Disrupción tecnológica, transformación y sociedad . Группа авторов

Disrupción tecnológica, transformación y sociedad  - Группа авторов


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el de la forma misma de trabajar. Baste pensar en el modo como la pandemia ha producido la ruptura de la noción trabajo-oficina, trabajo-lugar físico, a la vez que también ha alterado sustancialmente los horarios y las disponibilidades laborales. Se ha producido una flexibilización laboral preocupante, ha ocurrido un inmenso desplazamiento laboral por las nuevas tecnologías, en general, que puede ser ejemplificado, en particular, con las Fintech. Pero, más grave aún, se pronostican tasas de desempleo absolutamente inquietantes, lo cual nos lleva, de la mano de los escritos, a reflexionar sobre el futuro de la fuerza de trabajo en los años venideros. Si la 4RI influye de manera importante en la fuerza de trabajo, naturalmente tiene también que influir en organizaciones y empresas. ¿Cómo articular los efectos de las nuevas tecnologías en sus entornos de aplicación para lograr obtener impactos positivos? ¿Garantiza la tecnología por sí misma mayor rendimiento en las organizaciones y bajo qué parámetros? Se estudian ejemplos de cómo se están transformando sectores enteros y se plantea igualmente la integración de las nuevas tecnologías en organizaciones más reducidas o en sectores más puntuales, partiendo de que, en el fondo, las reflexiones que nos deben ocupar son muy similares.

      Son las anteriores consideraciones sobre las instituciones sociales mencionadas las que deben interesar y motivar al lector del tomo porque, como bien lo sintetiza la profesora López Jiménez, “estos artículos nos invitan a pensar que los nuevos escenarios digitales retan a todas las organizaciones, independientemente de su sector, tamaño o cercanía con la industria de tecnología, y no únicamente a los actores más pequeños o a los adoptantes reticentes o tardíos (Rogers, 2003)”.

      Presentados sucintamente el aporte, la historia y el contenido de esta nueva edición de la colección “Así habla el Externado”, a continuación me permitiré unas reflexiones finales sobre la temática en general.

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      El tema escogido para esta nueva versión de la colección “Así habla el Externado” no puede ser más pertinente en la época actual. Conocimiento, disciplinas, investigación, productividad, mercado, educación, cultura, vida cotidiana, todo, absolutamente todo está permeado por los algoritmos y por la inteligencia artificial, así como por el enorme conjunto de las tecnologías disruptivas. La sociedad está atravesada en sus cuatro puntos cardinales por el advenimiento de la llamada Cuarta Revolución Industrial.

      Quisiera, en la parte final de este texto, referirme a dos autores de naturaleza muy diferente, pero que tienen en común el hecho de aportar muchos datos –por si acaso fuere necesario– sobre lo que la 4RI está implicando. El primero de ellos, el profesor Yuval Noah Harari, en su libro Homo Deus. Breve historia del mañana8; el otro, el periodista Andrés Oppenheimer, en su volumen ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización9.

      Iniciemos por Harari. Su discurso señala que la nueva religión de la humanidad será el Dataísmo, y que gracias a ella los seres humanos seguiremos aferrándonos a los datos que todo lo miden, que todo lo predicen, para dar sentido a nuestras vidas. Desaparecerán el individualismo y el libre albedrío, que serán reemplazados por los algoritmos llamados a indicarnos nuestro proceder. Esa conclusión se sustenta en 431 páginas que muestran su talante intelectual y de profesor –lo es en la Universidad Hebrea de Jerusalén– que se expresa de manera poco tradicional y al menos sustancialmente diferente a lo habitual en una tesis doctoral o en un libro ortodoxamente académico. Es un autor libre en la forma de seleccionar sus fuentes, en la estructuración de sus obras y en la manera de presentar sus reflexiones.

      Es por ello que su libro puede ser leído desde varios puntos de vista, respecto de los cuales referiré dos que estimo importantes para la presente publicación. Uno primero, más de corte filosófico e histórico; y uno segundo, que toma nota de las grandes transformaciones tecnológicas que están ocurriendo y de su incidencia en las relaciones sociales.

      Sobre el primer punto de vista no es mucho lo que tengo para aportar, por no disponer de una formación filosófica que bastante ayudaría en estas líneas. Como ya se ha indicado, Harari considera que las religiones serán reemplazadas por el Dataísmo, que “sostiene que el universo consiste en flujos de datos, y que el valor de cualquier fenómeno o entidad está determinado por su contribución al procesamiento de datos” (p. 400). Es en la mezcla entre informática y biología que se encuentra el “dogma científico actual”: “los organismos son algoritmos” (p. 401).

      Su postura se nutre de un largo recorrido histórico que dota de contexto a lo que está ocurriendo hoy en día con la 4RI. En efecto, inicia Harari sus reflexiones con un punto que es de por sí sorprendente y que nos relativiza completamente la sensación de que la pandemia del Covid-19, el hambre actual en la humanidad o la guerra son los retos que tenemos que superar como humanidad. Muy por el contrario, estima que las pestes, las hambrunas y las guerras han ido disminuyendo10, y que su merma sustancial implica que los humanos debemos preguntarnos qué otros retos tenemos para superar, los cuales ubica en la protección del planeta y en su estabilidad, en el logro de la felicidad o el placer perpetuo de los seres humanos, así como en la superación de la muerte y el ascenso al nivel de la divinidad, razón por la cual, precisamente, titula su libro Homo Deus. A pesar de considerar que tales son los retos actuales de los seres humanos no es, sin embargo, muy optimista, por cuanto estima que “este sueño humanista socavará sus mismos cimientos al dar rienda suelta a nuevas tecnologías posthumanistas” (p. 307), a punto tal que las personas perderán utilidad económica y militar, los valores humanos serán colectivos y no individuales, y los individuos que lleguen a distinguirse se convertirán en una nueva élite de superhumanos que no cobijará a la masa de la población. Sin embargo, luego de plantear esta fría posición, vuelve Harari a su faceta optimista cuando enuncia que es verdad que “la humanidad parece sentenciada. Pero en el último momento, contra toda probabilidad, la humanidad triunfa gracias a algo que los alienígenas, los robots y los superordenadores no podían sospechar y son incapaces de entender: el amor” (p. 422). Esperemos que así sea.

      En el segundo aspecto a partir del cual también estimo puede ser leído su libro, resalto los interesantes e impactantes datos que sirven para ilustrar la situación que se está presentado con la 4RI, y que Harari alcanza a calificar de “ciencia ficción”, a pesar de que ya muchos de ellos sean realidad. Así, por ejemplo, la ingeniería ciborg, que fusionará el cuerpo orgánico con dispositivos no orgánicos, como ojos artificiales, manos biónicas, cascos eléctricos que leen la mente y permiten realizar acciones como apagar las luces de la casa, chips incrustados al cerebro y a un computador para que se emitan órdenes energéticas débiles a fin de combatir la depresión severa, etc. No todos los avances se relacionan con la ingeniería ciborg, sino que se refieren también a la genética. Como se advierte en varios escritos de esta edición de la colección “Así habla el Externado”, es quizás allí donde se exteriorizan los mayores dilemas de los desarrollos tecnológicos. Es lo que puede ocurrir, nuevamente a nivel de ejemplo, con las alteraciones que se realicen al ADN mitocondrial para permitir superar enfermedades genéticas con el simple cambio de algunas mitocondrias en mal estado. Similares sorpresas se encuentran en la ingeniería robótica, gracias a la cual el Deep Blue de IBM venció en 1996 al campeón mundial de ajedrez Garri Kasparov, o en virtud de la cual el Robot Watson de IBM detecta actualmente un 90 % de cáncer de pulmón, frente al 50 % detectado por los médicos. Así mismo, emerge el concepto de “clase inútil o superflua”, en referencia a millones de empleados que –a diferencia de lo que ocurrió en la Primera Revolución Industrial, cuando las máquinas sustituyeron la fuerza física de los humanos– serán reemplazados en sus capacidades cognitivas por los algoritmos (Harari considera que en Estados Unidos se perderán el 47% de los empleos en los próximos años). En fin, la lista de Harari es muy extensa y podría cambiar las tendencias del consumo y, en general, las prácticas de los seres humanos: se podrá disponer de pulseras para medir el ritmo cardíaco o la calidad y duración del coito; de pañales inteligentes para prevenir enfermedades; de robots, como el Profesor Einstein, para ayudar a hacer las tareas a las niñas y los niños, descargando de dicha labor a sus progenitores; de ratones con chips instalados en el cerebro para que, teledirigidos, ayuden a encontrar sobrevivientes en los terremotos; etc.

      Con


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