El misterio del tatuaje flotante. MJ Villamancebo
duchas en los baños.-
-En el gimnasio del ejercito, hay. Pero yo te aconsejo que le pidas permiso al Comandante y te duches en la de su despacho. - Le recomendó la señora de la limpieza.
-¿Amat tiene ducha? -pregunto sorprendida.
-Es el único despacho de esta sección que lo tiene. Supongo que por eso se lo quedaría. -Dijo la señora.
-Es posible. -Dijo Zoe, que no quería contarle mas cosas.
Cogió la ropa que se iba a poner después y saco todo lo que llevaba en la bolsa sobre el sofá, y la tapo con la sabana.
-Deja esto así, por favor. Y gracias, muchas gracias. -Le dijo a la Señora de la limpieza, mientras metía la ropa elegida dentro de la bolsa.
Esta le dijo que no se preocupara y siguió limpiando la tinta, antes de que se secara y fuese imposible hacerlo.
Zoe salio de su despacho, y fue directa al de Ramiro.
Respiro hondo antes de entrar. No quería entrar en detalles de por que no le apetecía ir a su casa, por lo que decidió centrarse en la tinta de su pantalón.
Llamo y no hubo respuesta. Abrió la puerta y entro, y no había nadie.
Salio y fue al laboratorio, y tampoco había nadie.
-Zoe, ¿que hace aquí? -Alguien le dijo a sus espaldas.
Del susto se volvió rápidamente, y vio que era el Teniente Ansuez.
-Que susto Teniente,... estoy buscando a Amat, al Comandante, quiero decir. -Respondió Zoe.
-No se preocupe, ya se que no hay muchos formalismos entre ustedes. Ramiro estará en el gimnasio que hemos montado. La verdad es que esta muy nervioso, y hacer deporte le va muy bien. ¿Ocurre algo? ¿Para que lo necesita?-
-Es que me he manchado con tinta, y necesito ducharme. La señora de la limpieza me ha recomendado la ducha del Comandante. Ya que es mas intima. -Respondió Zoe.
-Pase y dúchese con tranquilidad. Ramiro tardara un par de horas todavía. Tiene tiempo suficiente para ducharse. Yo le diré lo que le ha ocurrido. La señora de la limpieza tiene razón, en las duchas del gimnasio nos duchamos todos, y la mayoría somos hombres. -Dijo Ansuez.
-Entonces, voy a ducharme. Gracias - Dijo Zoe saliendo del laboratorio, justo delante del Teniente y entrando en el despacho del Comandante.
Se sentía como un ladrón en el despacho de Amat, sin que el estuviera allí.
Cuando iba al despacho, siempre había mas personas. Amat se encargaba de que no estuvieran solos, nunca.
Al entrar al baño, se sorprendió, al ver, lo organizado que estaba todo.
-No se por que me extraño, si es un maniático del orden. No se ni como no me ha ordenado que organice mi despacho, o peor, lo ha ordenado el mismo. Sera por que no ha ido. -Se dijo pensativa.
Se desnudo y entro en la ducha.
Mientras que todo esto pasaba, el Comandante estaba en el gimnasio, y se hizo daño en un hombro.
Como no quería que lo tocase nadie y no quería molestar a Ansuez a estas horas, por que ya estaría dormido, decidió dejar el deporte para el día siguiente, y se fue.
Cuando llego a su despacho, no noto nada extraño. Cerro la puerta por dentro, y se desnudo, como hacia siempre.
Su despacho se había convertido en su casa. Por el día era un despacho, por la noche un extraño dormitorio. El sofá cama era bastante cómodo.
El armario donde guardaba la ropa, parecía un archivador. Lo era, pero lo habían modificado para su comodidad.
Amat, entro en el cuarto de baño, cuando se dio cuenta de que había alguien en la ducha.
Se miro, viendo que estaba totalmente desnudo, y cogió una toalla que se lió rápidamente a la cintura.
La ducha dejo de funcionar, y de repente la mampara se abrió.
Y alli estaba ella. ..Totalmente desnuda... Ni en sus sueños habría imaginado tanta perfección.
Se quedo mirándola sin poder moverse, sin hablar, solo mirando.
A Zoe no le fue tan bien.
Un grito ahogado salio de su garganta, y cerro rápidamente la mampara de nuevo.
Durante unos segundos, ambos se quedaron quietos, sin saber exactamente que hacer, hasta que Zoe dijo: -Me pasas la toalla, por favor.-
-Ah, si. -dijo Amat, que en ese momento, se dio cuenta de que la toalla que llevaba, era la que tenia preparada ella.
Abrió un armario y saco una de un color parecido y se la dio.
Ella abrió la mampara lo justo para poder sacar la mano.
Se lió la toalla al cuerpo y salio lentamente.
Amat, estaba disfrutando cada segundo. Pensó, que debía estar haciendo algo bien, para tener aquel premio, aunque solo fuese para la vista.
Zoe, en cambio, estaba avergonzada y comenzó a hablar. -Ansuez me ha dicho que podía usarla, que tardarías un rato... Madremia..., llevabas razón, los tatuajes parecen que flotan sobre tu piel. -El tono de vergüenza con el que comenzó la frase, se había convertido en fascinación.
Amat, se movió incomodo, como un animal acorralado, temiendo que lo tocara, y al mismo tiempo deseando que lo hiciera.
-No te muevas, que voy con cuidado. Si te mueves, te puedo tocar. NO TE MUEVAS.- Le grito Zoe al Comandante.
Este, no sabia que hacer en esta situación tan surrealista, y decidió obedecer.
-Son fascinantes, así, al natural. -Seguía murmurando ella.
-Zoe... -Consiguió decir después de un rato.
-No... te... muevas... -Repitió Zoe, con contundencia.
-Zoe -Repitió.
-Que no te muevas, que no te toco. -Respondió ella con enfado.
-Dra. Alcalá ...,no me muevo..., pero ¿puedes escucharme? -Volvió a decir el.
-¿Que? -Dijo ella muy enfadada, mirándolo a la cara, frente a frente.
-Zoe..., los dos estamos desnudos..., por si no te habías dado cuenta. -dijo el señalando las toallas.
Ella se sonrojo al ver que era cierto.
-Si..., eso..., y ademas no soy de piedra.-Continuo el, señalando su toalla.
La vergüenza se apodero de Zoe, que instintivamente se movió para que Amat saliera del baño.
Momento que el aprovecho para salir de alli, y tratar de recuperar el control de su cuerpo excitado y nervioso.
Cuando Amat, cerro la puerta, Zoe, respiro hondo y se vistió rápidamente, y salio del baño, evitando cualquier contacto visual con el Comandante.
-Lo siento. Ya me voy. -Dijo a modo de despedida, y salio de alli, sin darse cuenta de que Amat, también se había