Fidelidad, guerra y castigo. Sergio Villamarín Gómez

Fidelidad, guerra y castigo - Sergio Villamarín Gómez


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convocó la ciudad a sus nobles ciudadanos, para ver qué resolución se avía de tomar, a que conformes todos acordaron que se respondiese a la salva con dos tiros más. Visto por el comandante de la esquadra, y el general de batalla don Juan Bautista Baset y Ramos, la correspondencia que hallaron en la ciudad, repitieron otra salva y embiaron embaxadores a tierra… y quando llegaron a la puente del desembarco hallaron de partte de la ciudad y gobierno tres embiados… luego que llegaron a la sala del Ajuntamiento, entregaron sus pliegos, y se restituyeron… para aguardar la resolución. Convocó la ciudad a los principales, assí eclesiásticos como seculares, y se leyeron las cartas y manifiestos, y resolvieron embiar a bordo de la comandante, por parte de la ciudad a Cosme Gavilá y Thomás Gavilá, generosos, y por parte del gobierno a Pedro Antonio Garcia, para pedir tiempo en que poder tratar la materia, con todos los moradores. Passaron la noche sin volver los embiados a tierra por la marea que avía, y en la ciudad en señal de regozijo, pusieron antorchas, y faroles en balcones, y ventanas… Y luego vino el día 18 al amanecer, bolvieron a tierra los embiados de la ciudad, y gobierno con la respuesta de que sí se entregavan desde luego, sin dilatar a disponer las capitulaciones, les darían firma en blanco. Y mandando convocar dicho don Felipe a todos los vezinos, y moradores, assí eclesiásticos como seculares, se determinó, nemine discrepante, entregar la ciudad a su legítimo rey.58

      Tras declarar el caso inopinado junto a los electos, la Generalitat activó sus propios recursos. Encargaron al veguer Bautista Remohy la compra de 25 quintales de pólvora para la casa de las armas, por encontrarse solamente con 79 arrobas disponibles en la torre de Santa Catalina. Asimismo, satisficieron todas las peticiones de armamento realizadas por las diferentes poblaciones alarmadas. Al alguacil real José Blasco, por ejemplo, le fueron entregados 200 fusiles con sus bayonetas para el socorro de Gandia.59 El compromiso se mantenía pero poco podían hacer frente al avance austracista en la Marina. Benidorm, Finestrat, Orxeta, Xaló y Relleu fueron uno a uno proclamando al archiduque durante agosto y septiembre,60 mientras unos diputados cada vez más alarmados de la precaria situación militar, enviaron una embajada al virrey –uniéndose a las elevadas por la ciudad al rey en demanda de tropas– el día 15 de dicho mes en la que solicitaban que la caballería que se encontrase en el reino no saliese de él.61

      Y es que, en principio la reacción de la corona fue rápida, anunciando a finales de agosto el envío de 1.800 jinetes al mando del general José de Salazar. Mientras, el mariscal Luis de Zúñiga dirigiría las actividades militares en la Marina al frente de las mal preparadas tropas locales.62 Para su desgracia, casi a continuación se abría un nuevo frente, dejando todavía más al descubierto la sabida precariedad defensiva valenciana y la imprevisión del gobierno borbónico de Madrid. Tortosa, y posteriormente Vinaròs, cayeron rápidamente en manos rebeldes, entre septiembre y octubre.63 Los diputados continuaron con las demandas de ayuda al monarca y el 30 de septiembre solicitaban el envío urgente de tropas para garantizar el sostén de la ciudad. Asimismo, seguían entregando armas. Jerónimo de Otal, infanzón, recibía 50 fusiles con sus bayonetas para la defensa de Peníscola el 2 de octubre de 1705, con la intención de apuntalar la defensa en el nuevo frente.64

      Pronto, la sublevación de la Marina se convirtió en una amenaza para capital y reino al verse espoleada por el sólido compromiso austracista de su población y la errática dirección militar borbónica, que ordenó abandonar Dénia a la única fuerza militar que contenía a los rebeldes –la caballería de Salazar– dejando el camino a Valencia expedito a los austracistas.65 Intentando subsanar el error, el 3 de octubre los electos solicitaron 2.000 libras del caso inopinado acordado para Dénia con la intención de afrontar la nueva situación, presumiblemente armando nuevas tropas. La exigencia estamental forzó una reunión con los oficiales de la Generalitat para buscar la provisión de dichos fondos. Sorprendentemente, pese a la diligencia anterior y la gravedad de la situación, la reunión concluyó de vacío, seguramente por desacuerdos en el modo de usar los fondos entre electos y diputados.66 En la siguiente, los diputados impusieron su criterio sin contar con los electos alegando su papel de acuerdo a la normativa foral sobre casos inopinados

