Cómo evitar amargarse la vida. Brenda Barnaby
Es posible ver las cosas de otra manera, hacer una lectura diferente de las cosas y educarnos para enfrentar los conflictos de manera más equilibrada. Es fundamental tomar las riendas de nuestras emociones.
Yo tengo mala suerte
Cuántas veces atribuimos a la mala suerte nuestra propia negligencia y abandono, me pregunto. Cuántas veces llamamos mala suerte a situaciones que nosotros mismos creamos. Por eso es tan importante entender que en la mayoría de los casos NO nos cae encima la mala suerte, sino que nosotros mismos la construimos, y que por lo tanto, podemos salir de ese lado negativo de la mala suerte para vivir en el lado positivo de la vida, llamémosla buena suerte; «esa buena suerte» que se construye a conciencia, planificando, organizando, pensando lógicamente para hacer las cosas bien.
De eso se trata la buena/mala suerte, de hacer bien, de medir consecuencias, de ver la forma de hacer las cosas para que nos salgan bien.
Hacernos responsables de nuestra vida, tanto de lo bueno como de lo malo es un paso primordial para madurar.
¿Seguro que es «mala suerte»?
Recuerdo que un amigo tenía un mes para mudarse del lugar en donde vivía. Cada vez que lo veía le preguntaba cómo iba con la organización de la mudanza, los paquetes, cajas, embalaje, y el respondía, «ya lo haré… ya lo haré, no hay prisa». A medida que pasaba el tiempo le recomendaba que fuera embalando electrodomésticos y cosas frágiles para protegerlas cuando las subieran y bajaran del camión y las dispusieran en la nueva casa.
El 31 de agosto debía pasar el camión de mudanzas para recoger todo y la noche anterior me llamó para que lo ayudara «un poco», según sus palabras.
Cuando llegué a su hogar, no había hecho nada, ni un solo paquete. NADA. Me quedé con él hasta la madrugada haciendo cajas, ordenando aquí y allá. Sin embargo no nos alcanzaba el tiempo para organizarlo todo. Efectivamente, a las 7 de la mañana apareció la gente de la mudanza y ni siquiera la mitad de sus pertenencias estaban listas para cargarse. La ropa se puso desordenada en canastos y bolsas, los cd’s, películas, medicamentos, todo iba mezclado en bolsas. La cama y el sillón debieron desmontarlos en aquel momento para poder meterlos en el camión, la nevera, lavadora y horno, al no ir envueltos en cartón y cinta terminaron con marcas y daños de otro tipo. Toda esta desorganización hizo que una tarea que debía hacerse en tres horas se hiciera en siete. Al finalizar toda la movida, me dijo: «qué mala suerte tengo, se me rompieron cosas y el trabajo me costó el doble».
Creencias irracionales
Me gustaría explicarles este tema de acuerdo con la definición de Albert Ellis: «No son los acontecimientos (A) los que nos producen los estados emocionales (C), sino la manera de interpretarlos (B). No es A quien genera C, sino B. Por lo tanto, si somos capaces de cambiar nuestros esquemas mentales (D) seremos capaces de generar nuevos estados emocionales (E) menos dolorosos y más acordes con la realidad, por tanto, más racionales y realistas».
De este modo, Ellis concibió una serie de creencias irracionales y las reunió en once ideas irracionales básicas:
Es imprescindible ser amado y aprobado por cuantos me rodean.No sólo es hiperexigente y extenuante sino que es imposible. No existe un ser humano que sea aprobado o querido por «todos». Este deseo y necesidad de agradar a todo el mundo produce un comportamiento inseguro y temeroso.No está mal el desear caer bien y ser amado, pero no debe transformarse en una necesidad. No es lógico esperar que todos nos quieran.Si bien es agradable sentirse amado y aprobado no debe convertirse en condición para nuestra felicidad.
Para ser valioso debo conseguir todo lo que me propongo. Si soy una persona valiosa, tengo que ser siempre competente, suficiente y capaz.El ser humano tiene muchísimas cualidades por las que puede considerarse valioso. Esta valía no depende del éxito o de demostrar «superpoderes».Es importante poder hacer cosas sin que la meta final sea el éxito. Nadie está exento de cometer equivocaciones.
