Rukeli. Jud Nirenberg

Rukeli - Jud Nirenberg


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La mayoría de ellos tenían hogares permanentes. Aquellos que estaban «viajando» y que tenían carromatos o caravanas —como los que usaban los Trollmann a veces— solo mantenían tales medios de transporte para viajes de negocios o para las visitas a familiares en vacaciones y verano.

      Los Winterstein eran otra familia similar sobre cuyo destino hablaremos. Habían tenido propiedades desde hacía varias generaciones antes de la Segunda Guerra Mundial. Tenían una casa y un granero en un pequeño pueblo llamado Lohr am Main, en el río Meno. La familia proporcionaba uvas a varias bodegas. Todos los niños iban a la escuela. No encajaban en las fantasías de la mayoría sobre los gitanos. Pero no importaba. De hecho, mientras que la matanza nazi de los judíos comenzó con aquellos a los que las definiciones nazis trataban como plenamente judíos y solamente después se extendieron a aquellos de orígenes mixtos, las ideas nazis sobre los gitanos consideraron a quienes provenían de familias mixtas —a menudo los más integrados y asimilados— como la mayor amenaza para la sociedad alemana. Los gitanos que vivían entre vecinos blancos y que se habían mezclado por matrimonio eran un peligro para la pureza racial del Volk alemán, de la nación, más que aquellos que vivían en el camino y que tenían limitado el contacto social con los blancos. Mucho antes de que los nazis ocuparan el Gobierno y antes de que se formularan las políticas del genocidio judío, el Gobierno empleó a higienistas raciales tales como Robert Ritter y los políticos escribieron sobre la necesidad de eliminar a la gente de herencia gitana mixta (parcial) mediante la esterilización y la concentración o el internamiento en campos.

      Y pese a todo los roma y los sinti de Alemania no vieron venir el genocidio. No supieron adivinar lo que estaba sucediendo ni por qué mientras eran detenidos sin aviso, sin permiso siquiera para coger un abrigo de invierno, eran conducidos a centros de detención y después subidos a trenes que los llevaban a los campos. Años después de que comenzase la encarcelación forzosa en campos de concentración, muchos seguían sin imaginar lo que los aguardaba. Pálidos de fatiga tras días y noches sin dormir, habiendo perdido peso por la falta de alimento, con ojeras y las narices moqueando después de días en transportes sin calefacción, hombres gitanos formaban orgullosos en sus uniformes militares y enseñaban las medallas que habían recibido por su servicio en combate por la patria.

      Tras ocuparnos de los roma, ¿qué hay de los sinti? ¿Quiénes son?

      En la Alemania actual, la discriminación contra los sinti no ha desaparecido. Miembros supervivientes de la familia Trollmann han hecho de la lucha contra la discriminación, y no solo contra los sinti, una parte central de sus vidas.

      Jud Nirenberg fue preguntado una vez por su origen étnico en una cena. Explicó su mezcla e incluyó la parte roma.

      «En Alemania, decimos roma y sinti», le corrigió su interlocutor alemán.

      «Sí, bueno, yo soy roma solamente. No hay sinti en mi familia».

      Cohibido por el error de no haber utilizado lenguaje políticamente correcto, el alemán bajó la voz y repitió, «Nosotros decimos roma y sinti». La idea de que hubiera dos etnicidades distintas se le escapaba.

      Los sinti parecen a muchos observadores similares a los roma en apariencia, cultura y, por supuesto, en la historia de su persecución. Para muchos, los roma y los sinti son todos gitanos y las distinciones apenas tienen importancia.

       Sin embargo muchos sinti se apresuran a señalar que ellos no son roma.

      Mientras que los roma estuvieron y siguen encontrándose por toda Europa —así como por lugares tan lejanos como Australia, norte y sur de América y Sudáfrica— los sinti históricamente han tenido un área de dispersión más pequeña. Los sinti vivieron en o cerca de la Europa germanohablante. Se debería recordar, sin embargo, que la Europa germanohablante del siglo XIX incluía más que solamente Alemania, Austria y Suiza.

      Había grandes pueblos y comunidades germanohablantes en la región de los Sudetes (en la actual República Checa), Hungría, Croacia, Rusia, Ucrania, etc. Algunos sinti vivían en Francia, Holanda y el norte de Italia. Pese a ello, el área por el que se extendieron nunca se alejó mucho de las comunidades alemanas. En la lengua romaní, se dice que uno habla romanés (forma adverbial de romaní). Los sinti también dicen que hablan romanés, aunque no hablan la misma lengua que los roma. La lengua sinti es un criollo, que mezcla palabras y características romaníes y alemanas (aunque, como se mencionó antes, el sinti y el romaní puede que fueran muy diferentes mucho tiempo antes de que la lengua sinti adoptara sus influencias alemanas). Si bien los nazis y sus aliados señalaron a todos los gitanos para el genocidio y muchos roma murieron, la aniquilación de la vida y la cultura sinti estuvo especialmente cerca de lograr su objetivo final. Hoy día, las personas con identidad sinti de fuera de Alemania y Austria son muy escasas. La comunidad superviviente de Eslovenia, aunque mejor investigada y conocida que muchas, cuenta solamente con 150 personas. Antaño vibrantes comunidades sinti de muchos países no solo han desaparecido sino que también han sido olvidadas. En Alemania, una pequeña pero orgullosa comunidad sinti, que incluye a la familia Trollmann, trabaja duro para asegurarse de que las muertes sinti del Holocausto no desaparecen de la memoria histórica.

      En 1886, por ejemplo, el canciller escribió a sus ministros animándoles a que hicieran cumplir las leyes dirigidas específicamente a los gitanos. En 1890, el parlamento de Suabia celebró una conferencia sobre «la chusma gitana». La práctica habitual de repicar las campanas para avisar a los alemanes blancos cuando llegaban gitanos al pueblo fue impuesta por ley. En la República de Weimar, los roma tenían prohibido entrar en piscinas públicas, parques y otras áreas de recreo. Los gitanos eran retratados habitualmente en los medios de comunicación como criminales. Una directiva de 1906 en Prusia ordenaba que los gitanos fueran, al ser acusados de cualquier delito, «castigados sin


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