Jorge Semprún. Группа авторов
de la frontera, el historiador ofrece un recorrido por la frontera primigenia y traumática del exilio, así como por aquella de la clandestinidad para llegar, acto seguido, a la etapa posterior de rememoración y reflexión. A su parecer, la retrospectiva adoptada por Semprún origina las fronteras de la Europa dividida durante la Guerra Fría, la idea del lenguaje como patria sin fronteras en la Europa espiritual reunificada y, por último, el espacio «interfronterizo» de Biriatou, lugar «ideal desde el que poder ser recordado».
El pasado político y el desafío ético-moral propio a la escritura testimonial interesan también a Íñigo Amo (Universidad de Málaga), quien establece una tipología de los escritos publicados en la prensa antifranquista entre 1946 y 1963, los cuales brindan fuentes abundantes hasta el momento apenas exploradas. Según Amo, estas creaciones y críticas literarias, crónicas políticas y ensayos revelan una frontera ideológica marcada por un cambio pragmático fundamental: la «conquista progresiva [de Semprún] de la portavocía autorizada» como dirigente del PCE. De forma complementaria, Alicia Piquer Desvaux (Universitat de Barcelona) se dedica a los ensayos más recientes del Semprún humanista y a las fronteras políticas, culturas y lingüísticas de Europa. En este contexto, la figura de Juan Larrea –y el complejo fronterizo entre ficción y realidad que la persona histórica y el seudónimo suscitan– le permite relacionar el problema de España con el de Europa y trazar así el vínculo entre Semprún y la llamada generación del 98.
Persiguiendo la lectura detectivesca de los biografemas –situados entre el interior y el exterior de la novela, entre lo verdadero y lo falso– Corinne Benestroff (Université Paris 8) analiza los mecanismos de defensa de los que el narrador sempruniano se sirve para afrontar la experiencia traumática. Desde la doble perspectiva de psicóloga clínica y filóloga, Benestroff defiende la tesis de que el personaje de Roger Marroux y los indicios que la onomástica y los actos del comisario descubren en Netchaïev est de retour (1987), son verdaderos tutores de la resiliencia para el narrador-autor Semprún. La identidad como fenómeno fronterizo es también el objeto de la investigación de Daniela Omlor (University of Oxford) que aborda el homme-frontière por antonomasia, a saber, la figura del revenant del campo de concentración. Ente ambiguo que vuelve de la muerte en un estado fantasmal para exigir una deuda pendiente, esta figura recuerda, por un lado, la fórmula calderoniana de la vida es sueño. Por otro lado, Omlor invita a repensar la travesía de las fronteras múltiples a partir del concepto de la postmemoria (Hirsch) que permite a Semprún exorcizar –a través de la ficcionalización– «algunos fantasmas personales».
De las miradas interdisciplinares y transdisciplinares delineadas se benefician asimismo los dos estudios subsumidos en el tema de la transgresión de las fronteras artísticas. De este modo, la lectura paralela muestra una articulación diferenciada con respecto a las fronteras en el arte y en la literatura. Con su examen de la inserción de motivos pictóricos y de la yuxtaposición de los análisis plásticos con la escritura literaria, Marina Gauthier-Dubédat (investigadora independiente) opta por un enfoque disciplinar hasta ahora inédito. Desde la historia del arte, el eclecticismo de Semprún –apreciado, de manera ejemplar, en su selección de obras para la exposición en el Museo Bonnat (1999)– refleja la abolición de fronteras culturales, geográficas y temporales que caracteriza su percepción del arte. Como resultado, el paso por la frontera mediática –un nuevo espacio habitable– conduce por los paisajes de Breughel, la técnica pictural de Dürer y la iconología clásica de Cranach, sin olvidar la conocida penetración en La vista de Delft, la traducción de sentimientos íntimos a partir de Goya y, para terminar, la anhelada visión conjunta de Velázquez, Goya y Picasso. Por su parte, la comparatista Mirjam Leuzinger (Universität Passau) examina cómo la memoria cultural se articula en torno a diversas fronteras constituidas gracias al intercambio que se establece entre los textos. A través del prisma de la frontera, las lecturas de las Conversaciones de Eckermann, las Nouvelles conversations de Blum y las ficticias Conversations sur l’Ettersberg descubren, en definitiva, una estructura dialógica que reitera las fronteras entre los tiempos, espacios, culturas (nacionales) e idiomas de Semprún.
