Información, participación ciudadana y entre palabra e imagen. Alejandro Ramos Chávez
están usando las tecnologías y, de forma específica, conocer los procesos específicos de información a través de estas. Un ejemplo de ello es el trabajo denominado “Estudio sobre los hábitos de los usuarios de Internet en México”, que en su edición más reciente (2018) también proporciona datos interesantes sobre el tema particular de la relación que los individuos consideran que existe entre el Internet y la democracia.
En este sentido, el estudio comienza brindando datos del considerable crecimiento en el número de usuarios de Internet en el país, el cual ha pasado de 20.2 millones de usuarios en el año 2006, a 70 millones diez años después; es decir, para el 2016 (Asociación de Internet.mx 2018). Esto significó un incremento del 246 por ciento de usuarios en diez años, con un 63 por ciento de penetración en población mayor a seis años. Estos datos, que fueron obtenidos aplicando una muestra de 1626 entrevistas, arrojaron datos interesantes en cuanto al tiempo de utilización y los principales usos que se le da al Internet en nuestro país. El estudio demostró que los usuarios de Internet en el país lo utilizan un promedio de ocho horas con un minuto al día, y quedan muy atrás otras actividades que en el pasado ocupaban gran parte del tiempo de información y ocio de las personas, como ver la televisión, que en la actualidad se hace en un promedio de tres horas con tres minutos al día, o escuchar la radio, con dos horas con cincuenta minutos.
Un elemento que también fue abordado en este estudio y que resulta pertinente destacar en este trabajo, es el relacionado con el vínculo entre el uso de Internet y la profundización de los valores democráticos en el país. En este sentido, un 60 por ciento de la muestra indicó estar de acuerdo en que el Internet acerca a los individuos con los procesos electorales, democráticos y políticos del país. Lo anterior se traduce en que seis de cada diez entrevistados mencionó estar de acuerdo en que en definitiva el Internet los ha acercado de alguna forma con los procesos electorales del país, ya sea mediante información de procesos electorales para conocer sus derechos, como por medio de plataformas políticas de los partidos políticos y los candidatos a ocupar puestos de representación social. En términos generales, un 92 por ciento de las personas entrevistadas en este estudio argumentó sobre la importancia de la información que se puede obtener por estos medios, relacionada con temas políticos y de forma específica electorales; misma información que les ha servido en gran medida para llevar a cabo los procesos ciudadanos relacionados con el conocimiento de sus deberes y sus derechos democráticos.
También en este estudio resulta interesante el apartado destinado a entender las problemáticas a los que se enfrentan los individuos para una mayor utilización de estas herramientas digitales. En este sentido, las problemáticas relacionadas con las barreras de acceso al Internet se relacionan con la relativa poca oferta del servicio en algunas zonas del país; con los costos de los servicios, que aún resultan muy elevados, así como con la falta de capacidades y conocimientos individuales que frenan las potencialidades de uso las tecnologías.
Tomando en consideración todas estas cifras, parece revelador lo que ya predestinaba Rubio (2000) hace casi dos décadas, cuando argumentaba que:
[…] son tantas las posibilidades que la red ofrece desde la óptica de su utilización política, que hacen previsible para la misma un prometedor futuro. Desde su uso como mecanismo de publicidad, dirigida a un número cada vez más creciente de usuarios, o su empleo como mecanismo de obtención de fondos y movilización de voluntarios, hasta las enormes potencialidades derivadas de las notas definidoras de la misma -universalidad, instantaneidad, gratuidad e interactividad-, son muchos los argumentos que se brindan a los analistas en prospectiva y a los futurólogos, para que puedan presentar a la red como el gran descubrimiento llamado a revolucionar el mundo de la política (Rubio 2000, 288).
