Mujeres y educación en la España contemporánea. Raquel Vázquez Ramil
deficiencias, pero hasta la Revolución de septiembre de 1868 no tendrán oportunidad de emprender medidas eficaces, siendo muy destacado en este sentido el papel de Fernando de Castro.
Perspectiva práctica: Fernando de Castro y sus iniciativas humanitario-feministas
La biografía de Fernando de Castro, en la que no faltan dolorosas contradicciones, es en esencia la de un hombre preocupado por los demás y comprometido con lo que él entendía era la mejora de la sociedad. Nació en Sahagún (León) en 1814 y en 1829 ingresó en los franciscanos descalzos de Valladolid, siendo ordenado presbítero en 1838. En 1845 es nombrado sustituto de la cátedra de Mitología y Principios de Historia General del madrileño Instituto de San Isidro, puesto que compagina con el de capellán de honor de la reina Isabel II. En 1854 conoce a Sanz del Río, quien ejerce gran influencia en él. Separado de su cátedra tras la primera cuestión universitaria, es reintegrado después de la Revolución de 1868 y acepta ser rector de la Universidad Central cuando Sanz del Río declina el nombramiento. Desde dicho puesto llevará a cabo una importante labor en pro de la educación de la mujer. Abandonó el sacerdocio en 1870 tras una profunda revisión introspectiva plasmada en su Memoria testamentaria. Falleció en Madrid el 5 de mayo de 1874[14].
Adelantado de un catolicismo liberal, que después tuvo numerosos seguidores (Gumersindo de Azcárate, Francisco Giner de los Ríos, entre los más significados), creyó posible un catolicismo compatible con el liberalismo político hasta 1870, cuando el Concilio Vaticano I declaró la infalibilidad pontificia. Castro se convierte así en el formulador de la filosofía religiosa del krausismo español (a la que no son ajenos ciertos matices erasmistas), que cristalizó en la definición de un cristianismo racional y utilitario.
La inquietud íntima de Castro encontró un canal de realización en las actividades benéficas y pedagógicas; entre las primeras hay que citar su vinculación al grupo Los Amigos de los Pobres, su labor en la Sociedad Abolicionista Española, presidida por él desde 1869 hasta 1873, y su dedicación a fomentar la educación de la mujer española: en este campo promueve la creación de un Ateneo Artístico y Literario de Señoras en febrero de 1869, las Conferencias Dominicales para la Educación de la Mujer desde febrero a mayo de 1869 y la Asociación para la Enseñanza de la Mujer en 1870.
Ateneo Artístico y Literario de Señoras de Madrid
Inaugurado por Fernando de Castro el 3 de febrero de 1869, se definía como
una asociación de enseñanza universal, artística, literaria, científica, religiosa y recreativa, que se propone instruir a la mujer en todos los ramos de una educación esmerada y superior, para que por sí misma pueda instruir y educar a sus hijos, haciéndolos buenos ciudadanos y excelentes padres de familia[15].
Quedaba así delineado el objetivo fundamental: formar a la madre de familia sensata y consciente, capaz de educar bien a sus hijos. En la Junta Directiva figuraba una mujer eminente, Concepción Arenal; era presidenta Faustina Sáez de Melgar, fundadora del primer liceo femenino de la Villa y Corte y directora de revistas femeninas como La Violeta o La canastilla infantil.
El Ateneo se comprometía a facilitar a sus asociadas «los conocimientos necesarios para brillar en la sociedad a la altura de su siglo». Con objeto de conseguir sus fines de «regenerar a la sociedad» educando a las madres, el Ateneo proyectaba establecer cátedras diurnas y conferencias vespertinas pronunciadas por personas de relevancia; las clases serían complementadas, en su momento, por la apertura de una biblioteca, un gabinete de Física, salas de conversación y lectura y la publicación de un periódico.
Era intención del Ateneo dotar las siguientes clases: Música, Piano, Arpa, Declamación, Teneduría de Libros, Sistema Métrico, Física Experimental, Geografía, Historia Sagrada, Historia Natural y Profana, Religión y Moral, Retórica y Poética, Idiomas, Grabado, Caligrafía, Dibujo, Pintura, Botánica, Higiene, Economía Doméstica, Flores y Labores de Adorno.
