trabajo de la ACVC y sus aportes a una región golpeada por el conflicto armado.
Entre la marcha y el éxodo
La creación de la ACVC se dio entre 1996 y 1998, en medio de dos grandes movilizaciones de carácter regional: la marcha de los parques (1996) y el éxodo campesino (1998). En ambas, juntas de acción comunal rurales y urbanas, comunidades campesinas, mineras, pescadoras y cocaleras de los municipios de Yondó, Remedios (Antioquia) y Cantagallo (sur de Bolívar) marcharon hacia Barrancabermeja. Esta gama de actores sociales en ámbitos local y regional buscaba soluciones y el cumplimiento de acuerdos sobre las necesidades veredales de infraestructura, salud y educación en toda la región, que ya habían sido firmados con el Gobierno nacional. Además, formulaban nuevas demandas respecto a los derechos humanos, las políticas agrarias, las condiciones de vida y el control de grupos armados.6
La marcha de los parques reunió aproximadamente a tres mil campesinos y surgió en respuesta al Decreto 1956 de 1995, «Compromiso de Colombia frente al problema de las drogas», con el cual el gobierno del presidente Ernesto Samper tomó medidas coercitivas que se hicieron sentir en las zonas con cultivos de coca, al afectar la agricultura familiar y la comercialización con fines lícitos de mercancías como el cemento y los combustibles. La marcha, además, fue una reacción a la definición de los municipios de Remedios y Segovia como zonas especiales de orden público7 y al incumplimiento de los acuerdos firmados con anterioridad. Por último, la marcha hizo evidentes las preocupaciones por la expansión de las «Convivir»8 y la intensificación de las acciones violentas de los paramilitares y el ejército contra la guerrilla y la población civil en sus territorios. En esta ocasión los campesinos se reunieron con una comisión de la Presidencia de la República y representantes de las alcaldías de Barrancabermeja, Yondó y Cantagallo, y se crearon cinco áreas de trabajos: orden público y derechos humanos; infraestructura; inversión social; desarrollo agropecuario, y división administrativa. Esta dinámica de trabajo fue la base para