El ministerio de las publicaciones. Elena G. de White
20 Un estudio de la vida de Jaime White y su esposa Elena en los comienzos de la iglesia proporciona un ejemplo convincente de una dedicación sin reserva al servicio de Dios. Los dos hijos que les sobrevivieron, Edson y William, también fueron objetos de su atención y cuidado, aunque los esposos White algunas veces tuvieron que dejarlos al cuidado de otras personas. Ambos hijos llegaron a ser pastores del evangelio. Cuando Jaime y Elena tenían que separarse por razones de las exigencias de la causa, se reconfortaban mutuamente con expresiones de comunión y cariño cuando volvían a reunirse al final del viaje.
Capítulo 8
Preparación de los obreros
Las casas editoras como escuelas de capacitación.–Las casas editoras debieran ser escuelas de capacitación y preparación para la juventud. Los que trabajan en la institución debieran tener un amor profundo y duradero por Jesucristo, y sentir preocupación por todos los seres humanos por los que él dio su preciosa vida. Se debe manifestar la simpatía más tierna por los huérfanos de madre o padre, y éstos deben ser especialmente el objeto de esfuerzos decididos, el objeto de un trabajo sabio y bien dirigido, y se los debe tratar con la ternura de Cristo Jesús.
La religión personal se manifestará por los buenos frutos que produce; la santificación no es obra de un día sino de toda la vida. El corazón humano llega a ser una mezcla de pasiones, vanidades, amor al yo, amor al dinero y amor al mundo. En el corazón de todos debiera haber la gracia que puede florecer en el jardín de Dios. El egoísmo borrará toda preciosa semejanza con Cristo, y expulsará la humildad, la abnegación y la devoción (Manuscrito 32, 1893).
La preparación de aprendices.–Se me ha revelado mucho acerca de la obra especial que quienes ocupan posiciones de responsabilidad en nuestras casas editoras debieran hacer en favor de los aprendices. El Señor nos guiará hacia adelante y arriba si es que estamos dispuestos a dejarnos guiar. Él quiere que alcancemos una norma más elevada de espiritualidad que la alcanzada en el pasado. Los que llevan responsabilidades en nuestras casas editoras tienen a su cargo aprendices que recibirán influencia de sus palabras y acciones. Los que tienen que desempeñar alguna parte en la educación de los aprendices debieran manifestar la presencia de Cristo en su vida.
He visto durante mucho tiempo que los aprendices de nuestras casas editoras no han recibido suficiente atención.21 No basta preocuparse de que trabajen las horas establecidas. Debiera haber un programa de enseñanza en relación con su trabajo, para que sigan estudios y lecciones de capacitación profesional a horas determinadas...
Es excelente la sugerencia que se ha hecho de que se impartan clases para la preparación de los jóvenes que trabajan en las casas editoras. Introduzcan agrado, ánimo y esperanza en esta obra...
Los aprendices debieran recibir instrucciones en contabilidad. El conocimiento del manejo de cuentas será una gran ayuda para ellos personalmente y una gran ventaja en su obra (Manuscrito 81, 1901; ver también TI 7:141-144).
Un gran esparcimiento previsto.–Debemos realizar una obra concienzuda en educación. Los jóvenes de nuestras editoriales debieran recibir instrucción práctica en todos los ramos de la obra relacionados con la impresión de libros. Después, si la providencia de Dios los dirige hacia otros países, pueden aprender el idioma y ser capaces de publicar para los habitantes de ese país la verdad que Dios nos ha encomendado y que debe difundirse en toda nación, tribu, lengua y pueblo. El Señor está enviando a sus ángeles a preparar el corazón de la gente para que reciban la verdad. Y si nos dedicamos solamente a su servicio, se nos enviará en el espíritu y el poder de Elías.
Por la luz que Dios me ha dado, sé que algunos adquirirán una perfecta comprensión de cada ramo de la obra relacionado con la impresión y encuadernación de libros, porque Dios los colocará en posiciones donde se requerirá que hagan esa obra. Debido a que estamos establecidos aquí, tendemos a pensar que nunca seremos enviados a otro lugar. Pero llegará el tiempo cuando se producirá un gran esparcimiento, con el cual ni siquiera soñamos; y sobrevendrá en formas inesperadas. Algunos serán llevados a regiones remotas, pero Dios tendrá una obra para ustedes. Mientras están aquí, dejen que se les enseñe. Eduquen y preparen toda facultad de la mente para que alcance una comprensión de cada parte de la obra. Cultiven la voz. Aprendan a hablar para que puedan hacer la impresión más favorable sobre otras mentes (Manuscrito 73, 1906).
Los obreros de la casa editora debieran ser colportores.–La obra del Señor tiene numerosas ramas. Son numerosas las formas como el Señor condesciende en emplear a agentes humanos. Cada hombre y mujer, como mayordomo de Dios, tiene una obra que realizar. Cada uno ha recibido capacidades que lo califican para esta obra. Si los que están en cargos de responsabilidad en la casa editora desechan el egoísmo, si pesan fielmente las probabilidades y posibilidades, se preocuparán de que si en la institución hay algunos empleados que hacen trabajos que se harían mejor fuera de la casa editora, estas personas sean colocadas en un lugar donde puedan usar su habilidad en otras líneas de servicio en la obra del Señor. Hay gran necesidad de colportores, y ninguno de nosotros está en este mundo para complacerse y glorificarse a sí mismo (Manuscrito 54, 1899).
Entrevistas y exámenes hechos con alegría.–Antes de emplear a un obrero en la casa editora, se lo debe someter a un examen para comprobar su capacidad y su condición espiritual. Este examen no debe realizarse en forma arbitraria, sino en el amor de Cristo, no según el método habitual, sino el método de Cristo...
La obra que realizan con interés espiritual los obreros de la institución debe hacerse con alegría. No debe considerarse una carga, sino un privilegio. Los que hacen esta obra no