Hay personas viles y malignas que deben ser castigadas por su maldad.En lugar de pensar así, sería más coherente y beneficioso pensar que los humanos somos seres con muchas limitaciones y que la mayoría de las veces actuamos de manera automática e inconsciente sin una «maldad consciente» o adrede.Practicar la empatía es la mejor actitud.
Es horrible y catastrófico que las cosas no salgan o no sean como yo deseo o quiero.No hay razón para pensar que las cosas deberían suceder como uno las desea. Cuando las cosas no salen o se producen como las esperamos se puede trabajar para cambiarlas, pero no morir en el intento o frustrarse.Debemos aprender a convivir con aquello que nos desagrada.
La desgracia humana se origina por causas externas, y la gente tiene poca capacidad o ninguna para controlar sus penas y perturbaciones.Cuando experimentamos una emoción dolorosa, es importante reconocer que somos los creadores de dicha emoción y, por lo tanto, tenemos el mismo poder para cambiarla.Al observar de forma objetiva las emociones se pueden descubrir los pensamientos ilógicos que están asociados con esas emociones.
Si algo es o puede ser peligroso o temible, deberemos sentirnos terriblemente inquietos por ello y deberemos pensar constantemente en la posibilidad de que esto ocurra.Desconozco en qué momento el ser humano decidió que debía preocuparse, cuando lo coherente es ocuparse y punto.La ansiedad, el temor y la anticipación hacen que no nos enfrentemos bien a un problema, de hecho, tendemos a agravarlo. La preocupación no evita que las cosas sucedan.La preocupación magnifica la proporción del evento venidero.
Es más fácil evitar que afrontar ciertas responsabilidades y dificultades en la vida.Lo cierto es que el posponer, evitar, dejar de lado y no hacer frente a cuestiones que tenemos que resolver, lejos de hacernos más fácil la vida, la hacen más compleja y producen desagradables consecuencias.La confianza en uno mismo no refuerza evitando o escapando sino asumiendo retos, responsabilidades, haciendo, cumpliendo.
Se debe depender de los demás y se necesita a alguien más fuerte en quien confiar.No es opción dejar las decisiones propias en manos de otros, porque en ese acto se deja de lado la libertad y la vida misma. Aunque cueste y dé temor es imprescindible hacer nuestras propias elecciones, no importa si se ocurren equivocaciones, lo importante es hacerse cargo de la propia existencia.
Mi pasado es determinante de mi presente y de mi futuro.Lo que ocurrió en el pasado no necesariamente determinará o debe determinar el futuro. El presente se puede construir «lo que sucederá».El pasado es y fue importante pero no es lo único que determina nuestro camino.
Debemos preocuparnos constantemente de los problemas de los demás.Aunque los otros tengan comportamientos que nos molesten y nos perturben, es importante recordar que la mayor fuente de nuestro enojo no proviene de su conducta sino de lo que nos decimos a nosotros mismos sobre tal cuestión.Enojarnos por la conducta de los demás no solucionará el problema, la mejor opción es intentar dialogar o hacer modificaciones, pero si estas no funcionan es importante estar preparados para aceptar que no tenemos el poder.
Cada problema tiene una solución acertada, y es catastrófico no encontrarla.No todo tiene una solución o por lo menos no todos estamos en condiciones de hallarla, y eso hay que saber aceptarlo. Las certezas y lo infalible no existen. Una persona madura sabe que cuando se enfrenta a un problema, puede encontrar varias soluciones posibles, y elegirá la más factible y no la «perfecta».
Estas ideas son peticiones de carácter absoluto a uno mismo, a los otros y al mundo que, cuando no se cumplen, generan ira, depresión, fastidio, decepción.
Es necesario aprender a evaluar estas creencias, a ponernos en una posición crítica ante ellas y asumir la responsabilidad y el coraje de modificarlas si son perjudiciales o poco adaptadas a la realidad. Un ser humano feliz es aquel que sabe aceptar y convivir con lo que lo rodea, no aquel que se niega a adaptarse, a reconocer la otredad, lo que es diferente a sus preferencias.Y aquí está otro punto álgido… las preferencias y las exigencias.