Historia de Venezuela, Tomo II. Pedro de Aguado
tierra es vecina de Francia, i yo estuve en ella 4 años, los mejores de mi vida: no soi frances, soi viamontes». Dice que cumplió 40 años en 3 del presente mes (¿Abril de 1547?), i ha 27 anda fuera de su naturaleza, siguiendo letras: diez gastó en Salamanca, parte de los demás en Francia. «Fui Colegial en Salamanca, en el Colegio mayor de San Bartolomé, de donde lo fue el señor licenciado Gasca». Quien en esa casa entra ha de hacer tres informaciones: primera, de letras; segunda, «de linage; y tienese por provanza más que cierta, que no es judio ni toca en ello, sino que es de buena casta el que es dado por habil para ser elegido»; tercera, de costumbres, mui rigurosa, &ª.
(Colección Muñoz, t. LXXXIV.)
Al Emperador, y en carta fechada en el Nuevo Reino de Granada el 26 de Junio de 1547, dice Montalvo de Lugo:
Ha 27 meses que estoi preso i en residencia por solos 9 que fuí Teniente de Governador, quitados los repartimientos, haviendo Cédula del Príncipe para que se me buelvan, destruida mi hacienda, i adeudado, con malos tratamientos i trabajos de mano del Juez que ninguna justicia hace. Este es el premio de 14 años de conquistas por estas tierras, de haver governado con paz y provecho de españoles, naturales i de V. M., como tengo provado. Ni de la residencia resulta cargo sustancial, sino cosas impertinentes, como se verá. Armendariz es injusto, i solo procura su interese. A su primo, mui mancebo embió á tomarme las varas acompañado de personas apasionadas que estando aquí el Adelantado fueron huyendo, i entró en los pueblos deste Reino de noche secretamente, i luego en llegando ponía pena de muerte que ninguno me diese aviso, i asi vino haciéndose recibir hasta do yo estava. En llegando me prendió i embió á Cartagena do el Juez estava, que son mas de 250 leguas. El Juez me tornó á traer 6 ó 7 meses, i segun su manera de despachar creo no me sentenciará en otros 27 meses. – Escrivo esta temiendo sea tomada por el Juez, á la ventura, porque si tal yo la tuviese que llegue á V. M., tengo por cierto me mandará remediar &ª.
(Colección Muñoz, t. LXXXIV.)
CAPITULO DIEZ
En el qual se escriue la guazauara que los yndios del Cenufana dieron a los españoles, y como despues de auer llegado a la noticia en cuya demanda yban, se boluieron a Uraba.
Quando los españoles, llegaron a la poblazon de Abiue, yban ya tan faltos de todas las cosas, asi para su uestir como para sus cauallos, que casi los lleuauan de diestro, por no tener herraduras que les poner, y menos osauan caualgar en hellos por no despeallos101 de suerte que despues no se pudiesen menear y se les quedasen perdidos por el camino, cosa muy perjuicial para la salud de los propios españoles, porque como otras veces e dicho, es cierto que do quiera que los españoles entren sin cauallos, como aya cantidad de yndios, van a muy gran peligro de ser muertos y desvaratados, porque los yndios sienpren en la primera vista que con los españoles tienen, se les hazercan y se juntan con ellos muy bestialmente y sin ninguna horden, pareciendoles que son jentes ynferiores a hellos, pero después que son lastimados con sus espadas y atropellados con los cauallos, sin ser hellos poderosos para dagnificar a los españoles, cobran gran temor, el qual pocas vezes pierden y les pareze que todo el daño que an reszeuido, se lo an echo los cauallos, y asi tienblan de uer su terrible aspeto, y asi haze mas vn solo cauallo en vna guazauara que muchos soldados, y a esta causa, como hombres uaquianos que sauian y por espiriencia auian entendido quanto les ynportaua el conseruar y rreseruar los cauallos, los lleuauan rreseruados y de diestro sin echalles cosa alguna encima, porque como la tierra hera aspera y muy doblada y los cavallos yban descalcos o sin herraduras, estaua claro que si les echauan carga encima que en haciendo fuerza con las manos y pies, se les auian de gastar las uñas, y en faltandoles estas no auian de poder caminar, y finalmente, como luego se dira, por auer conseruado con tanto cuidado los cauallos, conseruaron los españoles que en esta jornada yban, las uidas.
