Kundalini yoga para embarazadas. Gurmukh

Kundalini yoga para embarazadas - Gurmukh


Скачать книгу
antes del alba, en un montículo orientado al este para ver cómo el sol emergía con su dorada luz sobre la ancha cadena formada por las montañas Sangre de Cristo. Quien haya visto salir el sol en Nuevo México tendrá claro por qué a esa región la llaman la Tierra del encanto. El aire estaba impregnado del dulce olor de los piñones, el cielo se mostraba tan cercano y claro que parecía que bastaba con levantar el brazo para llenarse las manos de azul. Permanecíamos allí, sentadas, treinta y un minutos, con la mano derecha extendida con la palma mirando hacia abajo, formando un ángulo de sesenta grados con respecto al horizonte. La mano izquierda estaba sobre la rodilla, en gyan mudra, es decir, con el pulgar tocando el índice y el resto de dedos estirados. Recitábamos al unísono este mantra para tomar conciencia y sentir en cada fibra de nuestro ser que formábamos parte de la fuerza creativa del Universo:

       Yo soy la luz de mi alma.

       Soy generosa,

       hermosa

       y dichosa.

      Yo soy, YO SOY

7

      Aunque se trata de palabras sencillas, tienen un efecto muy poderoso cuando se dicen de corazón y se aceptan como la verdad sobre quienes somos.

      A medida que avance tu embarazo, oirás hablar con frecuencia de la «preparación para el parto». El problema de la mayoría de las técnicas de preparación es que insisten en plantear el parto como algo mucho más previsible de lo que, en realidad, es. Al hacer hincapié en la relevancia de las técnicas para reducir el dolor, estamos enviando el mensaje de que si una alumna es aplicada y sigue con atención los cursos de preparación, es decir, si obtiene un «sobresaliente», podrá controlar la situación cuando llegue la hora de dar a luz a su hijo. Pero lo cierto es que un parto constituye algo, por naturaleza, impredecible y escapa a nuestros mejores intentos de control. Con frecuencia, a nuestras clases vienen madres que esperan sus segundos hijos y buscan un nuevo enfoque del embarazo. Una de las frases que más veces oigo repetirse en boca de las madres es: «¡No tenía ni idea de que iba a ser así!». Muchas mujeres llegan al parto mal preparadas para las intensas y abrumadoras sensaciones que lo acompañan. Entonces, se apodera de su mente el pánico y piden que les pongan la epidural ¡cuanto antes!

      ¿Qué puedes hacer para no perder los nervios? Empieza por cultivar un estado de equilibrio. El yoga y la meditación ayudan a mantenerte centrada y fuerte tanto en el plano físico como en el mental; equilibra tu sistema glandular, tu cerebro, tu sistema circulatorio, tus hormonas y eleva tu ánimo. El yoga te ayuda a desarrollar la ecuanimidad necesaria para vivir el embarazo y llegar preparada al siguiente capítulo de tu vida: la maternidad.

      Honra tu condición de mujer

      Practica la meditación para ser generosa, hermosa y dichosa antes descrita. Si no puedes al aire libre, busca un lugar tranquilo en tu casa donde nadie te moleste, enciende una vela y siéntate mirando hacia el Este, donde nace cada nuevo día. ¡Proclama ante ti, ante tu bebé, ante tu creador y ante el mundo entero que eres la luz de tu alma! Escucha tus palabras. Puedes gritar o susurrar según te apetezca. Repite el ejercicio de tres a once minutos, con el brazo estirado todo el tiempo.

       Yo soy la luz de mi alma.

       Soy generosa,

       hermosa

      y dichosa.

      Yo soy. YO SOY.

      El abismo emocional

      Cuando Linda llegó a clase, parecía que la hubiesen pasado por el programa de centrifugado de la lavadora. Tenía el rostro gris y los hombros caídos. A cinco minutos de empezar la clase, se levantó de la esterilla de un respingo, se llevó la mano a la boca y corrió hacia el cuarto de baño. «¡Creía que las náuseas matutinas eran solo por la mañana!», se lamentó al terminar la clase. «Me puede ocurrir a primera hora, a media mañana, a mediodía, por la tarde y, a veces, incluso por la noche».

