Daniel. Una guía para el estudioso. William H. Shea
4 y 5 han sido agrupados porque tienen que ver con Nabucodonosor y Belsasar, los reyes de Babilonia. Este tipo de orden inverso a veces es conocido como quiasmo (de la letra griega ji, que parece una X). El que algo así fuera la intención del autor original resulta evidente por el hecho de que precisamente estos seis capítulos históricos fueron escritos en el idioma arameo.
Cuando llegamos a los capítulos proféticos, el orden no se invierte; más bien, se revierte. Por lo tanto, hemos escogido estudiar los tres principales capítulos proféticos en el corazón del libro de Daniel en orden inverso; comenzando con el capítulo 9, luego avanzando con el capítulo 8, seguido del capítulo 7, y concluyendo esta sección con un resumen de los tres capítulos. La razón para este orden de estudio tiene que ver con el orden de pensamiento, no el orden cronológico o histórico. En cuanto a los eventos a los cuales estas profecías se refieren, el capítulo 9 va en primer lugar por cuanto se enfoca especialmente en el Mesías. El contenido del capítulo 8 avanza mucho más allá de ese punto hasta la era cristiana. Pero es Daniel 7 el que lleva la profecía finalmente hasta el reino de Dios y describe a los santos del Altísimo entrando y tomando posesión de él.
Hay una razón para seguir este orden de pensamiento; no se trata de la selección arbitraria de un comentador moderno que sencillamente desea hacer algo diferente. En el pensamiento europeo occidental moderno, razonamos de causa a efecto. Recogemos nuestros datos y lo sintetizamos en una hipótesis, entonces refinamos esa hipótesis y la tornamos en una teoría. Ese es el proceder del método científico moderno.
Pero los antiguos no eran modernos, ni eran científicos, por lo cual ellos manejaban las cosas de otra manera. Si bien eran suficientemente capaces de manejar las cosas cronológicamente como lo hacemos nosotros, también utilizaban un enfoque que involucraba razonar del efecto a la causa. Los profetas podían representar una escena de tal manera que sus oyentes fueran llevados a pensar, “¿por qué ocurrió esto?” Esta pregunta los llevaba de vuelta a la causa. Un profeta inspirado podía decir “esta tierra será destruida y quedará desierta”, haciendo a los oyentes regresar a la pregunta: “¿Por qué será destruida esta tierra?” La respuesta a esa pregunta comúnmente yacía en el hecho de que la gente a quienes el profeta era enviado eran personas rebeldes e impías, que habían quebrantado su pacto con Dios. Para un ejemplo de este enfoque, véase Jeremías capítulos 4 al 7 y Miqueas capítulo 1. La impiedad era la causa y la desolación era el resultado, pero el profeta daba primero el resultado para posteriormente llevar a sus lectores a una discusión de la causa.
Ese es el orden de pensamiento seguido en estas tres profecías en el corazón de Daniel. Si Daniel presentara estas profecías a una audiencia de hoy, él naturalmente daría primero el capítulo 9, porque ese capítulo trata de los primeros eventos que acontecieron. Luego continuaría con el capítulo 8 porque esta profecía presenta los siguientes eventos en ocurrir. Finalmente, daría el capítulo 7 por cuanto esta profecía presenta el gran clímax de la serie. Solo cuando estas profecías son colocadas en este orden de pensamiento es que el lector moderno aprecia plenamente su gran amplitud y la conexión entre ellas, algo que un oyente o lector antiguo habría captado más naturalmente debido a la forma en que sus procesos de pensamiento habían sido condicionados. Al revertir el orden original de presentación usado por Daniel, hemos intentado develar en su plenitud la belleza de la forma en que estas profecías fueron presentadas originalmente.
La última línea importante de profecía en el libro de Daniel se encuentra en los capítulos 10-12. El capítulo 10 presenta la introducción, o prólogo, a esta profecía, y el capítulo 12 contiene el epílogo, o conclusión. El cuerpo de la profecía en el capítulo 11 es muy específico y sigue un orden histórico y cronológico.
Hay cuatro profecías, o bosquejos apocalípticos importantes en el libro de Daniel. Se encuentran en los capítulos 2, 7, 8, y 11. Los bosquejos proféticos cubren el levantamiento y la caída de las naciones desde los días del profeta hasta el fin del tiempo.
