Tres ensayos sobre democracia y ciudadanía. Baldo Kresalja

Tres ensayos sobre democracia y ciudadanía - Baldo Kresalja


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existencia de un marco político y jurídico de libertad e igualdad y la vigencia efectiva de los derechos fundamentales. Según este autor, hay dos clases de votaciones: las votaciones electivas y las no electivas, estas últimas a través de las vías de la democracia directa, como el referéndum o la revocación de autoridades131. Mientras la votación designa el escrutinio que va a dar lugar a la mayoría, la elección designa a la persona o personas escogidas como representantes. Las modalidades de la democracia directa se materializan mediante votaciones populares, pero no todas tienen la misma razón de ser, ya que, en el referéndum, por ejemplo, puede ser una condición para que un proyecto normativo entre o no en vigor, mientras que el veto persigue que una norma no rija.

      2. MEDIOS, ENCUESTAS, PROPAGANDA Y LOBBYS

      1. En el mundo atomizado de nuestros días:

      Los medios construyen la realidad, y lo que está en juego no es hallar la verdad, sino cumplir un conjunto de funciones sociales como el entretenimiento. Su velocidad informativa se paga con la redundancia, proporcionando seguridad y claves de orientación moral. La realidad suele ser para nosotros una realidad mediática. El éxito de los medios se encuentra en su capacidad de prefigurar la aceptación social de los temas, una preinterpretación esquemática de éstos. Y es a eso lo que llamamos con frecuencia opinión pública, la que establece el repertorio de asuntos públicos, asegurando una realidad de referencia y pudiendo incluso manipularla, pero no siempre convenciéndonos. Ante ello, los políticos, entonces, observan como son observados, y se produce de tal modo un montaje, una escenificación, que hay que saber manejar.

      Como es obvio, la existencia de un entorno comunicativo adecuado es determinante para que el elector pueda ejercer de manera efectiva sus derechos y optar por una alternativa con propiedad; si no fuera, así el poder del elector sería irrelevante o, lo que es peor, terminaría optando por lo que no conoce bien, generándose desconfianza y frustración. La calidad del entorno discursivo resulta fundamental, porque las preferencias no suelen nacer espontáneamente, ni tampoco en la soledad de su conciencia, pues sin un intercambio discursivo el ciudadano mira, pero en verdad no ve. Tal como afirma Greppi:

      Así, pues, sin la confrontación discursiva con los demás es difícil adquirir los elementos de juicio necesarios para elaborar demandas. El malestar político actual tiene por tanto que ver en buena medida con la mala distribución del poder comunicativo. En efecto, la creciente presencia de asesores y de expertos en marketing político ha dado lugar a que los mensajes de los candidatos a representantes tengan un contenido trivial y espectacular, lo que es contrario al diálogo. Los argumentos y la reflexión política han sido relegados, por lo que el espacio utilizado en los medios favorecerá al candidato oportunista y autoritario, el que sin duda se encontrará inclinado a las soluciones plebiscitarias y lejano a la deliberación democrática.

      Los partidos políticos han sido, sin duda, afectados por la conducta de los medios de comunicación, y ello ha dado lugar a una relación —nunca explicitada convenientemente— entre comunicación y representación. Esto es fruto de que los medios y sus principales periodistas o presentadores, casi diariamente, se han convertido en auténticos ordenadores de la vida política, avasallando sin recato a quienes no comulguen con sus intereses inmediatos. La presencia excepcional de analistas en la prensa escrita y de algunos comentaristas cultivados intelectualmente en la televisión no altera la verdad del anterior juicio. La deliberación, entendida en su sentido tradicional como un intercambio pausado y ponderado de opiniones discrepantes, está ausente, especialmente en la televisión de señal abierta.

      Hay que reconocer que el público consumidor de medios es mayoritariamente anónimo e indiferenciado, y de bajo nivel educativo. Frente a esa realidad, el político debe formular un discurso generalista que logre interesar por su relación con los problemas de corto plazo o con proyectos emotivos de más largo plazo, cuyas herramientas de concreción casi nunca se conocen. Siempre están presentes lo trivial y lo espectacular, y los horarios para menores y adolescentes no se respetan. La selección de la información transmitida no tiene como referente la afirmación democrática. Opina con razón Grompone:


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