La ciudad como utopía. Sebastián Salazar Bondy

La ciudad como utopía - Sebastián Salazar Bondy


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político –tanto del Estado como del Municipio– no hace más que agudizar la postergación de vastos sectores de la población abocados a actividades económicas informales tales como el comercio ambulante. En estos pasajes, la figura del cronista cede su lugar a la del político que aspira a revertir la precaria condición de quienes permanecen al margen de las reformas del Estado:

      Soy partidario de que se les deje trabajar libremente en tanto el Estado sea incapaz, pese a sus promesas de “estabilización”, “techo y tierra”, “saneamiento económico” y otras fórmulas al uso, de resolver el problema básico del país: el subdesarrollo. Es síntoma de ese subdesarrollo tanto la existencia de los pobres vendedores ambulantes cuanto la dación de disposiciones que intentan pintar de carmín las mejillas del país anémico y hético. (“La verdad contra la zona rígida”)

      Por su parte, la sección “Ideas de peatón” agrupa un conjunto de crónicas cuyo eje gira principalmente en torno al problema del tránsito en la urbe, trátese ya sea de la circulación de automóviles, las deficiencias del transporte público, la configuración de ciertas importantes avenidas y las consecuencias funestas del desorden vial que, en general, gobiernan la ciudad. Sintomáticamente, la presencia cotidiana de la muerte en estos textos sugiere el grado de desorganización que rige la circulación vial (véanse, por ejemplo, los textos “Criminales en auto”, “Crimen de irresponsable”, “Una nueva pista”, “Vehículos y cáncer”, “Ómnibus y horarios” y “Los criminales del tránsito”). A semejanza de las crónicas incluidas en la sección “La prosperidad con mendigos”, el presente acomete violentamente al lector a través de la noticia fatídica: la muerte toma posesión del escenario de la crónica sin preámbulo alguno, acompañada, además por la presencia de la demencia de algunos conductores. Ante la carencia de normas que regulen la circulación vial por la ciudad y la ausencia de control, el automóvil se convierte en un arma letal en manos de los irresponsables:

      El tránsito es una imagen de la moral colectiva, del alma nacional, y no es esta una afirmación apocalíptica, como podría parecer. Cualquier persona sensata que haya viajado a las horas de mayor congestión por el perímetro más agitado de la ciudad sabe que las pistas son escenarios de más de un caso demencial. Con licencia para conducir, circulan en Lima innumerables locos y desequilibrados, cuando no seres poseídos por un complejo de inferioridad, al que compensan o subliman haciendo privar su voluntad y su capricho. Las normas son para los tontos, los tímidos, los abúlicos, según el criterio del intolerante que tiene un timón entre las manos. (“Los criminales del tránsito”)

      La rotunda afirmación de que el “tránsito es una imagen de la moral colectiva, del alma nacional” no hace más que confirmar el hecho de que el organismo social se encuentra enfermo: a través de la metáfora del cuerpo, Salazar Bondy sugiere que por las vías de la ciudad –esto es, sus avenidas, pistas, etc.– circula un cáncer encarnado en “la demencia de los conductores” cuya capacidad destructiva es apenas concebible.

      Por otra parte, desde su visión de peatón26, en la sociedad limeña el automóvil representa para el cronista un objeto de adoración en la medida en que alimenta el egoísmo e individualismo de quienes lo poseen. Salazar Bondy, además, cuestiona el hecho de que, lejos de servir como un medio de transporte rápido y eficaz, el automóvil en Lima es un instrumento que propicia el divorcio con la realidad circundante. En esta suerte de alegato moral contra el automóvil se vislumbra una crítica profunda contra las bases sobre las que está constituida la sociedad burguesa:

      La representación de la riqueza ha llegado a ser, antes que nada, un automóvil, un automóvil de lujo. No un aparato más o menos eficaz, con cuatro ruedas, que lo traslade a uno de un lado a otro, sino la ambición rastacuera de un gran carro, con muchos cromos y luces, con muchos detalles técnicos, con muchas llavecitas y botones, que circule ostensiblemente por las calles aunque quien lo maneje no venga de ninguna parte ni vaya a algún lugar determinado. (“Un mito criollo: el automóvil”)