Las enseñanzas previstas por el Ateneo, en las que dominaban los conocimientos ornamentales, coincidían con lo que era la educación tradicional y ortodoxa de las muchachas en aquel momento. Como afirma Geraldine M. Scanlon, «la cultura ofrecida era muy vaga y superficial»[16]. La propia presidenta no era, bajo ningún punto de vista, una revolucionaria ni una adelantada de la emancipación femenina, como lo demuestran sus palabras:
¡Ah! No seré yo la que clame por la emancipación de la mujer, no seré yo quien apoye con mi pluma la independencia del sexo, por la que abogan algunas soñadoras ilusas sin fe y sin creencias. El matrimonio es el árbol sagrado que nos cobija; bendito sea su amoroso yugo, que nos da la dicha; bendita sea la autoridad marital, que protege y ampara nuestra débil naturaleza, nuestra inexperta juventud[17].
Pese a todo, el Ateneo era un primer paso, aunque muy titubeante, en el afán por educar a la mujer española; más decidido e interesante fue el dado por las Conferencias Dominicales organizadas en la universidad de Madrid, que analizamos a continuación.
Conferencias Dominicales para la Educación de la Mujer
Celebradas en el paraninfo de la Universidad Central, fueron inauguradas con un discurso de Fernando de Castro el 21 de febrero de 1869; veamos la relación de disertaciones entre esta fecha y el 30 de mayo, cuando culmina el ciclo:
1.a conferencia (21 de febrero): «Educación social de la mujer» por José María Sanromá, catedrático del Conservatorio de Artes.
2.a (28 de febrero): «La educación de la mujer por la historia de otras mujeres», por Juan de Dios Rada y Delgado, catedrático de la Escuela de Diplomática.
3.a (7 de marzo): «La educación literaria de la mujer», por Francisco de Paula Canalejas, profesor de Literatura Española de la Universidad Central.
4.a (14 de marzo): «De la influencia del cristianismo sobre la mujer, la familia y la sociedad», por Fernando Corradi. Lectura del artículo «Del lujo» por su autor, Antonio Segovia.
5.a (21 de marzo): «La mujer y la legislación castellana», por Rafael M.a de Labra, miembro de la Sociedad Abolicionista Española. Lectura del ensayo «Lamentos de Jeremías», a cargo del presbítero Antonio M. Blanco.
6.a (28 de marzo): «La higiene de la mujer», por Santiago Casas, médico.
7.a (4 de abril): «Influencia de la madre sobre la vocación y profesión de los hijos», por Segismundo Moret, catedrático de Instituciones de Hacienda de la Universidad Central.
8.a (11 de abril): «Influencia del estudio de las Ciencias Físicas en la educación de la mujer», por José Echegaray, ingeniero de caminos.
9.a (18 de abril): «Influencia de las Ciencias Económicas y Sociales en la educación de la mujer», por Gabriel Rodríguez, profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos.
10.a (25 de abril): «Algunas consideraciones generales sobre el matrimonio», por Florencio Álvarez-Ossorio, abogado. Lectura del artículo «La música y la mujer», a cargo de Francisco Asenjo Barbieri.
11.a (2 de mayo): «Influencia de la mujer en la sociedad», por José Moreno Nieto, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Central.
12.a (9 de mayo): «La religión en la conciencia y en la vida», por Tomás Tapia, profesor auxiliar de la Universidad Central.
13.a (16 de mayo): «Educación conyugal de la mujer», por el padre Antonio M. García Blanco, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central.
14.a (23 de mayo): «La misión de la mujer en la sociedad», por Francisco Pi y Margall. Lectura de un artículo de M. C. Hippau sobre el estado de la educación de la mujer en Estados Unidos, con descripción de Vassar College, a cargo de su traductor Juan Uña.
15.a (30 de mayo): conferencia de Emilio