La gestión de sí mismo. Mauricio Bedoya Hernández
concreto de la organización empresarial vemos la utilización de un nuevo lenguaje que también tiene el tinte esquizofrenizante para el sujeto laboral. Como lo notan Laval y Dardot (2013), existen una serie de expresiones que conducen la vida de la empresa: autonomía controlada, libertad vigilada y exigencia de autonomía, trabajo en red sin colectividad, flexibilidad rígida, coacción autoimpuesta, asunción de riesgos e intolerancia a la incertidumbre/fracaso, expresión emocional controlada. Esto se suma al lenguaje asociado a las falacias empresariales mencionadas a lo largo de este capítulo. Un aspecto que hace parte de la función-cliente tiene que ver con el consumo de servicios de aseguramiento. El neoliberalismo captura, para la realización de sus objetivos, todo el tema del riesgo del vivir. Estar continua y cotidianamente amenazados tiene emparentada una situación emocional de agitación, ansiedad y temor que los gestores de seguridad convierten en oportunidades de aseguramiento.
Resumiendo, habíamos dicho, por una parte, que cuando el sujeto asume la función-cliente, entonces tanto la orientación hacia el goce, la gratificación y el placer sin freno como la exacerbación emocional son estimuladas por la lógica del mercado. Esto puede decirse de otra forma: la búsqueda sin límites de la felicidad es usufructuada por el comercio neoliberal y utilizada en el gobierno de los individuos. Por otra parte, otra tonalidad de estados emocionales es implantada en las personas bajo la idea de que estamos en una situación de continuo riesgo. El miedo, ya no la felicidad, se convierte en el horizonte que orienta al comprador. Con esto concluimos que el miedo y la felicidad pueden ser pensados como dos poderosos mojones emocionales de la gubernamentalidad neoliberal.
Esto no quiere decir que estos dos temas sean nuevos; seguramente la historia de la humanidad ha estado acompañada por ellos, como lo muestran Delumeau en El miedo en Occidente (1989) y McMahon en Una historia de la felicidad (2006). La novedad de la racionalidad neoliberal radica en dos cosas: primero, en que la búsqueda de la felicidad y la evitación del miedo son estimulados constantemente y sin freno, produciendo un efecto de ontologización; o sea, haciéndole sentir a los individuos que es inherente a su condición humana la búsqueda sin cotos de la felicidad y que el miedo es inevitable. La segunda novedad consiste en hacer una gestión mercantil de estos dos temas, inoculando en la persona la idea de que el miedo y la felicidad continuos son necesarios para hacer un adecuado empresarismo de sí. Ya dijimos que alrededor del manejo del riesgo se ha estructurado todo un mercado del aseguramiento. Habremos de completar esta idea señalando que este mercado está cifrado en la movilización emocional del público consumidor. Los nuevos productos asociados a la administración del riesgo, de la información y de la empresa incluyen la experticia emocional, los sistemas de consejería, la utilización del ocio para fines de bienestar personal, entre muchos otros. Estas tecnologías de la conducción emocional tienen un carácter diferencial, según sean aplicadas al consumidor o al empresario. Su aplicación al ámbito laboral es uno de los más prolíficos campos de estudio de Eva Illouz (2010). Aunque sobre esto volveremos más adelante, indicaremos solo que el discurso sobre las emociones fue cientifizado por la psicología, el psicoanálisis y la psiquiatría, y puesto a funcionar en la organización empresarial de manera privilegiada desde principios del siglo xx. La idea de ambiente laboral adecuado tanto para los trabajadores como para el personal administrativo de la empresa fue imponiéndose gracias al aporte de psicólogos industriales y organizaciones. Es el caso de Elton Mayo, quien modifica la teoría de la administración al hablar de la personalidad ya no en términos morales sino desde el lenguaje neutral de la ciencia psicológica. Además, introdujo la narrativa de las relaciones humanas en vez de la racionalidad ingenieril del momento (Illouz, 2010).
Como lo muestra Illouz, alrededor del problema de la emoción dentro de la empresa se ha generado, durante el siglo pasado, toda una experticia que conduce las relaciones laborales. Emparentada con la idea de ambiente laboral sano, los gerentes se han convertido en expertos en conocer las emociones y sentimientos tanto de sí mismos como de sus empleados y en actuar sobre ellas. No resulta casual que el trabajo sea el teatro privilegiado desde donde se movilizan las nuevas subjetividades en el neoliberalismo. Pero también es el trabajo el lugar en el que un discurso sobre la emoción se amplía del espacio privado de la familia al público de la organización empresarial.
1 Esta disquisición sobre la naturaleza de los dispositivos la hallamos en una conversación con intelectuales franceses en 1976 que posteriormente fue titulada “El juego de Michel Foucault” en el texto Saber y verdad (1985).
2 Este ciudadano siempre visible es el del big data, como lo sostiene Han (2014). Para este autor, las redes digitales nos llevan a exponer todo tipo de información sobre nosotros mismos de manera voluntaria, pasando de una vigilancia pasiva a un control activo. El instrumento básico de esta psicopolítica es el big data. Sobre el efecto del big data en la sociedad contemporánea y en la vida de cada individuo ver, además, Mayer-Schonberger y Cukier, Big data: a revolution that will transform how we live, work and think (2013), y Van Den Berg, “¿Qué es eso del ‘big data’?” (2015). Estos autores coinciden en que el big data es un poderoso instrumento para la conducción de la vida de las sociedades y de cada individuo en ellas.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.