Preguntas frecuentes. Emiliano Campuzano
—la miré a los ojos rogándole. Sam aceptó a regañadientes.
Nos sentamos en la sala acomodados en triángulo.
–¿Qué te trae por…? ¿Cómo sabías que vivo aquí? —le pregunté a Grace extrañado.
–¡Katherine! ¡No seas grosero! —dijo Sam.
–No, no te preocupes —le dijo Grace a Sam—. Tu mamá me dio la dirección. ¿No te dijo?
–No, no me dijo —contesté.
Grace se quitó la mascada.
–Dijo que te iba a decir —comentó Grace.
–No lo hizo, así que…
–Vamos a estar aquí mi familia y yo una temporada.
–¿Me estás siguiendo? ¿Qué demonios? —pregunté.
–¡Kate, ya! —dijo Sam.
–No, Sam, en serio… —quería justificarme.
–Jace —Grace me interrumpió—, vine a hacerme tratamiento.
Se me fue el aire.
–¿Tratamiento? —pregunté.
–Sí, y siendo sincera, sí te estás portando un poco grosero —dijo Grace.
–¿De qué?
–Solo pasaba a saludar, a ver que estuvieras bien, a saludar a tu mamá, pero creo que no está y llego en mal momento, así que… —se le cortó la voz a Grace.
–No, espera —la interrumpí—. ¿Tratamiento de qué?
–En serio, Jace, no quiero interrumpir —Grace se paró, yo me paré también y la detuve; Sam seguía rara—. ¿Te acuerdas que siempre andaba enfermándome y con dolores?
–¿Sí?
–Resulta que tengo leucemia mieloide aguda… —dijo en un respiro, casi en una milésima de segundo para que no pudiera entenderle.
–¿Qué?
–Es un tipo de cáncer… —dijo Sam.
–Sé lo que es la leucemia, Sam —contesté asustado.
Grace se volvió a sentar y se le llenaron los ojos de lágrimas.
–Es altamente tratable —dijo Sam.
–Sí, de hecho, es muy común en los adolescentes, el doctor dice que espera que el tratamiento me libre de él —complementó Grace, intentando aguantarse el llanto.
–Perdón por ser grosero —me disculpé—. También perdón, Sam.
Sam sonrió a medias.
–No, no debí venir sin avisarte —dijo Grace.
La abracé. Sam se acomodó el gorro que se le estaba cayendo, estaba impresionada e incómoda.
–Vengo luego, igual quería saludar a tu mamá —se despidió Grace—. Por cierto, sí hacen bonita pareja…
–Somos amigos —dijimos Sam y yo a la vez.
–Bueno, yo decía —rio un poco Grace—. Los veo luego.
–Lo que sea que necesites, aquí estoy. Y te prometo que estaré contigo en esto —le dije.
–Sí, gracias —contestó Grace—. Me harán una biopsia de médula pasado mañana —le tembló la voz—. ¿Te molestaría acompañarme?
Negué con la cabeza.
–Claro que iré.
Grace sonrió y se despidió para irse, Sam solo se despidió de lejos. Cerré la puerta.
–¿Qué tienes? —le pregunté a Sam.
–No, no pasa nada —Sam cambió su faceta instantáneamente, de pronto era la misma.
–No, en serio.
–Era muy guapa para ser tu novia —bromeó.
–¿Qué significa eso?
–Interprétalo como quieras —Sam rio. Intenté hacer lo mismo—. En serio, es muy tratable y realmente es muy común entre niños y jóvenes; un poco menos en los adultos. La quimioterapia ayuda mucho.
–¿Cómo sabes tanto de eso?
Sam encogió los hombros.
–También hay libros de medicina, Kate —dijo Sam.
–Okey…
–Es muy guapa, en serio.
–Supongo. ¿Qué tenías?
–Nada, solo… No, nada.
–¿Qué, Sam?
–Nada, Katherine —Sam me tomó de la mano—. Y también cuenta conmigo.
–¿Qué?
–Grace, aunque no la conozco, pero quien te importe a ti, me importa a mí.
La abracé fuerte.
–Y ahora sí, se hace tarde. Creo que me iré, tienes que estudiar —dijo Sam, reímos los dos.
CAPITULO
8
Desperté un poco nervioso, habían pasado dos días desde ver a Grace y no dejaba de pensar en que esa misma tarde habría de pasarla con ella, después de todo lo sucedido.
Llegué al salón y estaban todos rodeando a Chris, quien me invitó con un gesto a acercarme. Sacó su teléfono y les mostró la canción, tenía una expresión de mucha emoción y nervios al mismo tiempo. Esperaba verlos igual de entusiasmados, pero la mayoría quedaron con una expresión neutral.
–No está mal —dijo Bora.
–Me gusta, creo —manifestó Bianca.
Chris perdió la sonrisa de su cara y salió para ir al baño. Lo seguí, porque noté que no estaba del todo bien.
–¿Hermano? ¿Estás bien?
–Pensé que les iba a gustar más —dijo Chris—. Bueno, es la primera. ¿No? Sonarán mejor luego.
–Sí, aunque suena bastante cool, lo juro.
–Lo dices porque también es tuya.
–Sam también lo cree.
–Pero a Sam le gustas.
–No es cierto.
Chris puso los ojos en blanco.
–Es buena, en serio —dije—. Además, no tienen mucha opinión, ellos no hacen mucho.
–Pero son la banda —dijo Chris algo desanimado.
Chris entró al baño y entonces miré de lejos el salón de Sam, por alguna razón me acerqué silenciosamente.
–¡Es un paisaje! —gritó Sam risueña.
–No es cierto —dijo su maestra, dándose una palmada en la frente.
–Es el paisaje que representa la subjetividad humana.
La maestra la miró burlándose del comentario, que, de hecho, sí era un chiste. Reí también. Una parte de mí necesitaba relajarse por lo que pasaría en la tarde.
La vida cambia de camino tan rápido como una chica de opinión y ahora Grace estaba en mi camino de nuevo. Y no es que me molestara, no me malinterpretes, pero siempre he sido de la idea de que las cosas pasan por algo, la gente entra y la gente se va, y todo tiene un por qué. Sin embargo, no comprendía el porqué tenía que haberle sucedido algo así a ella, Grace era una en un billón.
Chris me gritó saliendo del baño y perdí mi meditación, lo acompañé al salón de nuevo, de alguna manera se veía más seguro después de mi comentario. Venía tarareando la canción. Más bien, el solo de guitarra digital que se escuchaba más parecido a un sintetizador robot.
Practicamos un poco las canciones