Cardos y lluvia. Kate Clanchy
para no traicionar el propósito principal de cualquier colección de poesía: el de ofrecer sorpresas y descubrimientos a quienes se aventuran en su lectura. Cerramos entonces con una pregunta final, a manera de provocación y de aliciente: después de lo que se ha dicho hasta ahora, ¿habremos de dar por hecho que la poesía escocesa contemporánea batalla todavía, para su reafirmación, con los consabidos fantasmas de una lengua “impuesta” y con los remanentes morales de una lucha por independizarse, por dejar de ser un apéndice de la literatura inglesa? En momentos en que los poetas de Escocia, dependiendo de sus intereses artísticos, escriben con comodidad en cualquiera de las lenguas que conviven en su país, una rotunda negación parecería la respuesta más natural a la pregunta anterior. No obstante, apenas en enero de 2008, el gobierno escocés, con apoyo de varias instancias culturales, se vio en la penosa necesidad de ejercer presión ante la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para que ésta dejara de clasificar las obras escritas por autores escoceses bajo el rubro de “Literatura inglesa”. Los resultados fueron positivos, aunque muchos poetas, como Carol Ann Duffy y John Burnside, siguen apareciendo en antologías de poesía inglesa, como si fuesen autores ingleses (destino que comparten con renombrados poetas irlandeses, por cierto). Si bien los viejos vicios son difíciles de erradicar, es muy probable que, en este contexto, terminen por desaparecer del todo, como parece indicarlo el brío de los poetas que aquí aparecen, y de otros muchos que nos hemos visto obligados a obviar por cuestiones de espacio. Seguramente su pujanza no será flor de un día, por lo que dejaremos que, de momento y mientras esta predicción se verifica, esta antología cumpla con la función que dictan las raíces griegas del término: recoger tan sólo algunas flores de una vasta pradera poética. Son ellas las flores del cardo, cortadas con el filo del verso.
Mario Murgia invierno de 2018
POEMAS
ANDREW YOUNG
PASSING THE GRAVEYARD
I see you did not try to save
The bouquet of white flowers I gave;
So fast they wither on your grave.
Why does it hurt the heart to think
Of that most bitter abrupt brink
Where the low-shouldered coffins sink?
These living bodies that we wear
So change by every seventh year
That in a new dress we appear;
Limbs, spongy brain and slogging heart,
No part remains the selfsame part;
Like streams they stay and still depart.
You slipped slow bodies in the past;
Then why should we be so aghast
You flung off the whole flesh at last?
Let him who loves you think instead
That like a woman who has wed
You undressed first and went to bed.
AL PASAR POR EL CAMPOSANTO
Veo que no intentaste guardar
el ramo de flores blancas que te di;
así de rápido se marchitan sobre tu tumba.
¿Por qué duele el corazón al pensar
en esa abrupta fosa de lo más amarga
en la que se hunden los ataúdes de hombros caídos?
Estos cuerpos vivientes que llevamos
cambian de tal modo cada siete años
que con un nuevo atuendo aparecemos;
Extremidades, cerebro esponjoso y corazón esforzado,
ninguna parte continúa siendo la misma;
como arroyos se van aunque se queden.
Si mudaste cuerpos lentos en el pasado,
entonces ¿por qué debía horrorizarnos tanto
que hayas desechado al fin toda tu carne?
Deja que quien te ama piense en cambio
que como una mujer recién desposada
te desvestiste primero y fuiste a la cama.
Trad. Eva Cruz Yáñez
ON THE PILGRIM’S ROAD
That I had hit the Road
I partly knew
From a great Roman snail
And sombre yew;
But that my steps went from
And not towards
The shrine of good St Thomas,
I thought of afterwards.
So I adored today
No, not his ghost,
But the saints in Westwell window,
And her the most
Who knelt there with no head
But was so very
Adorable a saint
In dress of crushed strawberry.
EN EL CAMINO DE LOS PEREGRINOS
Que había dado con el Camino
en parte lo supe
por un gran caracol romano
y el tejo sombrío;
pero que mis pasos se alejaban
y no se dirigían
al santuario del buen santo Tomás
lo pensé después.
Así pues adoré hoy
no, no su espectro,
sino a los santos en el vitral de Westwell,
y más a aquélla
arrodillada ahí sin cabeza
pero que era una muy
adorable santa vestida
de color fresa prensada.
Trad. Eva Cruz Yáñez
THE STOCKDOVES
They rose up in a twinkling cloud
And wheeled about and bowed
To settle on the trees
Perching like small clay figures.
Then with a noise of sudden rain
They clattered off again
And over Ballard Down
They circled like a flying town.
Though one could sooner blast a rock
Than scatter that dense flock
That through the winter weather
Some iron rule has held together,
Yet in another month from now
Love like a spark will blow
Those birds the country over
To drop in trees, lover by lover.
PALOMAS SILVESTRES
Se elevaron en una nube cintilante
revoloteando y doblándose
para posarse en los árboles
como pequeñas figuras de barro.
Luego con un ruido de lluvia