El libro de las mil noches y una noche. Anonimo
pensamientos tan gratos hacían que sintiera impaciencia por llegar cuanto antes. Y al fin llegó, y él mismo ayudó al arriero con el cajón y llevarlo al interior de la casa.
En este momento de su narración,
Schehrazada vió aparecer la mañana la mañana, y discretamente interrumpió su relato.
PERO CUANDO LLEGÒ LA 40a Noche Ella dijo:
He llegado a saber, ¡oh rey afortunado!, que Ghanem llegó sin contratiempo a su casa, abrió el cajón y ayudó a salir a la joven.
Esta examinó la casa, y vió que era muy hermosa, con alfombras de vivos y alegres matices, tapices de mil colores que alegraban la vista, y muebles preciosos, y otras muchas cosas. Y vió también muchos fardos de mercancías y paños de gran valor, y pilas de sedería y brocados, y jarrones llenos de vejigas de almizcle. Entonces comprendió que Ghanem era un mercader de los principales, dueño de numerosas riquezas. Quitóse el velillo con que había cuidado de taparse el rostro, y miró atentamente al joven Ghanem.
Y le pareció muy hermoso, y le amó y le dijo:
"¡Oh Ghanem! Ya ves que delante de ti yo me descubro. Pero tengo mucho apetito, y te ruego que me traigas algo de comer". Y Ghanem contestó: "¡Sobre mi cabeza y mis ojos!"
Y corrió al zoco, compró un cordero asado, una bandeja de pasteles en casa del confitero Hadj Soleimán, el más ilustre de los confiteros de Bagdad, otra bandeja de halaua y almendras, alfónsigos y frutas de todas clases, y cántaros de vino añejo, y por último, flores de todas clases. Lo llevó a su casa, puso la fruta en grandes copas de porcelana y las flores en preciosos jarrones, y todo lo colocó delante de la joven. Entonces ésta le sonrió, y se arrimó mucho a él, y le echó los brazos al cuello, le besó y le hizo mil caricias, y le dijo frases llenas de cariño. Y Ghanem sintió que el amor penetraba cada vez más en su cuerpo y en su corazón.
Después ambos se dedicaron a comer y beber, y se amaron, por ser los dos de la misma edad y de igual belleza. Cuando llegó la noche, se levantó Ghanem y encendió lámparas y candelabros, pero más que la luz de las bujías iluminaba la sala el resplandor de sus rostros. Luego trajo instrumentos musicales, y fué a sentarse al lado de la joven, y siguió bebiendo y jugando con ella juegos muy agradables, riendo muy dichoso y cantando canciones apasionadas y versos inspirados. Y así fueaumentando la pasión que se tenían. ¡Bendito y glorificado sea Aquel que une los corazones y junta a los enamorados!
Y no cesaron los juegos hasta que apareció la aurora, y como el sueño había acabado por pesar sobre sus párpados, se durmieron uno en brazos de otro, pero sin hacer aquel día nada definitivo.
Apenas se despertó, Ghanem corrió al zoco para comprar viandas, legumbres, frutas, flores y vinos, y todo lo necesario para pasar el día. Lo llevó a casa, se sentó al lado de la joven y se pusieron a comer muy a gusto, hasta saciarse. Después llevó Ghanem bebidas, y empezaron a beber, hasta que se colorearon sus mejillas y sus ojos se pusieron más negros y brillantes.
Entonces el alma de Ghanem deseó besar a la joven y acostarse con ella. Y le dijo: "¡Oh soberana mía! Permíteme que te bese en la boca, para que refresque el fuego de mis entrañas".
Y ella contestó: "¡Oh Ghanem! aguarda a que esté ebria. y entonces permitiré que me beses la boca, pues no me daré cuenta de lo que hagan tus labios". Y como empezaba a embriagarse, se puso de pie, se despojó de sus ropas, y sólo dejó sobre su cuerpo una camisa transparente y sobre sus cabellos un finísimo velo de seda blanca con lentejuelas de oro.
Al verla así, creció el deseo de Ghanem, y dijo: "¡Oh dueña mía, permíteme gustar tu boca!"
Y la joven contestó: "¡Por Alah! Eso no te lo puedo permitir, a pesar de que te amo, pues me lo impide una cosa que está escrita en la cinta de mi calzón, y que no puedo enseñarte ahora". Pero Ghanem, por la misma dificultad con que tropezaba, sintió que los deseos se desbordaban en su corazón, y acompañándose con el laúd, cantó estas estrofas: ¡Imploré un beso de su boca;de su boca, tormento de mi corazón; un beso que curase mi enfermedad!
