Rukeli. Jud Nirenberg
fútbol era también una importación reciente del mundo anglosajón— y el boxeo tenía tantas posibilidades de convertirse en la pasión nacional como cualquier otra actividad atlética. La esgrima llevaba tiempo siendo importante entre los que habían sido educados en la universidad y las clases altas, pero no era para todo el mundo. Era elitista tanto por su imagen como por el coste de su aprendizaje. El boxeo era un juego para el hombre común.
Si bien los gitanos no tenían mucha presencia en el mundo del boxeo profesional de Nueva York, lo practicaban allá donde estuvieran y en cualquier modalidad de pugilismo que se encontraran. En 1920 un manouche de diez años que algún día llegaría a ser el gitano más famoso de Europa y uno de los músicos de jazz más célebres del mundo, Django Reinhardt, se peleaba a puñetazos con otros chicos para ganarse unas propinas de los espectadores en un ring de boxeo de un café de la avenida d’Italie de París31.
El estadounidense sinto romaní residente en Texas Aaron Williams (sin relación con el famoso atleta) cuenta que su abuelo Joe Schwartz boxeaba por dinero en el oeste de Estados Unidos en 1898. Su otro abuelo, Otto Wells, dirigía un ring de boxeo ambulante que servía de atracción en circos y ferias. Uno de los tíos de Williams actuaba en combates de exhibición. Dados los intereses locales de la época, no se presentaba como gitano sino como nativo americano. Entre los sinti que llegaron a Estados Unidos en el siglo XIX, muchos se pusieron a trabajar en circos o shows ambulantes, que con frecuencia incluían algún tipo de número de pelea o lucha libre. Había muchos estilos de lucha y conjuntos de reglas, normalmente sin guantes. Según Williams, Joe Schwartz peleaba al aire libre o sobre suelos de tierra. Unas marcas trazadas en el suelo delimitaban el ring y los luchadores perdían si retrocedían o eran echados a golpes más allá de las marcas.
Los sinti del árbol genealógico de Williams se mezclaron tanto con romnitchels, o romaníes ingleses emigrados a América, que pronto dejaron de referirse a sí mismos como sinti. Llegaron a ser conocidos como «romnitchels holandeses» u «holandeses negros». «Muchos romnitchels aún lo hacen», dice refiriéndose a campeonatos de boxeo a puerta cerrada. No autorizadas e ilegales, las competiciones se celebran en la actualidad por todo el oeste y el medio oeste y atraen a gitanos que rara vez interactúan fuera de ellas. Por ejemplo, dice: «Es el único lugar en el que algunos de ellos se encuentran con los gitanos irlandeses». Cualquiera de los romanitchels y sinti de lugares como Oklahoma, Texas y el oeste que lucharon ante un público en las décadas de 1920 o 1930 lo habría hecho en eventos clandestinos. El boxeo legal llegó a esa zona del país más tarde.
Las no autorizadas pero muy concurridas competiciones continuaron también en Reino Unido e Irlanda, especialmente entre gitanos. Aun hoy, eventos así son a menudo organizados discretamente en ferias donde se reúne gente de caravanas, como en Appleby en el noroeste de Inglaterra, Musselburgh en Escocia o Ballinasloe en Irlanda y, a menor escala, en campamentos de caravanas32. A veces hay reglas similares a las del boxeo con guantes. Otras veces no hay apenas reglas.
Los romaníes y otros grupos gitanos continúan participando en deportes de lucha. Ahí está, por ejemplo, la reciente estrella de artes marciales de la UFC John Maguire. También siguen participando en el boxeo oficial. El campeón mundial del peso pesado de 2015 Tyson Fury dice de su cultura gitana: «Antes que cualquier otra cosa, aprendes a pelear. Mientras en otras culturas los niños dan patadas a un balón, nosotros estamos golpeando manos»33.
