El manual de convivencia y la prevención del bullying. José Guillermo Martínez Rojas

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Es claro que no se puede hablar de convivencia sin que se tenga en cuenta lo que la disciplina significa, en tanto que ella es la estrategia formativa que recoge un conjunto de principios y criterios de comportamientos que, soportados en el enfoque formativo de la institución, determinan la cultura escolar y la forma de proceder, cómo en ella se orienta y se da forma a los estudiantes para el convivir en sociedad, el ejercicio de la ciudadanía y la vida futura como profesionales.

      Para comprender todo lo que la convivencia significa se hará a continuación un abordaje detallado de algunos de los elementos que ella comprende, tales como la disciplina y los problemas de disrupción, agresión y violencia, entre otros.

      El concepto de disciplina en el ámbito escolar es una noción que se la puede entender y aplicar de diferentes maneras, es decir, es polisémico. Una primera acepción del concepto disciplina está directamente relacionada con el ambiente que los profesores y los directivos de la institución educativa buscan generar para que los procesos de formación sean posibles. Otra acepción está relacionada con la manera de comportarse de los estudiantes en el día a día del acontecer de la institución educativa. Otra acepción más de este concepto, la considera como las normas y reglas que se consignan en el Manual de Convivencia de la institución, y orientan o dirigen la forma de actuar de los estudiantes, el seguimiento de la norma o de las reglas institucionales, la manera de comportarse, como una forma de organizar la vida de la institución educativa.

      Ahora bien, el problema con la disciplina, independientemente de la acepción que se adopte, es que ella puede ser vista ya sea como un medio o como un fin en sí misma, lo cual cambia la perspectiva de su comprensión.

      Si se asume que la disciplina es un medio se está proponiendo que tiene como meta generar un ambiente en el cual ocurran los procesos formativos y académicos de los estudiantes. El problema es pensar que solo sea eso, un medio, y que en ocasiones, sea uno de los medios menos relevantes para el logro de las metas formativas y académicas, lo que conduce a que se genere en la institución educativa una especie de anarquía en la que todo es posible, que no haya claridad sobre lo que se quiere, ni sobre lo que se espera de los estudiantes, por lo tanto, generalmente, no se logran las metas educativas.

      Si se asume que la disciplina es un fin en sí mismo, se considera que la meta formativa más importante es lograr que los estudiantes siempre se comporten bien, es decir, que en todo momento prevalezcan el debido comportamiento y forma de proceder de los estudiantes, independientemente de que los demás procesos formativos se estén o no logrando, lo cual termina por hacer de la institución educativa una organización fuertemente articulada donde se raya con la rigidez en las costumbres y la norma, donde la forma se absolutiza y prima sobre todo.

      Si la disciplina no puede abordarse como un fin en sí mismo, ni únicamente como un medio del que se sirve la institución educativa para lograr sus propósitos educativos, entonces ¿cuál será la perspectiva adecuada? La idea es que la disciplina se asuma como medio y como fin, de una manera articulada e integrada; debe tomársela como medio en tanto que es una de las estrategias con las que cuenta la institución educativa para generar un ambiente que favorezca los procesos de aprendizaje y de formación; y también asumírsela como fin por cuanto contribuye a la generación de habilidades y actitudes que hacen parte del desarrollo moral de los estudiantes, además de que los prepara para la vida en sociedad, para la construcción de ciudadanía, el manejo de las emociones y, en general, de la vida afectiva.

      Si se articulan adecuadamente estos dos énfasis de la disciplina en el proceso formativo de los estudiantes, que trasciende lo meramente académico, se podrá dar de manera efectiva la perspectiva de lograr la formación integral. Evidentemente que ello no se alcanza únicamente con la disciplina, sino que al logro de esta meta también contribuyen otra serie de procesos y procedimientos que se realizan en la institución educativa.

      El concepto de disciplina no solo es polisémico, sino también complejo en su abordaje. Si se quiere proponer una definición de disciplina entendida como el comportamiento que deben exhibir los estudiantes, se puede entonces afirmar que disciplina es el conjunto de comportamientos y actitudes que los estudiantes muestran en el diario quehacer y acontecer de la vida escolar con relación a los procesos formativos y que permiten el cumplimiento de las metas educativas de la institución. Se los denomina disciplina porque se refieren a la forma de desarrollar dichos comportamientos y actitudes, de una manera normal y adecuada a las circunstancias de tiempos, lugares y personas, acordes con las normas y principios institucionales, en la cotidianidad de la vida escolar.

      De acuerdo con lo anterior, la disciplina en el ámbito escolar tiene, entre otras funciones, las siguientes:

      Generar un ambiente que permita el normal desarrollo de las actividades escolares en la perspectiva de lograr las metas formativas que el proyecto educativo institucional (PEI) ha determinado como horizonte institucional: el aprendizaje, la convivencia, la socialización, la formación en hábitos y rutinas, la formación moral, entre otros.

      — Ser el “instrumento” que permite mantener el control de la institución educativa como un ente organizado para el cumplimiento de sus metas formativas.

      — Ser un factor diferenciador con otras instituciones educativas, en tanto que los parámetros de organización y control difieren de una a otra, en virtud de la intencionalidad formativa que cada cual tenga.

      — Ser el marco de referencia para los procesos de formación de los estudiantes en hábitos que superan la mera instrucción, en la perspectiva de la formación democrática, integral y ciudadana de los estudiantes.

      — Constituirse en un conjunto de principios, rutinas y pautas de comportamiento que permiten a los educadores exigir a los estudiantes formas específicas de conducta y comportamiento, según tiempos, lugares y personas.

      — Ser un marco de referencia para la resolución de los conflictos en el ámbito escolar, entre los distintos actores y miembros de la comunidad educativa.

      — Ser una pauta para prevenir las conductas disruptivas en el ámbito escolar en general, pero en específico, en el aula de clase.

      — Crear las condiciones necesarias y suficientes para generar las condiciones de contención que tanto los niños como los adolescentes necesitan en su proceso de constitución como seres humanos en proceso de maduración.

      La disciplina entendida según las características anteriores, está dirigida a controlar y organizar el diario acontecer de la institución educativa. Pero también se puede afirmar que la disciplina en una institución educativa, no solo está dispuesta para modificar la conducta de los estudiantes o para garantizar un clima que favorezca el aprendizaje, sino que además contribuye de manera relevante a generar procesos que permiten la maduración o el desarrollo moral de los estudiantes.

      Si bien la disciplina puede ser considerada como un conjunto de parámetros de comportamiento, en la medida en que los estudiantes los introyectan, de manera personal y por convicción, estos parámetros de la disciplina contribuyen de manera significativa al desarrollo de la autonomía de los estudiantes en tanto pueden servir de principios que cada cual asume responsable y libremente para favorecer el clima de convivencia en la organización escolar. Para hacer más efectiva esta característica de la disciplina es que se recomienda a las instituciones poner en práctica la estrategia denominada la comunidad escolar justa, puesto que ella contribuye de manera significativa a que los estudiantes encuentren la razonabilidad de las normas y su aplicación. Además, las normas de la disciplina deben ser conocidas por todos y, sobre todo, ser razonables para que los estudiantes les encuentren el sentido que ellas tienen y por ende contribuyan a su formación moral.

      Otro elemento relevante en la perspectiva de la formación ética y moral de los estudiantes, así como en el proceso de formación en la libertad y la autonomía, es justamente que los estudiantes generen procesos de autorregulación que les permita responder a las expectativas de la institución, pero fundamentalmente a su propia conciencia y a sus metas personales,


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