Mujeres y educación en la España contemporánea. Raquel Vázquez Ramil
este periodo de creación y afianzamiento de la Institución Libre de Enseñanza, el krausismo español (nunca ortodoxo, como hemos visto) experimenta el aporte teórico y metodológico de una corriente entonces naciente, el positivismo entreverado con matices calvinistas y materialistas; de su mezcla surge una nueva tendencia, el krausopositivismo, caracterizado por el afán de armonizar la especulación krausista con la experiencia positivista, como mejor fórmula de superar la dualidad del mundo moderno[31].
Fueron krausopositivistas Nicolás Salmerón y Urbano González Serrano, Adolfo Posada y Gumersindo de Azcárate en Sociología, y Manuel Sales y Ferré en Antropología; Francisco Giner responde menos a esta línea, salvo en sus escritos de psicología, y se mantiene más fiel al ejemplo originario de Sanz del Río. En palabras de Adolfo Posada:
La filosofía de Giner, con sus perspectivas metafísicas, se puede definir como una filosofía jurídica, social, política y de la educación: en síntesis, la filosofía de don Francisco, de modo más inmediato que la de Krause y aún que la de Sanz del Río, es una filosofía de la conducta, o sea una ética y una estética: es una filosofía de principios, no de abstracciones, de principios que han de vivirse[32].
La Institución Libre de Enseñanza conecta así, a través de su fundador, con el krausismo que había removido la filosofía española y, subsecuentemente, resalta aspectos como la moral y la pedagogía, en los que puso especial énfasis. La conexión o enlace viene dada por una entidad de la que hablamos en el epígrafe anterior, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, «primera institución docente estable creada por los discípulos de Sanz del Río» según el profesor Vicente Cacho[33], cuya vida presentará muchas concomitancias con la de la propia Institución Libre.
Los presidentes de la Junta Directiva de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer fueron siempre hombres de la Institución Libre de Enseñanza: Manuel Ruiz de Quevedo lo es desde 1874 hasta su muerte en abril 1898; lo sucede Gumersindo de Azcárate hasta su fallecimiento en diciembre de 1917 y, a partir de esta fecha, José M.a Pedregal. Igualmente, entre el profesorado de las varias escuelas de la Asociación hemos de citar a numerosos institucionistas: Manuel M.a José de Galdo, Manuel M.a del Valle, Juan Facundo Riaño, Rafael Torres Campos, Ilirio Guimerá, Germán Flórez, Joaquín Sama y el propio Francisco Giner de los Ríos, quien impartió Psicología en la Escuela de Institutrices y escribió un tratado de dicha asignatura, Lecciones sumarias de Psicología (1874).
Será también un hombre de la Institución Libre Aniceto Sela, el que impulse la Institución para la Enseñanza de la Mujer de Valencia[34].
Si nos fijamos en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, que comienza a publicarse en 1877, observamos a lo largo de los años ochenta del siglo XIX el interés por el tema de la Asociación y por consignar noticias relativas a la misma; son los más preocupados en este sentido Manuel Ruiz de Quevedo y Aniceto Sela.
Aun valorando muy justamente el papel de hombres como Azcárate, Ruiz de Quevedo o Cossío, hemos de ver la Institución Libre de Enseñanza como obra fundamental de Francisco Giner de los Ríos; él fue la encarnación paradigmática del institucionismo, como Sanz del Río lo había sido del krausismo. Pensamos, por ello, que es de interés analizar su visión de la condición de la mujer a través de su obra escrita y de las empresas por él respaldadas para mejorar la educación femenina.