El carácter compuesto y, a veces, incluso mosaico de la memoria cultural sempruniana se refleja asimismo en las fronteras discursivas y sus transgresiones, estudiadas en el volumen a partir de dos teoremas, a saber, la extra-vagancia y lo ancilar. Según argumenta Georgina Salman Rocha (Universidad Iberoamericana), la digresión o extra-vagancia –el andar errante, el romper las expectativas y las fronteras normativas– es una manifestación que refleja la lógica creativa de Semprún tanto en su obra narrativa como ensayística. Por otra parte, la hispanista especifica que el narrar digresivo no solo atañe a los contenidos relatados, sino también al formato fronterizo de la ficción donde los géneros confluyen y los materiales dispares fragmentan visualmente el texto. Con ayuda del teorema de lo ancilar (Reyes) que difumina las fronteras discursivas y genéricas, Óscar Humberto Mejía Blanco (Universidad Industrial de Santander) prosigue, a su vez, la reflexión acerca del enlace entre lo literario y lo no literario. A su parecer, la hibridación en La escritura o la vida (1994) responde sobre todo a una necesidad interna, a la comodidad, al deseo de atractivo, al afán pedagógico y a la honestidad. Al mismo tiempo, Mejía Blanco vincula, de manera original, lo ancilar con la recepción internacional de la poética sempruniana y el carácter terapéutico de la misma, comprobado en un taller de escritura que el investigador colombiano dirigió en una prisión de su país.
Por la alta permeabilidad de la frontera y la percepción variable sobre ella, Àngels Santa (Universitat de Lleida) parte de la naturaleza simbólica de las fronteras en L’Algarabie (1981). Con objetivo de abarcar las múltiples presencias del fenómeno en una de las novelas más heterogéneas de Semprún, la especialista en literatura francesa estudia las líneas divisorias entre ficción y realidad, vida y muerte (con especial hincapié en la figura de la madre y la referencia a la obra de Marcel Proust), así como la difuminación de fronteras genéricas, lingüísticas y culturales que une en una simbiosis fraternal lo francés con lo español. Tenida cuenta del celebrado multilingüismo de Semprún, las fronteras lingüísticas y sus puntos de contacto han suscitado también interés en el ámbito de la lingüística. A este respecto, Juan F. García Bascuñana (Universitat Rovira i Virgili) tiende un puente entre el citado panfleto Éloge des frontières de Régis Debray y el elogio –explícito e implícito– de la diversidad lingüística en el contexto de los exilios de Semprún. Apoyándose en Umberto Eco, el lingüista sostiene que el multilingüismo sempruniano supone una revaloración del mito de la Torre de Babel. Pese al riesgo de que las fronteras se transformen en frentes hostiles, las estancias en Lestelle-Bétharram, Suiza, La Haya, Buchenwald y París ilustran, por consiguiente, la necesaria realidad de las fronteras como brújulas metafóricas que orientan y protegen al exiliado.
Relacionado también con los lugares del exilio, el estudio de los espacios fronterizos en la vida y obra de Semprún completa las miradas aquí propuestas sobre el fenómeno de la frontera. En esta línea de investigación, Stefanie Wilk (Universität Innsbruck) resalta el espacio urbano de París, «une sorte de terrain de jeu» que Semprún rememora en Adieu, vive clarté… (1998) desde el final provisorio del camino vital: el espacio fronterizo de Biriatou. Con ayuda de dos anécdotas paradigmáticas, la romanista descubre cómo, en su función de caminante (Certeau), el joven exiliado deja el espacio impregnarse, primero, de su estado de ánimo melancólico antes de lograr reconquistarlo a través de la literatura. Por su parte, Luisa García-Manso (Universiteit Utrecht) se dedica al teatro de Semprún –escasamente estudiado por la crítica– y, en particular, al espacio dramático liminal y a las figuras fantasmales que destacan en la escenificación de Bleiche Mutter, zarte Schwester (Weimar, 1995), obra conocida bajo el título Le retour de Carola Neher (1998). Basándose en el concepto de la liminalidad, la especialista en teatro contemporáneo define el cementerio como un escenario fronterizo entre vida y muerte, sueño y vigilia, presente y pasado en el que –como reminiscencia del célebre espacio de Buchenwald– confluyen