El misterio del tatuaje flotante. MJ Villamancebo

El misterio del tatuaje flotante - MJ Villamancebo


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      -Si, fascinante -dijo Amat. -Pero ¿sabes lo mas extraño? La Dra. Alcalá no para de sorprenderme, y siento mucha atracción hacia ella. -Confeso, por fin, el Comandante.

      -¿Que le has dicho, exactamente? -Pregunto preocupado el Teniente.

      -Tranquilo, viejo amigo -Continuo relajado Amat -le he dicho que si tiene la costumbre de llegar a casa a las 20:30 horas, que hoy se fuera una hora antes.-

      -Estaría con la otra -Dijo preocupado Ansuez -¿Y si le da un ataque de celos y hace una locura?-

      -Pues lo ocultaremos -dijo Ramiro, dándose cuenta de lo que podía ocurrir.

      -No podemos hacer eso -Reclamo Ansuez.

      -Tendremos que hacerlo -dijo Ramiro -es la mejor en su área.-

      -Ramiro -dijo cabreado Ansuez. -¿que vamos a hacer?, te podías haber callado.-

      -Si, llevas razón, pero...- dijo pesaroso el Comandante

      -¿Pero que, Ramiro? -Pregunto Teodoro.

      -Es una mujer excepcional, brillante, amorosa, muy cariñosa, amable,... no lo he podido evitar. Me muero de pensar que ese...,ese..., la engaña.- Confeso Ramiro Amat.

      Ansuez lo miro con cara de no creer lo que le estaba diciendo y le dijo. -¿No querrás decir, la toca, la besa, le hace el amor...?-

      Ramiro lo miro con cara de asombro, al descubrir lo que su amigo acababa de insinuar.

      -Ramiro, ten cuidado, aunque estés disponible, no te puede tocar. ¿Lo has olvidado? -Recordó Ansuez.

      -Ya... como para olvidarlo -y se sumió en sus pensamientos. -Soy viudo, no idiota.-

      Ansuez, sin escuchar lo que acababa de decir, dijo -Voy a ver si hay novedades en las vigilancias. Si hay algo nuevo, te aviso. -y cerro detrás de si la puerta, dejando al Comandante perdido en sus recuerdos y sueños.

       Capítulo VII

      El despacho de Zoe

      -Buenos días -Dijo feliz el Comandante, al atravesar la puerta y ver al equipo.

      -Buenos días -Le respondieron.

      -Estás de buen humor hoy, Comandante -Afirmo Abigail.

      -Si, Dra. Pacheco. Estos días estamos progresando mucho, y hoy tengo esperanza. Una esperanza que no tenia cuando los conocí. -Respondió el Comandante Amat, aunque en realidad lo que pasaba era que sabia que Zoe había pasado la noche en casa de Katia, y que Pelayo estaba sacando sus cosas de casa. -Si, tengo esperanza. -Se repitió para si mismo.

      -Buenos días -Dijo Katia, cuando Zoe y ella entraron.

      -Buenos días -les respondieron.

      El Comandante miraba a Zoe, tratando de averiguar como estaba, como le había afectado su reciente ruptura.

      -Buenos días Comandante -Le dijo Zoe cuando se dio cuenta. -¿Tienes algo para enseñarme, aparte del café que te estas tomando.?-

      -¿Quieres uno? Te noto un poco cansada, ¿No has descansado bien? -Le pregunto el Comandante.

      Zoe se puso frente a él con los brazos cruzados, aparentando enfado, aunque no era así, y le dijo

      -Sabes que no me gusta el café...,solo su olor... y sabes lo que pasa, por que nos tienes vigilados a todos... No te hagas el listillo.-

      -Y...¿Como estas?- pregunto el en voz baja, para que no lo oyera el resto del equipo que estaban trabajando.

      -Bien... mejor de lo que pensaba. Gracias. -Susurro ella.

      -Si necesitas descansar, dímelo, te presto mi cama cuando la necesites. -Dijo el acercándose peligrosamente al oído de Zoe. Cosa, que le acelero el corazón a ella.

      -Gracias -Acertó a decir -Estoy bien.-

      -Chicos, me voy. -Dijo el Comandante dirigiéndose hacia la puerta. -En el office tenéis donut, que ha traído Ansuez hace un rato.-

      -Yo quiero -Dijo Raúl, dirigiéndose hacia la puerta.

      -Raúl, tráeme uno, que no puedo ir ahora. -Dijo Irma mientras desmontaba la impresora.

      -Otro para mi. -Dijo Katia

      -Yo también quiero. -dijo Roque, que se dirigía a la mesa de Zoe con un montón de libros.

      -Vaaale..., traigo uno para cada uno, y quien no quiera, que se lo coma igual. -Dijo Raúl.

      -Así me gusta, amigo. Ordenando. Ja, ja, ja... -Se rió el Comandante Amat mientras esperaba a Raúl con la puerta abierta.

      Paso la jornada laboral, y poco a poco se fueron los componentes del equipo, hasta que Zoe se quedo sola.

      Hacia horas que se había echo de noche, y no tenia ganas de ir a su casa, ni tampoco tenia ganas de ir a la de Katia.

      -Creo que esta noche me quedare en mi despacho. -Pensó. -Así le sacare algún provecho, por que lo tengo de biblioteca y de trastero.-

      Echo un vistazo al despacho, y era grande, y cuando quito varias cajas de libros del sofá, comprobó que este era realmente cómodo.

      -Si, definitivamente, esta noche me quedo aquí. -Se dijo cuando se tumbo en el sofá.

      Busco con la mirada, su bolsa con las cosas que había cogido de su armario la noche anterior, y la encontró detrás de su escritorio.

      Se levanto y fue hacia ella.

      La abrió encima de la silla del escritorio y saco una sábana grande y una manta fina.

      -Aquí no hace frío, creo que la manta me la dejare de cabecera. -Pensó mientras la doblaba para hacerse una cabecera.

      Ya que estaba alli, pensó que no le vendría mal organizar un poco aquel lío de cajas.

      Fue poniendo las cajas mas pesadas en un rincón, mientras que las mas livianas, la puso en una librería que había detrás de su escritorio.

      -¡Anda, están aquí! -Exclamo cuando vio una caja con sus cosas de escritorio. Las que a ella le gustaba tener sobre la mesa y en los cajones.

      Desde que llego, se había centrado en el trabajo, y había dejado para luego organizar su despacho. No esperaba recibir visitas, y las reuniones, o bien se hacían en el laboratorio, o en el despacho del Comandante.

      Cogió la caja, y la coloco sobre la mesa, sin darse cuenta de que había un recambio de tinta de bolígrafo, que exploto bajo la presión de la caja.

      -NO ME LO PUEDO CREER- Grito cuando se dio cuenta de lo que acababa de pasar.

      Llevaba todo el pantalón manchado de tinta, ademas de la mesa, la silla, etc.

      Al oír el grito, la señora encargada de la limpieza, que estaba limpiando el pasillo, y la había hablado con Zoe, antes de entrar a su despacho, llamo a la puerta.

      Zoe, al verla, le contó lo ocurrido, y le pidió ayuda.

      -Zoe, lo mejor será que te duches, o tendrás la pierna "pitufo" durante mucho tiempo. -Dijo la limpiadora.


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