La condición de la mujer española vista por Francisco Giner de los Ríos
Actitudes vitales
Francisco Giner de los Ríos nació en Ronda el 10 de octubre de 1839. Comenzó sus estudios universitarios en Barcelona, donde recibió las primeras nociones de filosofía en la cátedra de Llorens, del que fue discípulo predilecto; remató la carrera de Derecho en Granada: allí se inicia en la Filosofía Alemana y en los estudios de Literatura y Estética, de la mano de Francisco Fernández y González, y conoce al que será uno de sus grandes amigos, Nicolás Salmerón (uno de los breves presidentes de la Primera República en 1873). En 1863, a instancias de su tío Antonio de los Ríos Rosas, acude a Madrid e ingresa en el Ministerio de Estado como agregado diplomático. Aprovecha su tiempo libre para frecuentar el Ateneo, la universidad y el Círculo Filosófico de la calle de Cañizares, donde recibe el influjo de Sanz del Río y se impregna de krausismo. En 1866 gana por oposición la cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional de la universidad de Madrid; en el momento de tomar posesión, en 1867, renuncia a su puesto docente en solidaridad con los profesores sancionados (Sanz del río, Castro y Salmerón) a raíz de la primera cuestión universitaria. Tras la Revolución del 68, colabora con otros krausistas (José Fernando González, Eduardo Chao, Juan Uña, Augusto González de Linares y Fernando de Castro) en una serie de proyectos de reforma pedagógica; asimismo, es uno de los impulsores del Boletín-Revista de la Universidad de Madrid. En 1875 Giner es separado de su cátedra a raíz de la segunda cuestión universitaria y desterrado a Cádiz; junto con otros profesores expedientados decide crear un establecimiento educativo con la intención de seguir realizando su labor docente; nace así la Institución Libre de Enseñanza, en cuya fundación colaboraron con Giner Figuerola, Salmerón, Moret, Azcárate, Montero Ríos, los hermanos Calderón, etc. Surgida como escuela de estudios superiores, desde 1878 la Institución se centra en los de primera y segunda enseñanza convirtiéndose en una obra esencialmente pedagógica. En 1881 Giner es repuesto en su cátedra; a ella y a la Institución dedicará todo su tiempo ejerciendo gran influjo sobre un amplio sector de la intelectualidad española. Falleció en Madrid el 18 de febrero de 1915. Escribió numerosos libros y folletos, fundamentalmente sobre Derecho, Estética y Pedagogía, entre ellos: Elementos de Doctrina de la Ciencia (1873), Lecciones sumarias de Psicología (1874), Estudios jurídicos y políticos (1875), Educación y enseñanza (1889), Estudios y fragmentos sobre la teoría de la persona social (1899), etc. Asimismo fue traductor de obras de Röder, Krause (Compendio de Estética, 1874), Ahrens (Enciclopedia jurídica, 1870-1880) y Falckenberg, y colaborador en numerosas revistas[35].
Un grupo «selecto» de mujeres ejerció notable y directa influencia sobre Giner: su madre, doña Berta de los Ríos Rosas, Sara Gillespie de Innerarity, Emilia Gayangos de Ríaño y Concepción Arenal; su relación con Emilia Pardo Bazán fue menos intensa dados los caracteres opuestos de ambos.
Sara Gillespie, segunda esposa del suegro de Azcárate, Santiago Inerarity, enseñó Inglés al propio Azcárate, a Giner, Moret, González de Linares y José Fernando González; mujer de gran cultura, su casa era frecuentada por los jóvenes krausistas en los últimos años sesenta.
Más profundo fue el influjo de Emilia Gayangos, esposa de Juan Facundo Riaño. Doña Emilia fue «para todos los institucionistas y las institucionistas el canon femenino a imitar, y el entorno por ella creado, un modelo asimismo remedable en la medida de lo posible para todas las casas, más o menos próximas a la Institución»[36].
Elegante y refinada, hija del arabista Pascual de Gayangos y de madre inglesa, hablaba perfectamente inglés y francés y traducía con fluidez textos del latín y del griego; su hogar era una mezcla de lo más exquisito de la cultura española y la inglesa, en nada parecido a los hogares españoles de clase media, recargados de angelotes, cornucopias y muebles ventrudos. Giner observó los desmanes decorativos de las casas españolas en un artículo sobre la novela de Galdós La familia de León Roch[37], y reniega en él de
[…] los cachivaches que sustituyen en nuestros salones de lujo a las verdaderas obras de arte, reemplazadas por bronces execrables, juguetes, muñecos, cajas de dulce y otras chucherías igualmente cursis del repertorio, y que dan el aire de tienda de tiroleses (según el dicho de un hombre de Estado) a los que