Sin bien es cierto que estas visiones futuristas de lo que hoy ha llegado a convertirse la utilización de internet con fines políticos son altamente positivas, pues vislumbran mejores escenarios tanto para la obtención de información, como de participación directa de los individuos en los asuntos públicos, también en esos años había algunos autores críticos y un tanto escépticos a las bondades del uso de la red con fines políticos. Tal es el caso de Calvo Poch, quien persuadía mencionando que:
[…] algunos pregoneros del nuevo mundo han querido ver en el uso de Internet y las nuevas tecnologías una posible ventana al directismo o ciberasamblearismo. ¡Qué error! Se puede y se debe ser crítico con nuestro sistema de gobierno, la democracia representativa, con el objetivo de mejorarla y perfeccionarla, pero no para combatirla. Quien predice que son las nuevas tecnologías las que permiten fórmulas de participación directa se arriesgan en exceso al abismo de lo desconocido. Por otro lado, no era necesario esperar a Internet para poseer instrumentos que permitieran la proliferación de consultas o refrendos. Tampoco el ejercicio de imaginación, que nos obliga a realizar la aplicación de las nuevas tecnologías a la democracia, nos debe llevar a la política-ficción. Por gratificante que nos resulte. Tenemos que contener el impulso de emprender acciones apresuradas, aunque sea importante que empecemos a pensar en el futuro. No sería difícil hacer un ejercicio de política-ficción sobre cómo la democracia directa en una sociedad altamente tecnificada podría derivar en una tecnocracia totalitaria. La democracia directa de la ciudad ateniense no es extrapolable a la ciudad, aldea, global, entre otras muchas razones porque el acceso a la información y, sobre todo, su control y difusión, no se producen de la misma manera (Calvo Poch 1999, s.p.).
Efectivamente, el acceso, el control, la difusión y la producción de la información no se llevan a cabo de la misma forma. En la actualidad, los medios digitales con la utilización de las redes sociales digitales alcanzan más rápido a las audiencias de la información que los canales tradicionales que se utilizaban hace años. En este contexto, estos canales digitales están más relacionados con la formación de opinión pública que los medios tradicionales como la radio o la televisión.
Por lo anterior es muy pertinente preguntarnos cómo mejorar la calidad y veracidad de la información que los individuos están obteniendo de internet, y que les permite tanto formarse una opinión pública, como participar de forma directa en el devenir de los asuntos de interés de lo público. En este sentido, no resulta ocioso rescatar algunas de las iniciativas que han surgido con objeto de intentar brindar certeza sobre la información que se está “consumiendo” de la red. De forma específica, se pueden rescatar los esfuerzos de verificación que, para el caso nacional, tienen una reciente fecha de existencia.
Un primer ejercicio de verificación de información fue llevado a cabo en nuestro país a partir de los efectos de los sismos de septiembre del año 2017. Verificados19S surgió, según sus propias palabras
[…] ante la emergencia humanitaria provocada por el terremoto del 19 de septiembre, un grupo de activistas, periodistas y programadores decidieron reunirse en el Centro Cultural Horizontal para buscar formas de verificar la información que aparecía en medios de comunicación y redes sociales. Con la colaboración inicial de programadores, desarrollamos un mapa y una base de datos colaborativa que actualmente es la plataforma más certera, más actualizada y más visitada de datos sobre el terremoto.(https://verificado19s.org/sobre-v19s/)
Esto lo llevan a cabo implementando una estrategia que intentó corroborar sobre el terreno la información que iba surgiendo después del desastre natural, lo que generaba una especie de veracidad de la información que aparecía de forma masiva en las redes sociales digitales.
Lo anterior tuvo una réplica en cuanto a la información que aparecía en las redes sociales sobre el proceso electoral a la presidencia de la República en las elecciones de junio de 2018. “Verificado2018” inició una comprobación de la información, así como en la identificación de información directamente falsa. El grupo creador definió las noticias falsas como
[…] un hecho que nunca ocurrió, pero que se distribuye como noticia verdadera para generar confusión o engañar al lector. Es la información que ha sido sacada de contexto: el protagonista no dijo lo que se interpretó en la noticia publicada. Es material manipulado. El hecho ocurrió, pero se distorsionó el mensaje original, las imágenes del evento o la declaración del protagonista para dar un mensaje particular (https://verificado.mx/que-es-verificado-2018/).
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