La otra profecía mayor en el libro de Daniel se encuentra al final del capítulo 9. Mientras que los cuatro bosquejos proféticos importantes tratan del levantamiento y caída de naciones, el capítulo 9 tiene que ver más exclusivamente con el pueblo de la ciudad y el país de Daniel: Jerusalén y Judá. Aunque los eventos de esta profecía corren paralelos a los de los otros bosquejos proféticos mayores, se enfocan en una sección particular de aquel mundo no cubierta en las otras profecías: la historia del pueblo judío en Judea hasta la época del Mesías. El hecho de que las cuatro líneas mayores de profecía en este libro cubran el mismo grupo de naciones en la historia se llama recapitulación, o paralelismo. Así como los cuatro Evangelios recorren los mismos eventos desde perspectivas diferentes, así estas cuatro líneas de profecía complementarias recorren el mismo territorio, añadiendo más detalles cada vez. La presentación comienza a escala amplia en el capítulo 2, con las naciones representadas por los diferentes metales de una imagen. Para cuando llegamos al capítulo 11, vemos a los reyes individuales de cada nación y sus acciones personales. El capítulo 2 inicia con el uso de un telescopio, mientras que el capítulo 11 finaliza con el uso del microscopio.
El capítulo final de nuestro estudio de Daniel concluye con el tema de la relación espiritual. Este elemento no se encuentra tanto en la profecía en sí misma sino en la experiencia del profeta. Creo que este tema es el más apropiado para nuestra propia conclusión.
Capítulo 1
Interpretando la historia
La primera mitad de Daniel, los capítulos 1 al 6, es esencialmente de naturaleza histórica. Estas narraciones históricas incluyen algo de profecía, pero contienen claramente más historia que profecía. La naturaleza histórica de esta porción del libro genera varias preguntas de importancia:
¿Cuál es la perspectiva bíblica de la historia?
¿Cuál es la perspectiva de Daniel de la historia?
¿Aborda el libro la historia neobabilónica o algún periodo posterior?
¿Cuál es la actividad de Dios en la historia? ¿Cuál es su relación con ella?
Estas preguntas se reducen a dos principales:
1. ¿Se relaciona Dios con la historia humana o se ha retirado a alguna otra parte de su universo dejando a la Tierra avanzar por sí sola?
2. ¿Con qué periodo de la historia trata el libro de Daniel?
La segunda pregunta implica historicidad más que historia, y el texto del libro mismo nos proporciona una respuesta directa y fácilmente accesible: el libro de Daniel se presenta a sí mismo como un registro de las experiencias de algunas personas que vivieron durante el periodo del reino neobabilónico, durante la parte tardía del siglo séptimo y buena parte del sexto a.C. Sin embargo, más allá de esta sencilla respuesta yace otro asunto: ¿Es el libro de Daniel un registro verdadero de eventos que ocurrieron en el siglo sexto a.C.? ¿O es una obra que fue posteriormente escrita por otro individuo y no el profeta Daniel con la intención de que sonara como si ocurrió en el siglo sexto a.C.?
Muchos comentaristas contemporáneos del libro de Daniel con frecuencia contestan estas preguntas tomando la posición de que Dios no interviene en los asuntos humanos y que el libro en realidad fue escrito en el siglo segundo a.C., no en el sexto, por alguien distinto a Daniel. Por lo tanto, estos comentaristas no esperan que el libro de Daniel sea históricamente exacto o fiel al escenario del siglo sexto a.C. que describe en sus páginas. En un lenguaje muy práctico, es lo que se conoce como “Daniel en el foso de los críticos”.
LA PERSPECTIVA BÍBLICA DE LA HISTORIA
¿Se relaciona Dios con la historia humana? Esta es una pregunta filosófica. Implica la perspectiva bíblica de la historia y, en un sentido medular, nos lleva de vuelta a la pregunta de la naturaleza esencial de las Escrituras. ¿Qué es la Biblia? Más específicamente para nuestra discusión del libro de Daniel, ¿qué es el Antiguo Testamento? Es una revelación de la naturaleza, el carácter y el propósito de Dios. Pero es más que eso. Nos proporciona una historia que comienza con la creación