Preguntas frecuentes. Emiliano Campuzano

Preguntas frecuentes - Emiliano Campuzano


Скачать книгу
apagó las luces del cuarto de ensayos y nos pasamos a la sala con un plumón y una hoja en blanco.

      –¿Y eso? —pregunté.

      –Vamos a escribir nuestra primera canción.

      Sam gritó emocionada. Me contagiaba el sentimiento, aunque me presionaba porque… Bueno, nunca había sido muy bueno en eso.

      –Venga, Jace. ¿Qué se te ocurre? —preguntó Chris.

      –Ah… ¿Nada? —dije.

      –¿Cómo que nada? ¿No que escribías canciones? —preguntó Chris.

      –Yo no dije eso.

      Sam silbó y después soltó una risita. Becca se nos acercó.

      –¿Y si empiezan trayendo un instrumento?

      Chris y yo nos miramos como si hubiese sido algo obvio desde el principio, él fue por una guitarra acústica y me la pasó.

      –¿Qué toco? —pregunté.

      –No sé, lo que sea —dijo Chris.

      –No, de hecho, no —dijo Sam—. Hay como diez mil canciones que usan I, V, vi, IV.

      –¿Cómo sabes eso? —preguntó Chris.

      –Leo mucho —dijo Sam.

      Los toqué y, en efecto, sonaban a la radio entera. Reí impresionado.

      –Ahora, la letra —dijo Chris.

      –Carajo —dije.

      –Sí —coincidió Chris.

      Becca sacó una libretita de su chamarra y tomó una pluma del escritorio de Chris.

      –¿Romántica? ¿Deprimente? ¿Revolucionaria? —preguntó Becca, como si fuera especialista en el tema.

      –¿Romántica? —contestó Chris preguntando—. ¿No es muy comercial?

      –Comercial no es malo si quieres vivir de esto —contestó Becca.

      Sam y yo nos miramos del otro lado de la habitación como riéndonos un poco de la situación, estaba emocionado y a la vez me daba risa el asunto.

      –Romántica entonces —dijo Chris.

      Becca arrancó el papel de la libreta, lo colocó sobre la mesa y encajó la pluma en la primera línea.

      –No soy experta en escribir canciones y esta sería mi primera canción también, pero siguiendo las bases comerciales, solo necesitamos decir «Baby» unas cuantas veces, meter unos cuantos tonos altos y hablar sobre algo de lo que todos ya hablaron.

      –Venga, tampoco seas tan sarcástica —rio Chris.

      –Lo peor es que ni siquiera lo estoy siendo —dijo Becca sonriendo.

      –¿Saben qué? —dijo Chris emocionado—. Lo haremos oficial, vamos a mi cuarto.

      –Woah, alto ahí, vaquero, apenas nos conocemos —dijo Sam bromeando.

      –No así —corrigió Chris. Reímos—. Vamos a grabar.

      Sam me puso la mano para que la parara, lo hice y seguimos a Chris a su habitación. Sam estaba muy emocionada, me emocioné más. Chris prendió la computadora y se puso unos audífonos desconectados al cuello, Becca se recostó en su cama y Sam se quedó en el marco de la puerta.

      Me acerqué a la computadora, Chris, con su pequeño controlador, hizo los acordes en el programa en un piano sintético y le puso una base de batería en bucle.

      –Ya es algo —rio Chris—. Venga, Kate, ayúdanos.

      –¿Qué hago? —pregunté.

      –Di una frase cursi, la que sea.

      –No sé…

      –¡Me encantas, baby! —dijo Sam riendo.

      La volteé a ver juzgando la broma.

      –Ya está la primera línea —dijo Becca.

      Sam me asintió y sonrió.

      Chris se sentó en su silla como si fuera un conocedor de la industria mientras repetía el bucle en la computadora. Asintió un par de veces.

      –¡Me encantas, baby! —Chris hizo un tono bastante genérico con la frase combinándola con el ritmo, no sonaba mal—. Anda, Kate, como si le escribieras una canción a Sam.

      –¡Luce como chico! —cantó Sam burlándose de mi primera expresión al verla.

      –Yo nunca dije eso —aclaré. Ella rio.

      –Sería algo así como: ¡Me gustas muchísimo, Sam-y! —rio Becca.

      –Llámame Sammy una vez más y te mato —dijo Sam botada de la risa.

      –Esto se está poniendo picante —señaló Chris, le di una palmada en la cabeza por el comentario.

      Estuvimos varias horas bromeando y escribiendo la canción, la cual, sin exagerar, contaba con al menos 15 veces la palabra baby. Entonces entró bien la noche y las chicas decidieron que era hora de irse. Becca le daría un aventón a Sam. Le pedí permiso a mis padres para quedarme a dormir, me despedí de las dos y abracé fuerte a Sam, ella me dio un beso en la mejilla antes de irse.

      –Van a terminar juntos —dijo Chris.

      –Cállate, hay que terminar —me puse rojo.

      Hay algo que se aprende con el tiempo y con los errores que se cometen en la vida: no hay cobarde peor que el que se niega lo que siente. Aunque no sintiera nada por Sam aún. ¿O sí?

      Pasamos horas escuchando el mismo bucle de instrumentos e intentando hacer que sonara mejor, cambiábamos algunas partes de la batería y le metimos guitarras virtuales, un bajo muy repetitivo y unos coros sintéticos que daban risa al sincronizarlos. No éramos productores musicales, pero al menos la canción ya tenía algo de sentido y, con lo fácil que se utilizan los programas de hoy en día, sinceramente, cualquiera podía hacer lo que nosotros.

      –Empezaremos la gira en Nueva York —dijo Chris, mirando por la ventana.

      –¿Para tener una gira no necesitamos primero ser famosos? —pregunté.

      –Sí, y para ser famosos tenemos que terminar la canción.

      –Y que la escuchen.

      –Sí, pero se llama visión, Kate. Nueva York será el principio.

      –¿No preferirías Hollywood?

      –Nueva York es el tope. Ahí queremos llegar.

      Reí. Aunque la idea no sonaba nada mal y, bueno, para llegar a alcanzar los sueños, primero hay que saber a dónde se quiere llegar, así que, Nueva York sería.

      La canción no estaba TAN mal, lo juro; sí, era un cliché construido a partir de frases cursis en una broma y hasta los arreglos de instrumentos estaban basados en arreglos de otras canciones, pero la esencia no estaba mal, se sentía, real. Se escuchaba real.

      –Ahora hay que esperar a que Bianca grabe las voces —dijo Chris.

      –Sí —respondí.

      –Aunque —interrumpió— podríamos grabar una base.

      –Yo no canto —dije.

      –Nunca dije que tú —Chris miró su micrófono.

      Nos pusimos los audífonos y, aunque Chris no era tan malo, llegué a quedarme sordo un par de segundos cuando se le iba la nota. Al terminar de grabar su base de voz, la pusimos en volumen bajo porque los padres de Chris habían llegado. Puse mi celular junto a la bocina y le grabé una nota de voz a Sam.

      –«¿No podías despertarme más temprano?» —bromeó.

      –«Escucha la nota» —contesté.

      –«¿Qué es?».

      –«La canción».

      Esperé unos minutos mientras Chris veía tutoriales


Скачать книгу