      Es que un enorme porcentaje de la población –precisamente quienes ejercen dirigencia en el poder, la empresa y la comunidad en general– se desplaza de un lado a otro, envuelto en la escafandra automovilística, existe en la retorta del carro como seres que solo ven la ciudad desde las ventanas de los despachos y de los vehículos como paisajes que circulan por pantallas parecidas a las de la ficción. De ahí a divorciarse de la realidad colectiva, del hervidero múltiple de la comunidad, de los problemas que en su vida pública vive el mayoritario peatón, hay un paso. (“El automóvil en su sitio”)

      Finalmente, una variedad muy diversa de temas aparecen reunidos en la última sección del volumen, titulada genéricamente “Usos y costumbres”. En ella el lector podrá encontrar, por ejemplo, los textos ya referidos anteriormente a la importancia del café como espacio de humanización del hombre de la calle, o aquellos otros acerca de ciertas costumbres de los limeños –algunas perjudiciales, otras no– tales como la violencia en los carnavales, el ruido y sus efectos nocivos para la salud y la convivencia, la acumulación de desechos en las azoteas de las casas, la precariedad de la higiene urbana, el colapso de ciertos servicios públicos, el consumismo desenfrenado y otros más. Por otra parte, se han incluido crónicas en las cuales Salazar Bondy reconoce, comenta y celebra diversas manifestaciones de la cultura popular tales como el vals, el circo, la presencia de las vivanderas en las calles, el espectáculo multicultural de los coliseos, etc. Sin lugar a dudas, si en las demás secciones prevalece la mirada crítica–y, por momentos, ácida e irónica– del cronista, en esta última el lector podrá percibir en sus textos, sobre todo, la vitalidad de una ciudad y un pueblo que, a pesar de sus graves problemas y carencias, aún conserva intacta la fe en el futuro y la vocación de afirmación de la vida.

      Bibliografía citada

      Benjamin, W. (2014). Baudelaire. Introducción y selección de J.M. Cuesta Abad. Traducción de A. Brotons Muñoz, J. Navarro Pérez y J. Barja. Madrid: Abada.

      Berman, M. (1988). “Baudelaire: el modernismo en la calle”. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. Traducción de A. Morales Vidal. México DF: Siglo XXI, pp. 129-173.

      Bernabé, M. (2006). Vidas de artista. Bohemia y dandismo en Mariátegui, Valdelomar y Eguren. (Lima 1911-1922). Rosario: Beatriz Viterbo.

      Culler J. (2000). Breve introducción a la teoría literaria. Barcelona: Crítica.

      Granda, M. (2014). “Sebastián Salazar Bondy: lector de Lima la horrible”. Martín XIV (27), pp. 27-33.

      Güich J., Susti A. (2007). “Sebastián Salazar Bondy”. Ciudades ocultas: Lima en el cuento peruano moderno. Lima: Fondo Editorial Universidad de Lima, pp. 69-84.

      Hirschhorn. G. (2005). Sebastián Salazar Bondy. Pasión por la cultura. Lima: Fondo Editorial de la UNMSM, Embajada de Francia, IFEA.

      Idez A. (2013). “La crónica en la encrucijada de la subjetividad: periodismo, autobiografía y literatura”, publicación en la http://www.celarg.org/int/arch_publi/idez_arielcc.pdf,

      Oquendo, A. (1966). “Cronología sumaria de Sebastián Salazar Bondy” en Revista Peruana de Cultura 7-8, pp. 152-160.

      Rama, A. (1984). La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del Norte.

      Rotker, S. (2005). La invención de la crónica. México DF: Fondo de Cultura Económica.

      Salazar Bondy, S. (2014). Lima la horrible. Edición y Prólogo de Alejandro Susti. Lima: Lápix Editores.

      Salazar Bondy, S. (2003). Escritos políticos y morales (Perú: 1954-1965). Lima: Fondo Editorial de la UNMSM.

      Salazar Bondy, S. (1990). Una voz libre en el caos. Ensayo y crítica de arte. Lima: Jaime Campodónico Editor.

      Susti, A. (2014a). “La crítica periodística de Sebastián Salazar Bondy” en Sebastián Salazar Bondy. La luz tras la memoria. Artículos periodísticos


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