Los yndios que auitauan y tenian sus poblacones junto o comarcanas a Abiue, como entendieron la partida de los españoles, determinaron juntarse y enboscarse junto al camino por do auian de pasar para hazer hen ellos algun daño. E asi para su hecho muy fauorable vna espesa o escura niebla que aquel dia por la mañana hazia, con la qual los españoles, priuados de poder uer la zedalada102, se metian descuidadamente hen ella, donde sino fuera con particular auxilio del cielo, no pudieran escapar; pero todo lo rremedio Dios por su misericordia, con que ya que los nuestros se yban hazercando a la enboscada las nieblas se alzaron de golpe y descubrieron de suerte que claramente se pudo uer la turba de los yndios que los estauan esperando, los quales como se uieron asi103 desnudos y desanparados del uelo que sobre si tenian, que los auia ocultado, y que ya heran vistos y sentidos de los españoles, comencaronse a retirar104 hazia una montaña que cerca tenian, y los españoles a seguilles hasta metellos y encerrallos en el arcabuco, donde estauan mas corrouorados y fortalecidos los yndios que los españoles.
A la segunda jornada despues de la salida de Abibe, llegaron los soldados á vn buen sitio llano y rraso y bien proueido de comidas y de muchas labrancas de maiz y de otras rraices y semillas que los yndios tenian para su sustento. Determino el capitan Cessar, con acuerdo de los mas y mejores, descansar algunos dias alli y rreformar la jente y los cauallos, para que llegasen descansados a donde el casique Cenufana estaua, porque segun las señales auian uisto, les parescian que no podian dejar de tener alguna guazauara o pelea con los yndios y con aquel varuaro que claramente les auia ynbiado a dezir que deseaua ya uellos buenos y gordos por gustar que sauor tenian sus carnes.
Auia desde este alojamiento al pueblo deste casique cinco leguas; pero el varuaro, desque sintio que los españoles se azercauan tanto, no quiso esperar a que llegasen a su pueblo, si no salillos a receuir al camino con la jente que tenia junta de toda aquella prouincia, que hera a la menor estimacion de los que con menos pauor los consideraron, mas de beinte mill yndios, los quales al seteno dia amanecieron puestos en vn cerro sobre el alojamiento de los españoles, todos a punto de guerra con sus macanas y dardos y piedra de que uenian muy preuenidos y aun cargados de grandes mochilas de guijarros escoxidos a posta para tener que tirar. Traian consigo sus mugeres con ollas y otros aderecos para guisar de comer de la carne de los españoles.
Estuvieron dos dias en el zerro, y al tercero, que tenian determinado de arremeter, talaron vnos grandes maicales y labranzas que entre sus alojamientos y de los españoles auia, y mandaron a sus mugeres que pusiesen grandes ollas de aguas a calentar, para pelar y lauar la carne de los españoles; y con esto tomaron las armas en las manos y comenzaron a mouerse contra los nuestros, los quales, considerando la multitud de baruaros que sobre si tenian, y que parecia cosa ynposible auer uitoria de hellos, encomendaronse a Dios y caualgando en sus cauallos, los quales auian herrado con pedazos de herraduras que para aquel menester avian guardado, se rrepartieron en dos partes y determinaron de salir al enquentro a los yndios, para con esta muestra de animo dar antender a sus contrarios que heran poderosos para pelear con ellos y rresistillos. Juan de Cespedes, con otros dos de a cauallo y algunos peones que los siguieron, arremetieron a un esquadron que por vna loma auajo se les uenian azercando muy despazio. El capitan Cesar y Martin Niañez en sus cauallos, con otros nueue o diez peones, hizieron rrostro a otro grandisimo esquadron de yndios que por otra parte se les azercaua, en el qual uenia el casique o señor del Cenu, y arremitiendo los españoles con los yndios por la horden que tengo dicho, comenzaron a pelear su guazauara tan reñida y trauajossa para los españoles quanto calamitosa para los yndios, porque los de a cauallo y los demas peones, en el punto que zerraron con ellos, comencaron a herirlos tan cruelmente que como hellos heran muchos y uenian muy juntos y desnudos, no auia mas de picar o dar estocadas y pasar de largo, y como los yndios beian caher yndios en el suelo y no beian boluer atras a los españoles, desmayauan y perdian el coraje y esperanza que de auer uitoria traian; y asi, despues de auer peleado buen rrato y de auer uisto el poco daño que en los españoles, guardados por voluntad de Dios, hazian, se comencaron a rretirar, y los españoles a seguillos asta metellos en los terminos de sus alojamientos, con perdida de gran numero de yndios que por aquel suelo quedaron muertos, cosa de que se admiraron y marauillaron mucho los propios españoles, y les parecia cosa ynposible auer ellos muerto tanta cantidad de yndios como despues de la guazauara se hallaron por aquel suelo, en tan poco tiempo como la pelea
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De
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Debe querer decir la
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En la edición de Caracas falta el adverbio
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En la edición de Caracas: