El sí de las niñas. Fernández de Moratín Leandro

El sí de las niñas - Fernández de Moratín Leandro


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e Moratín

      El sí de las niñas

      PERSONAS

      • DON DIEGO.

      • DON CARLOS.

      • DOÑA FRANCISCA.

      • DOÑA IRENE.

      • RITA.

      • SIMON.

      • CALAMOCHA.

      La escena es en una posada de Alcalá de Henares.

      El teatro representa una sala de paso, con cuatro puertas de habitaciones para huéspedes, numeradas todas. Una mas grande en el foro, con escalera que conduce al piso bajo de la casa. Ventana de antepecho á un lado. Una mesa en medio, un banco, sillas, etc.

      La accion empieza á las siete de la tarde, y acaba á las cinco de la mañana siguiente.

      Imp. de El Porvenir, á cargo de J. Medina, Tallers, 51.

      ACTO PRIMERO

      ESCENA I

DON DIEGO, SIMON

      (Sale D. Diego de su cuarto. Simon, que está sentado en una silla, se levanta.)

D. Die

      ¿No han venido todavía?

Simon

      No Señor.

D. Die

      Despacio la han tomado por cierto.

Simon

      Como su tia la quiere tanto, segun parece, y no la ha visto desde que la llevaron á Guadalajara…

D. Die

      Sí. Yo no digo que no la viese; pero con media hora de visita y cuatro lágrimas, estaba concluido.

Simon

      Ello tambien ha sido estraña determinacion, la de estarse usted dos dias enteros sin salir de la posada. Cansa el leer, cansa el dormir… Y sobre todo, cansa la mugre del cuarto, las sillas desvencijadas, las estampas del Hijo pródigo, el ruido de campanillas y cascabeles, y la conversacion ronca de carromateros y patanes, que no permiten un instante de quietud.

D. Die

      Ha sido conveniente el hacerlo así. Aquí me conocen todos… El Corregidor, el señor Abad, el Visitador, el Rector de Málaga… ¡Qué sé yo! Todos… Y ha sido preciso estarme quieto y no esponerme á que me hallasen por ahí.

Simon

      Yo no alcanzo la causa de tanto retiro. Pues ¿hay mas en esto, que haber acompañado usted á Doña Irene hasta Guadalajara, para sacar del convento á la niña y volvernos con ellas á Madrid?

D. Die

      Sí, hombre, algo mas hay de lo que has visto.

Simon

      Adelante.

D. Die

      Algo, algo… Ello tú al cabo lo has de saber y no puede tardarse mucho… Mira, Simon, por Dios te encargo que no lo digas… Tú eres hombre de bien y me has servido muchos años con fidelidad… Ya ves que hemos sacado á esa niña del convento y nos la llevamos á Madrid.

Simon

      Sí, señor.

D. Die

      Pues bien… Pero te vuelvo á encargar que á nadie lo descubras.

Simon

      Bien está, señor. Jamás he gustado de chismes.

D. Die

      Ya lo sé, por eso quiero fiarme de tí. Yo, la verdad, nunca habia visto á la tal doña Paquita; pero mediante la amistad con su madre, he tenido frecuentes noticias de ella: he leido muchas de las cartas que escribia, he visto algunas de su tia la monja, con quien ha vivido en Guadalajara; en suma, he tenido cuantos informes pudiera desear, acerca de sus inclinaciones y su conducta. Ya he logrado verla; he procurado observarla en estos pocos dias, y á decir verdad, cuantos elogios hicieron de ella me parecen escasos.

Simon

      Sí, por cierto… Es muy linda y…

D. Die

      Es muy linda, muy graciosa, muy humilde… Y sobre todo, ¡aquel candor, aquella inocencia! Vamos, es de lo que no se encuentra por ahí… Y talento… Sí, señor, mucho talento… Con que, para acabar de informarte, lo que yo he pensado es…

Simon

      No hay que decírmelo.

D. Die

      ¿No? ¿Por qué?

Simon

      Porque ya lo adivino. Y me parece escelente idea.

D. Die

      ¿Qué dices?

Simon

      Excelente.

D. Die

      ¿Con que al instante has conocido?…

Simon

      Pues ¿no es claro?… ¡Vaya!… Dígole á usted que me parece muy buena boda. Buena, buena.

D. Die

      Sí, señor… Yo lo he mirado bien y lo tengo por cosa muy acertada.

Simon

      Seguro que sí.

D. Die

      Pero quiero absolutamente que no se sepa hasta que esté hecho.

Simon

      Y en eso hace usted bien.

D. Die

      Porque no todos ven las cosas de una manera, y no faltaria quien murmurase y dijese que era una locura, y me…

Simon

      ¿Locura? ¡Buena locura!… ¿Con una chica como esa, eh?

D. Die

      Pues, ya ves tú. Ella es una pobre… Eso sí. Porque, aquí entre los dos, la buena de Doña Irene se ha dado tal prisa á gastar desde que murió su marido, que si no fuera por esas benditas religiosas y el canónigo de Castrojeriz, que es tambien su cuñado, no tendria para poner un puchero á la lumbre… Y muy vanidosa y muy remilgada, y hablando siempre de su parentela y de sus difuntos, y sacando unos cuentos, allá, que… Pero esto no es del caso… Yo no he buscado dinero, que dineros tengo; he buscado modestia, recogimiento, virtud.

Simon

      Eso es lo principal… Y sobre todo, lo que usted tiene ¿para quien ha de ser?

D. Die

      Dices bien… Y ¿sabes tú lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar, estar en todo?… Siempre lidiando con amas, que si una es mala, otra es peor: regalonas, entremetidas, habladoras, llenas de histérico, viejas, feas como demonios… No señor, vida nueva. Tendré quien me asista con amor y fidelidad, y viviremos como unos santos… Y deja que hablen y murmuren, y…

Simon

      Pero siendo á gusto de entrambos, ¿qué pueden decir?

D. Die

      No, yo ya sé lo que dirán, pero… Dirán que la boda es desigual, que no hay proporcion en la edad, que…

Simon

      Vamos que no me parece tan notable la diferencia. Siete ú ocho años, á lo mas…

D. Die

      ¿Qué, hombre? ¿Qué hablas de siete ú ocho años? Si ella ha cumplido diez y seis años pocos meses ha.

Simon

      ¿Y bien, que?

D. Die

      Y yo, aunque gracias á Dios estoy robusto y… Con todo eso, mis cincuenta y nueve años no hay quien me los quite.

Simon

      Pero si yo no hablo de eso.

D. Die

      Pues ¿de qué hablas?

Simon

      Decia que… Vamos, ó usted no acaba de esplicarse, ó yo lo entiendo al revés… En suma, esta Doña Paquita, ¿con quién se casa?

D. Die

      ¿Ahora estamos ahí? Conmigo.

Simon

      ¿Con usted?

D. Die

      Conmigo.

Simon

      ¡Medrados quedamos!

D. Die

      ¿Qué dices?… Vamos, ¿qué?

Simon

      ¡Y pensaba yo haber adivinado!

D. Die

      Pues ¿qué creias? ¿Para quien juzgaste que la destinaba yo?

Simon

      Para D. Cárlos, su sobrino de usted: mozo de talento, instruido, excelente soldado, amabilísimo por todas sus circunstancias… Para


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