      … el eligir los medis y provisions per a lo desusdit y distribució del diner toca privativament a dits señors deputats segons lo fur 42 del any 1585 y attesses les occurrències presents lo medi més proporcionat es mantenir dos-cents cavalls del regiment de don Rafael Nebot baix la mà del mariscal de camp don Lluys de Zúñiga que estan en lo present regne… 67

      Se sufragarían 200 caballos a las órdenes de Rafael Nebot por voluntad de los diputados.68 Respetando la cifra inicial dispuesta por los electos –que se detraería de lo recaudado por derechos nuevos–,69 obviando un posible acuerdo con ellos en aras de una mayor efectividad de su decisión, no hacían sino reforzar el compromiso de la institución con la defensa borbónica. En su ejecución otorgaron el oficio de receptor y pagador, en principio eventualmente, a José Vicente Torres Eximeno.70

      Pero el empeño no terminaba en Dénia. En la misma reunión abordaron la situación del otro frente, declarando caso inopinado –sin esperar la concurrencia estamental– la rendición de Tortosa para disponer de más dinero

      … es deu ocurrir al remey ab tota celeritat y vigor… per ço tots los desús dits unànimes y conformes y ningú discrepant en virtut dels furs y actes de cort del general proveheixen delliberen y determinen y declaren que lo referit es cas extraordinari, nou e inopinat, resservant-se el assignar la cantitat que serà menester per a ocurrir al reparo de este fet quant los tres estaments, ecclesiàstich, militar y real del present regne hauran nomenat elets per a este effecte, y juntament ab ses señories designaran y señalaran la cantitat.

      El objetivo era que los insurrectos catalanes «…no pretenguen infectar lo present Regne, e introduhir en aquell lo contagi de la solevació en los ànimos inquiets, que seria la ruina…». La resolución debería esperar a la reunión con los estamentos para dotarse de contenido, validez legal y viabilidad económica. Con todo, adelantándose a ellos los responsables de la Generalitat –sin vacilaciones ni discrepancias– ratificaron su compromiso en la defensa del orden establecido. Paradójicamente, los mismos que recibirán y colaborarán con los austracistas cuando entren en Valencia pocos meses después.71

      El 10 de octubre tuvo lugar la reunión con los electos.72 Estos consentían en el caso inopinado y le asignaban 5.000 libras de derechos nuevos para el regimiento de caballería del marqués de Pozoblanco –con órdenes de permanecer en el reino tras la petición de las instancias valencianas– y la defensa de Vinaròs.73 Para salvaguardar los derechos de Generalitat y estamentos ante el anómalo procedimiento de adopción, incluyeron expresamente en la resolución que ésta no sirviese de precedente, ni pudiese usarse en otra circunstancia; se debió a la necesidad del momento y la obligación de satisfacer con urgencia los servicios del rey. De cualquier modo, y aunque desconozcamos si existían intenciones previas de los electos estamentales, la iniciativa de la Generalitat había iniciado la defensa.

      Mientras, continuaron despachando correos solicitando tropas que garantizasen la defensa del reino y armando a las pocas disponibles. Sancho Chavarría, teniente coronel de las guardias del monarca, recibió 30 fusiles con sus respectivas bayonetas. El 22 de octubre, acordaron entregar a José Monflorit 2.000 libras de las 5.000 asignadas al caso inopinado de Tortosa. Este acuerdo se produjo a petición del virrey para, cumpliendo lo acordado, satisfacer las necesidades de mantenimiento del regimiento de caballería del marqués de Pozoblanco. El 7 de noviembre de 1705, se nombraron nuevos artilleros para la guardia de la casa de las armas, ya que, a causa del tiempo y las lluvias, los anteriores habían contraído enfermedades que les impedían continuar la labor que desarrollaban desde agosto. A los enfermos se unieron como bajas los artilleros enviados a cumplir el servicio del rey a ciudades como Gandia, Peníscola, Dénia o Vinaròs.74 A su vez, proseguían las peticiones a Madrid para intentar influir en unas decisiones bélicas que hasta ahora solo parecían favorecer la indefensión del reino valenciano.75 La última, la orden del mariscal jefe del ejército borbónico Tserclaes-Tilly a Nebot de abandonar Dénia, fue seriamente contestada también por electos, motivando una rectificación mediante una tardía


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