      Linda estaba en lo que yo llamo «el abismo», una franja temporal que coincide, casi siempre, con el primer trimestre de embarazo y en la que reina el malestar, el agotamiento y, a menudo, la confusión. El malestar se debe a las náuseas y mareos que te hacen sentir como si estuvieses en una pequeña embarcación en un mar agitado; agotamiento debido a los enormes cambios a los que ha de hacer frente el cuerpo, y confusión porque te sientes desorientada y te parece que no terminará nunca. No todas las mujeres tienen estos síntomas, pero para las que los pasan suponen un auténtico desafío.

      Como ocurre tras la siembra, la semilla está oculta bajo tierra. Aún no necesita recibir la luz del sol, solo agua y tiempo para desarrollarse. A veces, durante este trimestre, las mujeres nos sentimos igual, porque todo ocurre bajo la superficie, en lo profundo de nuestro interior. Yo lo recuerdo como una época de luces y sombras. Ya no era simplemente yo y, sin embargo, tampoco era madre aún. Estaba en tierra de nadie, a la espera de que la semilla oculta brotase y pasase de la oscuridad a la luz. Para mí, fue una época mucho más dura que el parto. Me sentía enferma, descontrolada y muy angustiada, como si tuviese una máquina del millón funcionando sin tregua en mi interior, veinticuatro horas al día. Me hubiese encantado encontrar un libro como este, poder asistir a una clase de yoga prenatal o que alguien se hubiese reído y me hubiese dicho: «Me alegro de no ser la única que piensa que se ha vuelto loca». Muchas veces, al final de mis clases, las embarazadas se acercan a despedirse y me abrazan con ojos llorosos. De hecho, después de cerrar la clase con la canción final habitual, veo lágrimas en casi todos los ojos. Esto se debe a que, durante la clase, los corazones se abren, las almas se unen y el miedo queda relegado.

      En 1985, pasé un caluroso verano en Nuevo México, en un campamento de mujeres, un retiro femenino anual que Yogui Bhajan organizaba desde hacía treinta años. A estos campamentos acuden mujeres de todo el mundo para convivir, practicar yoga, pasear y nadar. En ellos, se repasan las antiguas enseñanzas yóguicas relativas a la esencia y al poder de la mujer. Las participantes dejamos a los hombres y a los niños en casa. La tradición sij cree que es necesario que las mujeres se junten para romper con la rutina, relajarse, conectar con el ritmo de la naturaleza, reír y ocuparse de sí mismas. Estos retiros ayudan a cargar pilas para el resto del año y permiten a las mujeres volver a casa sanas y felices.

      El primer verano después de mi boda, me ofrecí para dar clases de aeróbic las mañanas a las 9:00 h. En aquella época, el campamento duraba seis semanas. Yo compartía tienda con mi mejor amiga, que a los veinticuatro años ya había tenido sus cuatro hijos. Y allí estaba yo, vieja, con cuarenta y dos años y mareos matutinos. Todas las mañanas, al levantarme, le decía a mi amiga: «No me siento bien. Diles que no puedo dar la clase. ¡Inventa algo!». En el campamento, nadie, salvo nosotras dos, sabía de mi embarazo. Pero todas las mañanas ella insistía: «Ve a dar la clase, te sentirás mejor». Así que no me quedaba más remedio que arrastrarme hasta el lugar, al que a menudo llegaba llorosa y enfadada con mi amiga por obligarme a hacer algo que no me apetecía. Aun así, iba a dar la clase. Cuando ésta terminaba, siempre me sentía mejor. Así fue como aprendí que moverse y estar con otras personas ayuda a superar los mareos matutinos y la fatiga. ¡Dios bendiga a mi amiga por enseñarme esa lección! En aquel entonces, fue como mi ángel de la guarda y, en gran medida, aún lo es.

      Al dar clases a mujeres embarazadas en estos últimos años, he observado que las mujeres tienden a pensar: «Como estoy embarazada, tendré mareos matutinos, acidez, dolor de espalda, calambres en las piernas y el bebé me aplastará todos los órganos porque no habrá suficiente espacio para él en mi cuerpo». Eso corresponde a los cuentos que nos han explicado desde siempre, que hemos visto y hemos oído repetir a amigas que han tenido hijos antes que nosotras. Cuando oigo esos argumentos, siempre respondo: «No es cierto». No tienes por qué pasar el embarazo sintiéndote mal, al igual que no tienes que pasarlo


Скачать книгу