Masculinidades, familias y comunidades afectivas. María del Rocío Enríquez Rosas
la canción romántica. De ahí la importancia de investigar acerca de cómo estos viven, de forma diversa, diferenciada y desigual la experiencia emocional y sentimental del amor y desamor. El análisis e interpretación seguidos aquí dan cuenta de la orientación heterosexual de las relaciones entre las mujeres y los hombres, lo cual responde a una de las exigencias mandatadas por la cultura e ideología patriarcales que los hombres y las mujeres deben cumplir.
Consideramos que la experiencia sentimental de la heterosexualidad masculina es parte del proceso complejo como los hombres, en tanto sujetos de género e integrantes del grupo juramentado, aprenden, introyectan, conceptualizan, semantizan, musicalizan y hacen cultura, el sentido y contenido de la racionalidad heteronormativa del deseo sexual, cuyas expresiones del orden emocional y sentimental se enmarcan en contextos y realidades socioculturales específicos. Por ello, otro de los objetivos planteados es conocer, analizar y comprender de qué forma el amor y desamor masculinos constituyen discursos contradictorios sobre las expresiones afectivas significadas en la estructura y composición de algunas letras de canciones del género bolero.
Las canciones consideradas aquí se basan en la experiencia, gusto personal y en la revisión y escucha de varias y varios de su intérpretes, así como su análisis, son resultado de inquietudes, acercamientos y preguntas que guiaron esta primera exploración sobre las formas musicales como los hombres cantan, desde el poder de su sexualidad, el accionar simbólico hegemónico de la diferenciación sexual que les define, subjetiva e identitariamente, como sujetos de amor ilimitado, totalizador, chantajista, autovictimizador y transaccional.
Deseamos especificar que todo lo relacionado con los planteamientos teóricos sobre el bolero, las emociones, los sentimientos, la condición genérica y situación vital de los hombres y el grupo juramentado son desarrollados a pie de página, y se retoman para el análisis y la reflexión que se van haciendo de las letras de las canciones.
CONTEXTO SOCIOCULTURAL Y ECONÓMICO–POLÍTICO
Se considera las décadas de 1930 y 1960 como el periodo de mayor presencia, desarrollo, auge y audiencia en este país, de géneros musicales procedentes, principalmente, del Caribe, como son el danzón, el mambo, el chachachá y el bolero. Esto no implica que antes o después de este periodo la interpretación, el baile y el canto de estos tipos musicales no hayan tenido, o tengan aún, diversos intérpretes, medios y espacios de expresión.
Durante estas décadas, México vivió diferentes procesos de cambios significativos (basados en la desigualdad) que le permitieron tener un desarrollo y crecimiento centrados en los ámbitos de: i) Lo económico: poniendo el énfasis en la implementación de un modelo moderno de crecimiento basado en la industria y lo financiero. Así, la industria petrolera, que fue nacionalizada, se convirtió en el principal bastión de la productividad, acompañada de otras industrias como la textil, la automotriz, la eléctrica. El llamado milagro mexicano del desarrollo económico sentó las bases para la consolidación de una burguesía mejor estructurada y fortalecida que contó con el beneplácito de una clase política que se debatió entre la creación de una cultura e ideología nacionalistas, y la necesidad del apoyo de una fuerte inversión de capitales financieros, tanto extranjeros como nacionales. ii) Lo político: se trata del periodo en el que el desenlace del proceso revolucionario (calendarizado de 1910 a 1917) se institucionaliza bajo los principios de una ideología y una cultura nacionalistas con las que el estado y sus instituciones se presumen y orientan como modernos, así como por la conformación, trasformación y adecuación de un partido político ad hoc (Partido Nacional Revolucionario, Partido de la Revolución Mexicana y el actual Partido Revolucionario Institucional) que pretenden, en la simultaneidad de generar una supuesta voluntad popular e identidad nacional homogéneas, garantizar la concreción e implementación de un proyecto nacional político, emanado y sustentado en los fundamentos de una revolución interrumpida, plantearía Adolfo Gilly (1977). iii) Lo social: la apuesta del crecimiento económico basado en la industria generó un proceso caracterizado por desigualdades de todo orden: el desarrollo y expansión paulatinos de las ciudades las convirtieron en los centros primordiales para la concentración de una población que creó formas y condiciones socioculturales de vida urbana y subordinó las rurales, con lo cual, grupos y sectores sociales, en sus expresiones y composiciones diversas, como el de las obreras y los obreros, el magisterio, las y los jóvenes, las mujeres y agrupaciones de colonos, entre otros, emergieron como las y los actores sociales principales de la vida y el movimiento de y en las ciudades. Esto comprendió, entre otros aspectos, una recomposición de las clases sociales en el país donde, además de lo ya mencionado, los proyectos de política pública y empresariales acentuaron la división de clases en cuanto al acceso y lugar asignado a la vivienda, la salud, la educación y la diversión de los habitantes del país, privilegiando a las clases medias y altas. iv) Lo cultural: igual que los anteriores ámbitos, este también se distinguió por una serie de contradicciones de desigualdad y de una creatividad e impronta vastas, innovadoras, contestatarias, multidisciplinares y significativas en diferentes grupos y sectores sociales del país. Expresión de lo anterior se encuentra en la propuesta de educación pública integral del aprendizaje, de cuño vasconcelista, centrada, inicialmente, en la enseñanza primaria y posteriormente ampliada a los niveles de secundaria y media superior, la cual se significó por difundir una cultura de nacionalismo revolucionario alentada, entre otros, por Moisés Sáenz, Samuel Ramos, Manuel Puig, Rafael Ramírez, Andrés Molina Enríquez, Manuel Gamio. Como parte importante de esta historia y contexto académico, se encuentra la era moderna de la educación superior, con la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México como una de sus instituciones más representativas.