Y me dijo: ¡Oh no! ¡Eso nunca! Y yo dije:"!Pues ha de ser!"
Y ella contestó: "!Un beso! ¡Eso ha de darse voluntariamente! ¿Me darías a la fuerza un beso en mis labios sonrientes?"
Y le dije:"!No creas que un beso dado a la fuerza carece de voluptuosidad!" Y me respondió ¡Un beso a la fuerza, no sabe bien más que en la boca de las pastoras de la montaña!
Y después que hubo cantado, sintió Ghanem que aumentaba su locura, y sus transportes, y el fuego de sus entrañas. Y la joven nada le concedía, aunque no dejaba de expresarle que compartía su pasión.
Y así siguieron hasta que se hizo de noche:
Ghanem enormemente excitado, y ella sin acceder.
Por fin, Ghanem se levantó y encendió las lámparas, alumbrando espléndidamente el salón, y fué a echarse a los pies de la joven.
Y pegó los labios a aquellos pies tan maravillosos, que le parecieron dulces como la leche y tiernos como la manteca. Y luego subió hasta las piernas, y aun más arriba, entre los muslos. Y parecía comerse toda aquella carne sabrosa, que olía a almizcle, a rosa y a jazmín. Y la joven se estremecía toda, como se estremece la gallina dócil agitando las alas.
Y Ghanem gritó enloquecido: "¡Oh dueña mía! ¡Ten peidad de este esclavo tuyo, vencido por tus ojos, muerto por tu carne!
Desde que viniste he perdido la tranquilidad".
Y sintió que las lágrimas bañaban sus ojos.
Entonces la joven contestó: "¡Por Alah! ¡Oh dueño mío, oh luz de mis ojos! ¡Te quiero con toda la pulpa de mi carne! Pero sabe que nunca podré entregarme a ti, ni que me poseas del todo". Y Ghanem exclamó: "¿Y quién te lo impide?" Y ella dijo: "Esta noche te explicaré el motivo, y entonces me disculparás". Pero al hablar así, se dejó caer a su lado, y le echó los brazos al cuello, y le dió millares de besos, prometiéndole mil locuras. Y estos juegos duraron hasta el amanecer, pero la joven nada dijo respecto a la causa que le impedía entregarse.
Siguieron haciendo las mismas cosas incompletas todos los días y todas las noches, durante un mes. Y su amor aumentaba. Pero cierta noche entre las noches, estando tendido Ghanem al lado de la joven, ebrios de vino y de excitación, Ghanem aventuró la mano por debajo de la fina camisa, y pasándola suavemente por el vientre de la joven, le acariciaba la piel, que se estremecía a cada contacto. Luego deslizó la mano lentamente hasta el ombligo, que se abría como una copa de cristal, y con los dedos le hizo cosquillas en los armoniosos pliegues. Y la joven se estremeció toda, y se incorporó bruscamente, repuesta de su embriaguez, y llevándose la mano al calzón, vió que estaba bien sujeto con la cinta de borlas de oro. Ya tranquilizada, se quedó otra vez medio dormida. Y Ghanem paseó de nuevo su mano a lo largo de aquel vientre juvenil, aquella maravilla de carne, y llegó a la cinta del calzón, y tiró de ella rápidamente para libertar de su prisión al jardín de delicias.
Pero la joven se despertó entonces, se sentó en la cama, y dijo a Ghanem: "¿Qué intentas, oh luz de mis entrañas?" Y él respondió: "Poseerte, amor mío, tenerte por completo, ver cómo compartes mis delicias".
Y ella contestó: "Escúchame, ¡oh Ghanem!
Voy a explicarte al fin mi situación, revelándote mi secreto. Ahora comprenderás por qué me he resistido a que me atravesaras deliciosamente con tu virilidad". Y Ghanem dijo: "Te escucho".
Y la joven, recogiéndose un poco la camisa, sacó la cinta del calzón y dijo: "¡Oh mi señor! lee lo que ahí está escrito".
Y Ghanem cogió el extremo de la cinta, y en la trama vió bordadas unas letras de oro que decían: "SOY TUYA Y TÚ ERES MÍO, DESCENDIENTE DEL TíO DEL PROFETA!"
Y al leer estas palabras bordadas con letras de oro en el extremo de la cinta, retiró en seguida la mano y dijo: "Explícate qué significa todo esto".
Y la joven dijo:
"Sabe,