Espléndida iracundia. José Güich Rodríguez
no recuerdo cada uno de los combates
es porque ni aun el arenal puede contarlos:
sé en qué batalla cayó usted Francisco Chichina
pero no sé en qué combate transeúnte
cayeron los delicados alzados aquel año...
56 Aguas que estoy bebiendo— déjenme pues pasar…
si no recuerdo cada una de las batallas
es porque ni aun las briznas pueden todavía contarlas.
ii
PRONUNCIACIÓN
57 Cada gota de agua musita un nombre ungido
y todo grano de arena esculpe un nombre
inquebrantable.
La huella del acto puro— y cada flor que pinta
el airecillo repican otros nombres:
son tantos— emanan también de las frutas y los
panes—
son tantos— los recién nacidos incluso los pronuncian.
iii
ACTUALES Y FUTUROS
58 Tierra Cordial que acoges la tumba de los venerables
compañeros del Sr. Aza Inolvidable— Tierra Cordial—
¿sólo el mar sigue tumba de M. G. Inolvidable?
¿sólo con las huellas de A. B. Inolvidable
y de A. A. C. InolvidableA se agita el polvo del Sur?...
Aguas que estoy bebiendo déjenme pues seguirB
59 Nombrada la respiración cuando va serena—
actuales y futuros— lo llamado Aquí
va en ellos como tatuaje— o fragancia de fruta eterna.
60 A— por— con ellos sale el disparo a todos los blancos
y el aliento envía muy lejos a los ojos
que buscan su mirada por en el infatigable suelo...
61 ¡Separado el tiempo por vivir— allí están poblándolo:
su patria es la respiración— su nación los latidos—
y así cada resplandor reparte sus retratos!
62 Suenan cuando el cuerpo directo toca al mar…
y con el pie que acaricia al polvo se les toca.
Crecen como el cabello y las uñas—
y sólo así dan la vuelta por calles y galaxias.
63 Se han ido lejos— más cerca aún que debajo de la piel.
iv
LAS AGUAS IRREPETIBLES
64 Todavía se percibe cierta huella en cierto espacio recorrido
sin la hora empapelada y sin los huesos ya recibidos.—
de ella viene el viento cuando acude sin llamadas
de aquí su perfume está— es herido todavía por la luz:
65 Entre los jilgueros que remontan los cristales más altos
a su rumbo entretejiendo rutas que se reparten como
etiquetas
y ese rumbo tocamos cuando la mano viaja cabelleras—
aguas
y milagros instantáneos como enseñanzas vegetales.
67 ¡Aguas Irrepetibles en los Suelos Embalsamados— quién
quita
Esos puertos— nunca por la respiración abandonados—
quién!...
68 Ni los horarios ni los barcos borran al mar—
la orilla no deja a la laguna
y los médanos no entran sin estruendo a los jardines:
69 ¡En qué parque no vibra una opulenta joyería
conducida (como niña) por las manos ultralimpias!
70 ¡Dónde el agua no tiene los fulgores del incendio!
71 ¡Qué mineral no imantan— qué vegetal no sueltan
por— para labrar con cada piedra un tambor ajado!
72 ¡Qué daño hará la espina al mármol— qué mente entera
no echa su torrente fuera de las venas!
73 ¡Qué susurro— qué susurro no embarca al silencio
hacia las sinfonías aún no repartidas!
74 ¡Quién no derrama sus las maletas en el mar
si con una brizna abre todos los candados.—
quién burila mejor al fuego— sino quien da
viandas de leña seca— catastros de panteones—
brillos embalsamados y hogueras vendadas— quién!
75 ¡Dónde (en esta tierra) no se escribe el apelativo
y el nombre completo del futuro.— dónde!
¡Aguas que estoy bebiendo— déjenme pues seguir!
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A. y no de L.P. M.P. o Basilio Auki Inolvidable— más cerca aún que debajo de la piel
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B. Los vientos corren como perros asustados
pisando las huellas de montoneros y rabonas—
y yo que sé a donde van— informaron
los soñadores indios— los mestizos cariñosos
y los Juan Bustamante— los Tomás Laynes— los
Briceño—
informaron: Mejor nos quedamos aquí
con los Narciso Aréstegui— los Berkelio
y en con el día que comienza temprano
y con los Layo Arapa Wala— los Kamjata
los Congo— los Locumí— pues también en con ellos
se estremece el polvo eterno...
¡Aguas que estoy bebiendo— déjenme pues seguir!
Aguas que estoy bebiendo
PRIMERA PARTE / XXVIII
A ti te conozco terror, te conozco:
tú preguntabas por mí, hurgando en
mis ojos
con una luna chueca; y yo a ti te encontré
mirando suelo y cielo, solo,
buscando mi error con las dos manos.
Tú querías matarme con astros bizcos,
tú columpiabas mi mente expelida por un golpe:
a ti te conozco terror, te conozco.
Pero si oscuro va el bosque,
lo que ocultas (¡aquí está!) va más oscuro todavía:
¡remolino de hechos que vomita
un incendio antropomórfico, mi cuerpo
como látigo se agitaba contra mí
con el peso del ojo en la