En cuanto al mundo de las artes, en las plásticas sobresalen creadoras y creadores de la talla de: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Leonora Carrington, Remedios Varo, Nahui Ollin, María Izquierdo, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Vicente Rojo, Alberto Gironella, Teresa y Ana María Pecanins, Juan O’Gorman, Pablo O’Higgins. En lo que toca al cine, la gama también es amplia: Gabriel Figueroa, Emilio Fernández, Julio Bracho, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez, Luis Buñuel, Cantinflas, Tin Tán, Pedro Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, Resortes, María Félix, Dolores del Río, Blanca Estela Pavón, Marga López, Andrea Palma, Sara García, Tongolele, Ninón Sevilla, Silvia Pinal, Elsa Aguirre, Jacqueline Andere, Ofelia Medina, Isela Vega, Julio Alemán, Jorge Rivero, El Piporro, El Santo, Blue Demon, Julián Soler, entre otros. En la fotografía destacan: Manuel Álvarez Bravo, Luis Márquez Romay, Agustín y Raúl Martínez Solares, Alex Phillips.
En cuanto a las letras, la gama también es amplia: Alfonso Reyes, Salvador Novo, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Octavio Paz, Renato Leduc, Efraín Huerta, Jaime Sabines, Jaime Torres Bodet, Carlos Fuentes, José Revueltas, Juan de la Cabada, Jorge Ibargüengoitia, José Emilio Pacheco, Fernando del Paso, José Agustín, Carlos Monsiváis, Guillermo Samperio, José Carlos Becerra, Rosario Castellanos, Elena Garro, Pita Amor, Margo Glantz, Elena Poniatowska.
Con respecto a la música, las expresiones comprenden varios géneros y sus intérpretes, entre los que destacan: a) aquellos que musicalizaron el proceso de la conformación del nacionalismo revolucionario, como Blas Galindo, Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo, Carlos Chávez; b) las y los que, en contrasentido conservador a las demandas zapatistas contenidas en el Plan de Ayala, exaltaron y reivindicaron la vida rural hacendaria y campesina, con representaciones folclóricas de docilidad light, mediante la creación e interpretación del corrido y canto ranchero, y entre cuyas figuras destacan: Tito Guízar, Lucha Reyes, Pedro Infante, Jorge Negrete, José Alfredo Jiménez, Luis Aguilar, Antonio Aguilar, Javier Solís, Cuco Sánchez, Amalia Mendoza La Tariácuri, Flor Silvestre, Chavela Vargas, Lola Beltrán, Lucha Villa; c) las y los que cantaron y bailaron con sabor a trópico, en salones de sexualidad fichera, al ritmo del danzón, el mambo, el chachachá, como Tongolele, Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Meche Barba, Dámaso Pérez Prado, Acerina y su Danzonera, Carlos Campos, Celia Cruz, La Orquesta Aragón, Orquesta de Enrique Jorrín, Lobo y Melón, Mariano Mercerón, la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz; d) las y los que le cantaron, en la simultaneidad sentimental de tríos y requintos del bolero, al amor, la alegría, la ilusión, el desamor, la tristeza, la desilusión, como Agustín Lara, Los Panchos, Los Tres Ases,