23 Gorman, B. (2011). Bareknuckle: Memoirs of the Undefeated Champion. The Overlook Press.
24 Carey, I. (2013). When Boxing was, like, Ridiculously Racist. eBookIt.com.
25 «El Chico Fuerte de Boston» (N. del T.).
26 El título de World Colored Heavyweight Championship se instituyó de manera oficiosa, sin sanción de ningún organismo, a finales del siglo XIX para los boxeadores negros, con quienes los blancos no querían pelear (N. del T.).
27 Carol Oates, J. (2012). Del boxeo. Punto de lectura.
28 «El Mago del Gueto» (N. del T.).
29 Nagorski, A. (2013). Hitlerland: American Witnesses to the Nazi Rise to Power. Simon and Schuster.
30 Bodner, A. (1997). When Boxing Was A Jewish Sport. Praeger Publishers.
31 Dregni, M. (2004). Django: the Life and Music of a Gypsy Legend. Oxford University Press.
32 Gorman, B., Op. cit.
33 «Born to box: Factbox new world heavyweight champion Tyson Fury». (29 de noviembre 2015). Recuperado de http://www.stuff.co.nz/sport/other-sports/74535333/born-to-box-factbox-on-new-world-heavyweight-champion-tyson-fury
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Duros años de penurias
Hitler mostró muy poco interés en cuestiones educativas… La única vez en que formuló una auténtica sugerencia [...] fue en 1935, creo, cuando me dijo que debería asegurarme de que el boxeo se extendiera más entre la juventud.
Baldur von Schirach, antiguo líder de las Juventudes Hitlerianas, hablando en los Juicios de Núremberg.
Europa se estaba recuperando lentamente de la Gran Guerra y luchando por reconstruirse económicamente. La madre de Django Reinhardt, abandonada por su marido Jean-Eugene Weiss (una desgracia muy infrecuente en la comunidad manouche), daba de comer a su hijo recogiendo casquillos de artillería usada en los campos de batalla de Marne en Francia. Le enseñaba a Django a reconocerlos en las viejas trincheras, lavarlos y reciclar el latón en pulseras con grabados.
Al no conseguir salir adelante con tales proyectos, los Reinhardt se trasladaron desde Francia a la Argelia colonial. En la casba de Argel encontraron un vecindario a la sombra de la Gran Mezquita donde los manouches recién llegados de Europa se mezclaban con gitanos afrikaya, como eran llamados los manouches que habían abandonado Francia generaciones antes rumbo a la periferia, así como con nómadas musulmanes de otras partes del norte de África. Bregaban con las opciones a su alcance y siempre andaban a la caza de otras formas de supervivencia. Cuando Django tenía diez años se volvieron a mudar, de regreso a París. A los doce años, consiguió un banjo y empezó a aprender a tocarlo por su cuenta. Pocos meses después, trabajaba hasta el amanecer tocando en clubes nocturnos y salones de baile, en compañía de prostitutas y chulos hasta la hora del cierre, cuando su madre lo recogía y lo llevaba de vuelta a dormir a su caravana.
Si la gente buscaba creativas formas de ganarse el pan en los países que habían ganado la última guerra, las cosas eran aún más difíciles en el bando perdedor. La economía de Alemania empeoraba. Los Trollmann sobrevivían. Los hermanos mayores de Rukeli trabajaban. Su padre y sus hermanas viajaban y buscaban jornales en granjas. A veces mendigaban. En 1923, el consumo nacional de trigo había caído a la mitad. En octubre, un grupo de mujeres entró en el ayuntamiento de Hannover para protestar. La gente que no podía permitirse la carne compraba huesos para darle algún sabor a sus guisos de verduras como el repollo, que se podían conseguir cerca. Poco después, el pan se volvió demasiado caro.
Mientras muchos iban a las cocinas municipales a comer gratis, Rukeli conseguía un sándwich después de los entrenamientos y una comida caliente después de las peleas en el gimnasio. La asociación daba de comer a sus protegidos.