El ministerio de las publicaciones. Elena G. de White
despídaselas en forma privada...
Pero cuando se las despida, cuídese de que no salgan con un espíritu de irritación, porque podrían herirlas, y hasta podría suceder que los hieran a ustedes y les causen mucho daño. Si se va manifestando un espíritu de venganza, pueden difundir falsedades y representar mal la obra. Tal vez ustedes sientan que algo está perjudicando la obra, pero no sabrán qué es. Es el trabajo secreto y disimulado que se está haciendo. Por eso es peligroso emplear a gente de esta clase, que no siente ninguna obligación de entregarse a Dios. Hay que tener en cuenta todas estas cosas (Carta 27, 1896).
Capítulo 7
Requisitos habilitantes para la obra y la eficiencia
Los obreros deben estar plenamente habilitados.–Hermanos míos, ni a medias se ha ejercido el cuidado necesario para inculcar, a los que podrían trabajar en la causa, la importancia de una debida preparación para la obra. Con sus facultades indisciplinadas sólo pueden realizar una obra imperfecta; pero si son preparados por maestros sabios y consagrados, y si son guiados por el Espíritu de Dios, no sólo podrán hacer un buen trabajo ellos mismos, sino también proporcionarán el molde correcto a los que podrían estar trabajando con ellos. Por lo tanto, debieran preocuparse constantemente por aprender cómo pueden llegar a ser más inteligentes en la obra a la que se encuentran dedicados. Nadie debiera reposar en la comodidad y el ocio, sino que todos debieran tratar de elevarse y ennoblecerse, no sea que debido a su propio entendimiento deficiente dejen de darse cuenta del carácter sagrado de la obra y lo rebajen para satisfacer su propia norma limitada (TI 5:521).
Dios desea que todos los que se relacionan con sus instituciones demuestren idoneidad, discriminación y previsión. Quisiera que fueran hombres y mujeres de intelecto cultivado, sin que les falte ninguna calificación; y a medida que sientan individualmente la necesidad de esto y trabajen para lograrlo, Jesús los ayudará en sus esfuerzos. Mientras trabajen con el plan de la adición para asegurar las gracias del Espíritu, Dios obrará en su beneficio con el plan de la multiplicación. La vinculación con Dios proporcionará expansión al alma, la exaltará, la transformará y le hará reconocer sus propias facultades; además le proporcionará un sentido más claro de la responsabilidad que descansa sobre cada persona de hacer uso sabio de las facultades que Dios le ha concedido (T 4:449).
Hombres experimentados para cargos de confianza.–Es una manifestación de sabiduría colocar en cargos de responsabilidad y utilidad sólo a quienes den prueba cabal de su habilidad, a los que demuestren que son capaces de cumplir en forma debida sus importantes cargos. Se han dado cargos a hombres jóvenes y sin experiencia, que debieran haberse dado a hombres que poseían una experiencia obtenida en la historia temprana de la obra. Que den los cargos de confianza a hombres experimentados, temerosos de Dios y probados, hombres que presenten el mensaje de reproche enviado por Dios (Carta 35, 1900).
Respeto hacia los obreros de más edad.–En la casa editora de Battle Creek se mantiene un espíritu que es una ofensa para Dios; hay un egoísmo que Dios no puede tolerar, hay dureza de corazón, falta de amor y humildad, y esto se manifiesta en palabras y comportamientos que son totalmente no cristianos. El Señor ha reprochado los pecados; los ha puesto delante de los que yerran, pero siguen siendo acariciados.
Hay obreros de la institución que no participaron en los sacrificios requeridos para establecerla y no han llevado la carga de su edificación, pero demuestran escaso interés o respeto hacia quienes participaron en estos trabajos y sacrificios de los comienzos, y que han envejecido y encanecido en la obra (Manuscrito 16, 1890).
A cada uno una obra designada por Dios.–Hace años vi que nuestro pueblo estaba muy retrasado en la obtención de ese conocimiento que lo calificaría para puestos de responsabilidad en la causa. Cada miembro de iglesia debiera esforzarse para capacitarse con el fin de poder trabajar por el Maestro. A cada uno se le ha asignado una obra de acuerdo con sus habilidades. Aún ahora, a la hora undécima, debiéramos levantarnos para capacitar a hombres hábiles para la obra, con el fin de que, mientras ocupan cargos de confianza ellos mismos, puedan educar por precepto y ejemplo a todos los que se asocien con ellos.
Algunos obreros, a causa de una ambición egoísta, han ocultado de otros el conocimiento que habrían podido impartir. Otros no han sentido necesidad de recargarse con la preparación de otros obreros. Sin embargo, ésta habría sido la mejor clase de obra que hubieran podido hacer por Jesús. Cristo dijo: “Vosotros sois la luz del mundo” [Mat. 5:14], y por esta razón debemos hacer brillar nuestra luz ante la gente.
Si todo lo que el Señor ha hablado referente a estos asuntos se hubiera puesto en práctica, hoy día nuestras instituciones ocuparían una posición más elevada y santa que la que ahora tienen. Pero los hombres han estado satisfechos con escasas realizaciones. No han procurado con todas sus fuerzas elevar sus capacidades mentales, morales y físicas. No han sentido que Dios requiere esto de ellos, no han comprendido que Cristo murió para capacitarlos para hacer esta obra. Como resultado, se encuentran muy atrás de donde debieran estar en inteligencia y capacidad para pensar y hacer planes. Habrían podido añadir una virtud sobre otra, y conocimiento sobre conocimiento, y así haberse fortalecido en el Señor. Pero dejaron de hacerlo. Que cada uno se empeñe en trabajar ahora con la firme determinación de elevarse. La necesidad actual de la causa no es tanto de más hombres como de mayores destrezas y consagración por parte de los obreros (TI 5:522, 523).
Hombres con dignidad, humildad y eficiencia.–Hermano mío, al hacer la obra de Dios se encontrará en diversas circunstancias que requerirán serenidad y dominio propio, lo cual lo calificará para adaptarse a las circunstancias y las peculiaridades de la situación. Así podrá actuar sin timidez