¿Jugamos?. El Vecino del Ático

¿Jugamos? - El Vecino del Ático


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      ¿Jugamos?

      Los personajes, eventos y sucesos que aparecen en esta obra son ficticios, cualquier semejanza con personas vivas o desaparecidas es pura coincidencia.

      No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación, u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art.270 y siguientes del código penal).

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      © de la fotografía del autor: Archivo del autor

      © El Vecino del Ático 2020

      © Editorial LxL 2020

      www.editoriallxl.com

      04240, Almería (España)

      Primera edición: abril 2020

      Composición: Editorial LxL

      ISBN: 978-84-17763-51-0

      ¿Jugamos?

      El Vecino del Ático

      Para aquellas personas que, a pesar de llevar un día a día de rutina y estrés por el ritmo diario de la vida, les gusta tomarse algún momento para dejar volar su imaginación.

       Índice

       Prólogo

       1

       Ola de calor

       2

       De fiesta

       3

       Hotel Lujuria

       4

       Noche de verano

       5

       El aniversario

       6

       La celebración

       7

       El juego

       8

       La boda

       9

       La red social

       10

       Última noche, última partida

       Fin

       Agradecimientos

       Biografía

      Naciste con ganas de jugar y creciste haciéndolo. Nada importaba más que ser feliz. Daba igual el lugar o la compañía porque reías, gritabas, corrías y descubrías esa sensación única de jugar a algo nuevo y desconocido.

      Eras tú en estado puro.

      Frenético, imparable.

      Pero los años fueron pasando y, con ellos, llegaron las responsabilidades. Comenzaste a correr de un lado a otro, pero no del mismo modo divertido; gritabas, pero solo cuando estabas enfadado; reías, pero no siempre de manera sincera y espontánea, y los juegos, simplemente, comenzaron a perder interés sin que te percataras. Te convertiste en un adulto y dejó de importarte ser feliz para fingir delante de otros que lo eras.

      Hoy tienes suerte de estar aquí, de que este libro haya llegado a tus manos, a punto de ser descubierto. En las páginas que leerás a continuación, El Vecino del Ático conseguirá que ese ser con ansias de felicidad absoluta despierte de nuevo.

      Esta morbosa y entretenida historia te excitará en muchas ocasiones y te sacará una sonrisa en otras tantas. Te encogerá ese pellizquito en el pecho que desciende sin que puedas evitarlo y te hace sentir nerviosismo. Hará que abras los ojos, impresionado, o que los cierres para dejarte impresionar un poco más. Pero, sobre todo, conseguirá que algo, un interruptor apagado quizá, se encienda de nuevo dentro de ti y esas ganas de jugar vuelvan. No obstante, ahora querrás hacerlo como un adulto al que no le importa lo que opinen los demás. Con pasión, imaginación y mucho mucho morbo.

      Así que… ¿Jugamos?

      Noelia Medina

      Única conocedora del rostro

      que se esconde tras el personaje de el Vecino.

      Por ahora…

      Ola de calor

      Tras haber vuelto a encontrarse en la piscina con la vecina de enfrente, la sonrisa del día anterior había evolucionado hacia una bonita conversación. La noche pasada habían coincidido en el mismo lugar, más o menos, a la misma hora. Una hora bastante intempestiva, de madrugada.

      El calor de esos días hacía casi misión imposible conciliar el sueño, y eso les facilitó la idea de saltarse la norma comunitaria del horario de la zona de refresco.

      Primero bajó Rocío, quien, tras realizar unos largos al estilo braza para no causar ningún ruido, se quedó inmersa en sus pensamientos y disfrutó de la sensación que le producía estar prácticamente sumergida del todo en el agua fría.

      Al rato, bajó Miguel, motivado por el mismo afán de búsqueda de paliar el calor sofocante que se padecía en la vivienda.

      —Buenas noches —balbuceó Miguel con un volumen de voz muy por debajo de lo que sería considerado normal en unas horas menos inhóspitas.

      —Hola —respondió Rocío.

      Y, con aquellas palabras, se quedaron cada uno en su lado de la piscina disfrutando de esa sensación y, así, poder recuperar el sueño perdido debido a las altas temperaturas que tenían que soportar en sus casas durante los días de extremo calor.

      Pasado un rato, Rocío, tras sumergir una última vez la cabeza, subió por las escaleras que tenía más cercanas, cogió su toalla y se dirigió caminando y sin hacer ningún ruido hacia la puerta de entrada y salida. Pasó por al lado de su vecino, que intentaba hacer lo mismo que ella para poder recuperar algo de temperatura corporal: refrescarse.

      Se detuvo para terminar de secarse un poco cuando detectó que el hombre se había quedado mirando cómo se escurría las gotas de agua que le caían del pelo por entre los pechos, cubiertos únicamente por un bonito bikini de color salmón y cruzado en la misma parte delantera.

      Rocío le regaló una sonrisa y se sentó en el borde, justo al lado de él.

      Sin previo aviso, le preguntó:

      —¿Sabes por qué estoy aquí, sola?


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